ROSA AQUINO ROJAS

La falta de mantenimiento durante décadas ha convertido a la antigua Panamericana Sur en una transitada trocha rodeada por viviendas, negocios e industrias. Una pista donde el asfalto casi ha desaparecido. Para acabar con los años de abandono, en la vía se ejecutan desde mayo trabajos de mejoramiento entre los kilómetros 35 y 40, en Lurín.

Pero la demora en la obra empeoraría el tránsito en esa carretera el verano que se viene. Esto debido a que cada año, a partir de la última semana de diciembre, la Empresa Municipal Administradora de Peajes de Lima (Emape) pone en marcha su denominado Plan Verano, que incluye el desvío de vehículos por esa arteria en horas en que los carriles de la nueva Panamericana Sur funcionan en sentido opuesto.

Carlos Ruiz, asesor técnico de Provías Descentralizado, entidad del Ministerio de Transportes y Comunicaciones a cargo de la obra, reconoce que hay retrasos y que recién se ha avanzado un 20%. “Hemos tenido interferencias de redes y cableados subterráneos que no estaban en el expediente técnico que nos entregó la Municipalidad de Lurín”, dice el ingeniero.

Ante ello se modificó el plazo de entrega, previsto para noviembre. “Trataremos de que la capa asfáltica pueda estar transitable a fines de diciembre. Los acabados como la señalización y el pintado se harán en las primeras semanas de enero”, refiere a El Comercio.

En opinión del ingeniero especialista en tránsito Luis Morante, la señalización es indispensable antes de que cualquier vía se habilite a los conductores.

Provías Descentralizado emplazará a la constructora a trabajar en doble turno luego de que todo el terreno quede libre de interferencias, señala Ruiz.

El gerente de Desarrollo Urbano de la Municipalidad de Lurín, Ricardo Trujillo, afirma que ya se hicieron las coordinaciones con las empresas prestadoras de servicios de luz, agua, gas y telefonía para la reubicación de sus conexiones. A la fecha, falta liberar un 15% de toda el área de trabajo.

Los esfuerzos, sin embargo, podrían no ser suficientes a menos de tres meses del inicio de la temporada de playa. El Comercio recorrió la zona y observó excavaciones inconclusas, conexiones expuestas y camiones y vehículos pequeños estacionados o circulando en la zona por pavimentar. Todo ello sugiere que los trabajos se hubiesen detenido aunque ambos funcionarios aseguran lo contrario.

Esta situación ha incrementado el malestar en los pobladores de ese sector. En las asociaciones Nuevo Lurín y Santa Genoveva, ubicadas a la altura del paradero 40, los vecinos están preocupados de que sus negocios no sobrevivan debido a que las ventas han disminuido.

Este Diario consultó con Emape si la demora obligará a reformular los desvíos vehiculares en la zona, pero esta entidad prefirió no responder.