Ignacia Uribe es una periodista chilena que desde hace más de una década trabaja siendo la voz de los animales. Inició su propia organización para desarrollar proyectos que ayuden a otros a conocer la crueldad que ejercen las industrias hacia los animales. Hace unos meses, encontró otra forma más de hacer activismo que mezcla otra de sus pasiones: escribir; y así brindó a la comunidad latinoamericana un libro que sea una guía para hacer una transición a una vida más empática con los animales. Conversamos con ella sobre veganismo, su libro y la experiencia de ser activista por los animales en un mundo no vegano.
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-¿Cuál fue la motivación principal para adoptar esta postura ética del veganismo?
Mi motivación principal siempre fueron los animales. En el libro cuento que crecí con muchos privilegios, pero uno de los mayores privilegios que considero es haber crecido en el campo, fuera de la ciudad, y haber tenido contacto con los animales desde pequeña. Hoy en día, los niños de las ciudades generalmente ven un pollo en su plato, pero nunca ven un pollo real caminando, tomándolo en sus brazos, etcétera. Y yo, por el contrario, tuve ese privilegio de crecer rodeada de animales y hacer esta conexión desde muy pequeña, especialmente con un cerdito.
- ¿Y qué te inspiró para convertirte en activista?
Creo que hablar de veganismo es hablar de activismo. Todas las personas veganas somos activistas de alguna forma, no es necesario estar parado, por ejemplo, en la calle con un cartel, que está buenísimo la gente que hace eso, pero hay distintos tipos de activismo. Existe el culinario a través de la comida, hay gente que desde el derecho, es activista por los animales, defendiendolos a través de las leyes. Por ejemplo, yo desde mi vereda, que soy periodista, quise hacer algo más comunicacional, y de hecho la organización que fundé partió como un medio de comunicación digital, y ahora también con el libro siento que vengo como a completar un poco esta parte comunicacional, o sea , siempre estoy pensando como qué es lo que nos falta comunicacionalmente para poder ayudar mejor a los animales.
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- De hecho la historia que tienes con el cerdito y que narras en el libro, me llamó la atención, e hizo que reflexionara sobre todas las veces que yo empaticé con algunas especies, pero me seguía comiendo a otras; esto seguramente le ha pasado a muchas personas que han leído tu libro.
Sí, creo que el tema es muy global, pero que también tiene el libro una perspectiva muy latinoamericana, de hecho era más latinoamericana y las editoras me pidieron al final cambiarlo un poco y poner más datos locales de Chile. Pero creo que en cualquier país de Latinoamérica los animales viven de la misma forma, y en general también nuestros contextos son muy similares. Entonces, separo bien también los contextos de las personas. Obviamente, quizás ser vegano o vegana en Europa, por ejemplo, o en ciertos lugares de Estados Unidos, es mucho más fácil que serlo en un pueblo de Perú, o en un pueblo de Chile, o en un pueblo de Colombia. Entonces, también creo que no podemos como medir a las personas ni el desarrollo también de su veganismo, de su activismo de la misma forma. O sea, ¿cómo vamos a medir de la misma forma a alguien que quizás creció en un lugar donde habían leches vegetales, por ejemplo, en los supermercados, versus el estado de nosotros del movimiento actual, al menos las leches vegetales comenzaron a llegar a Chile cuando yo tenía como 25 años, y los yogures probablemente cuando tenía 30, entonces es muy diferente, o sea, como que los contextos son muy diferentes. Pero me parece que ha tenido muy buen recibimiento, me han llegado muchos comentarios desde México, desde Perú, desde Colombia también, desde Argentina, entonces creo que hay una identidad también latinoamericana del activismo que se ve reflejada en el libro. A mí parece como súper lindo eso, que finalmente Somos parte de una comunidad, que también es un poco lo que yo intento transmitir. Y dentro de esa comunidad, como latinoamericanos, estamos mucho más cercanos también.
- Otro de los puntos que planteas en tu libro es el de ser “veganos imperfectos”. Y yo sé que existe la policía vegana que siempre está tratando de juzgar a otras personas quién es más vegano o quién hace más por los animales, ¿cómo ha sido para ti enfrentar ese tipo de comentarios porque eres la fundadora y CEO de Fundación Veg, antes llamada Vegetarianos Hoy, y sé que eventualmente hubo comentarios como, ¿por qué usa la palabra vegetarianos y no veganos?
Ajá. Sí, siento que ya casi que me hecho medio inmune a las críticas (...), mi organización se llamó Vegetarianos Hoy y eso le hacía mucho ruido a mucha gente, pero también era la forma en que muchas personas fuera del movimiento, personas que comían carne y otros productos de origen animal, se acercaban, o sea, para ellas, en realidad la palabra vegetariano no es algo tan extremo como lo ven en sus vidas como algo vegano. Entonces fue, de nuevo, como una estrategia comunicacional, y creo que funcionó, funcionó bien por mucho tiempo, pero ya desde el año pasado dimos como el paso a llamarnos Fundación Veg, no solamente por eso, también por otras cosas, queríamos, por ejemplo, hacer énfasis en que éramos una fundación, una organización sin fines de lucro, porque crecimos tan rápido, por ejemplo, en Instagram, que muchas personas de repente pensábamos que éramos una página. Y creo que, en realidad, lo que nos debería importar a todos es que estamos haciendo una diferencia por los animales (...), siempre va a ser mejor hacer algo que no hacer nada, que también es algo que intento transmitir en el libro, o sea, cómo dar los primeros pasos que necesitas para hacer un cambio. Entonces, creo que tenemos que dejar de aspirar a este purismo, no somos una religión ni nada así; somos en realidad, un movimiento social, que tiene que convivir en el día a día con otros movimientos sociales y con diferentes contextos de las personas.
- Yo he sido de esa parte de policía vegana cuando empecé, y poco a poco fue cambiando la forma de cómo intento comunicar a las personas acerca de la explotación de los animales, y yo sé que al final no debemos juzgar. Regresando al libro, una cosa que menciona es la relación de veganismo-feminismo, y eso me parece muy importante, porque yo creo que las luchas se deben conectar de alguna forma, ¿cómo fue para ti escribir ese capítulo? ¿siempre lo tuviste súper claro?
Desde que nació la idea del libro siempre tuve claro que tenía que tener un capítulo de eso, me parece muy relevante, me parece como extra paradójico que dentro también de la explotación animal, las hembras sean las más explotadas, o sea, cuando uno se da cuenta de eso dice “wow”. Esto va más allá, finalmente el patriarcado y este sistema patriarcal ha ido más lejos y ha llegado a otras especies también. Entonces, siempre me ha parecido eso como muy interesante de analizar, también he visto como a otras feministas, por ejemplo, les hace ruido eso, y piensan “cómo nos están comparando con animales” Pero creo que finalmente, eso, las luchas son interseccionales y se enriquecen también. Y cuando uno ve teorías tan interesantes como la de Carol Adams, por ejemplo, y empieza a leer más y se da cuenta de que es real, por ejemplo, que los hombres héteros, cis, consumen más carne y ven más lejano el veganismo, nos damos cuenta también que hay un problema a nivel cultural. Y claro, yo no tengo la receta de cómo solucionar todas estas cosas, el libro claramente no propone eso, pero sí creo que hay como ciertas luces de cómo la masculinidad también debería ser vista de otra forma.
- Considero que tu libro es bastante completo porque te habla desde las bases de tu veganismo, te explica que puedes ser activista desde tus talentos, relaciona la lucha de los derechos de los animales con otras luchas, pero sobre todo te enseña qué alimentos debes comer, porque al final uno puede decir quiero ayudar a los animales, pero si no sabes qué comer, qué cocinar, cómo nutrirte será más difícil.
Ser vegano también es algo muy exigente porque uno está todo el tiempo enfrentándose a críticas, y está todo el tiempo defendiéndose, entonces tiene que saber cómo de todo, lo que también es como agotador obviamente, pero de cierta manera, siento que hemos ido como llenando los huecos que nos dejaron la educación “carnista” que tuvimos. Por ejemplo, en el colegio nadie te dijo que podría haber proteínas de origen vegetal, como legumbres, tofu, entre otros. Siento que nosotros hemos ido como completando, de cierta manera, esos vacíos que tuvimos educacionalmente, que probablemente también es algo que sucedió hace, no sé, 20 años atrás en toda Latinoamérica (...). Tampoco que las empresas sean malvadas y simplemente quieren matar animales porque sí, o sea, los matan porque hay personas como nosotros comprando (carne) y nosotros mismos los compramos antes también. La industria de la alimentación es una industria enorme que ha evolucionado hacia el mal, pues cada vez mejoran las formas de explotación animal en el sentido malo, o sea, pueden explotar a más animales, pero pueden reducir mucho sus costos. Pero también cuando uno piensa que una hamburguesa que te costó 2 o 3 dólares y requirió más 3.500 litros de agua, por ejemplo, ¿quién está pagando ese costo? La están pagando comunidades que se están quedando sin agua, la está pagando el Amazonas, por ejemplo, donde estamos talando los árboles para alimentar a ese ganado, porque la soja que se cultiva en el Amazonas llega a Chile, llega a Perú, alimenta a cerdos, alimenta a vacas, alimenta a pollos, como de repente no lo vemos, pensamos que las vacas se están alimentando del pasto que crece, pero en realidad no es así. Entonces, volviendo a la pregunta, sí, siento que cuando uno se hace vegano, es necesario aprender eso. Porque aunque incluso uno no quiera, y al principio yo no quería, y me pasé un año comiendo pan con queso, después ves que es insostenible. Pero al mismo tiempo, la gente te pregunta y está todo el tiempo preguntándote por las proteínas. Entonces uno va como aprendiendo todas esas cosas, de cierta forma también como para defenderse y defender su postura ante el mundo. Entonces creo que sí, que tenemos como una responsabilidad también, como personas veganas, de apoyar también a la gente nueva, como en esos conocimientos.
- En tu libro tienes todo un capítulo relacionado a los lácteos. Muchas personas, cuando hemos sido vegetarianas, creíamos que estábamos haciendo lo suficiente por los animales y ya no queríamos ir más allá. Pero luego nos enteramos que el consumo de lácteos genera tanto sufrimiento como el hecho de comer carne, ¿por qué crees que es relevante que las personas tomen conciencia de esto, sobre todo porque hay muchas personas que quizás no vayan a ser veganas nunca en su vida pero sí son intolerantes a la lactosa?
Sí, creo que es muy interesante darnos cuenta cómo más o menos se calcula que el 75% de las personas, en Latinoamérica especialmente, somos intolerantes a la lactosa, y cómo la industria ha tratado de dar vuelta a esto sacando productos sin lactosa, que en la realidad no tiene como ningún sentido de existir. Me parece súper relevante el tema de los lácteos porque también se conecta con todo, y el de los huevos, con lo anterior, con la interseccionalidad también del movimiento, cómo las vacas hembras son explotadas una y otra vez para tener hijos, que luego se les quitan para que otros humanos estén tomando su leche, en realidad no tiene ningún sentido, como las gallinas también están poniendo, no sé, 30 huevos al mes cuando antes ponían 12 al año, es una locura. Entonces, creo que el tema entre vegetariano y vegano es muy potente, pero también creo que muchas de las personas veganas, en mi caso, es probablemente el tuyo también, cuando comenzamos en esto, fuimos vegetarianos. Entonces, también creo que hay que, obviamente, mostrar esto, pero también ser tolerante con las personas y, de cierta manera, como darles ese empujoncito, pero también entender que cada persona como que tiene sus tiempos. Como que, de cierta manera, igual prefiero que alguien sea vegetariano a que sea vegetariano y después, como no pudo ser vegano, vuelva a comer carne.
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