Los últimos acontecimientos venezolanos indican claramente que los pajaritos que volaron sobre la cabeza de Nicolás Maduro no le han permitido ver con claridad el panorama político que lo rodea, afirmó el analista internacional Juan Velit tras las críticas del mandatario de ese país contra el canciller Rafael Roncagliolo por pedir tolerancia y diálogo en Venezuela.
Según Velit, la situación de violencia que se ha generado en los últimos días en Venezuela obliga a que la comunidad internacional no solo observe con impasible calma estos acontecimientos, sino que busque fórmulas de solución a los mismos.
Comentó que en ese rol, el Perú, en su calidad de presidente pro témpore de la Unasur, ha promovido entre los países miembros una declaración sobre la alarmante situación venezolana.
El canciller Roncagliolo, que todos sabemos es de tono amable y sereno, ha solicitado al Gobierno de Venezuela diálogo y tolerancia. Haciendo eco de los pedidos de la Iglesia Católica, de la ONU, la OEA y del Gobierno de España, indicó.
Velit recordó que esta solicitud está inmersa en los principios constitutivos de la Unasur y además, como lo dice el canciller peruano, figuró en el comunicado que se emitió con motivo de la reunión suscitada por el impasse que generó su cuestionable elección.
En ese entonces se pidió respeto mutuo entre gobierno y oposición, diálogo, tolerancia y aceptación de las normas de los derechos humanos.
Este comunicado de la Unasur, que fue un respaldo categórico al candidato chavista Nicolás Maduro, le permitió a su débil posición política contar con el apoyo internacional. La declaración de los presidentes le dio solidez a su elección, agregó Velit.
UNA DECLARACIÓN INFANTIL Pero ahora, continúa el analista, cuando se le pide lo mínimo de una democracia, Maduro rechaza las declaraciones ofrecidas por el canciller peruano y le advierte que no se inmiscuya en los asuntos internos de su país, lo que consideró una declaración infantil
Tendríamos que decirle: No es así, señor Maduro, pareciera que los pajaritos sobre su cabeza continúan revoloteando, escribe Velit en El Comercio, en una columna titulada Un presidente poco maduro.