LUIS SILVA NOLE

Desde el saque pide que no la llamen por su nombre, Angélica Ramos Ayala. A sus 88 años, ella achica espacios y en primera lanza el centro: “Dime ‘Vieja’, como todo el mundo. Con cariño, pues”.

Con cerca de metro y medio de estatura, la ‘Vieja’ es una gigante del balompié de barrio, de la gambeta de esquina. Su verbo florido, mezcla de replana y arengas militares, suena más que su inseparable silbato en medio de la Bombonera, la losa que ella forjó en la urbanización El Trébol, en Los Olivos, hace bastante más años de lo que sus pupilos recuerdan.

¿Qué importa que nos saque del relajo a punta de ajos y cebollas si al final su disciplina y su cariño nos hará hombres fuertes, ganadores? No es difícil adivinar que ese es el pensamiento de los poco más de 30 peloteros de entre 6 y 17 años que están bajo su mando cada viernes desde las 4 de la tarde. Maestra y alumnos toman tan en serio los entrenamientos como lo hacen Markarián y sus convocados. O quizá más.

El rito de la llegada a la Bombonera es idéntico al de la despedida: “¡‘Viejita’!”, y el beso en la mejilla. Uno por uno pasa por la apachurrada respectiva de la ‘Vieja’. “Son como mis hijos”, dice la dueña y señora de la pelota. “A este lo tuve desde que tenía 8 años []. Él es hijo de un ex alumno mío y juega mejor que el papá []. El abuelo de este chibolo estuvo en mi equipo”, señala doña Angélica. Los 40 años que lleva enseñando fútbol a la muchachada en la cancha de El Trébol le dan la autoridad de señalar a sus chicos con el dedo.

Y ellos matan por ella. Fabricio Tejada Álvarez tiene 15 años y porte de basquetbolista. Los últimos tres los ha pasado entrenando en la Bombonera. La cámara lo estimula y de improviso la carga como si la fuera a arrullar. “Nos enseña más que jugadas. Nos motiva. Nos aleja de las malas juntas. Nos da valores. Nos corrige si nos portamos mal. Nos prepara para la vida. ¡Te quiero, ‘Viejita’!”.

LOS RECUERDOS Divididos por rango de edad, los muchachos se alistan para un torneo interurbanizaciones que comenzará este sábado, el mundial para el Club Deportivo América Mimi, equipo que la ‘Vieja’ fundó hace cuatro décadas y que en su mejor momento llegó a ser campeón de tercera en la liga de Los Olivos.

“Yo he sido presidenta, delegada, entrenadora, todo. Le puse Mimi por mi nieto, porque cada vez que quería algo decía ‘mi mi’”. De pronto, solo se oyen los gritos de los jugadores y los puntazos al balón. La sonrisa de la ‘Vieja’ se desinfla de golpe y su corto pero pesado silencio advierte que le duele recordar a la familia. “Un día mi esposo se fue y no supe más de él. Mi hijo vive en La Molina, pero no me visita”. Otro silencio. Suficiente.

Planchas, ranas y vueltas al campo son los castigos que impone la ‘Vieja’. Los fulbiteros –para no hablar de fútbol cuando la cancha no es de pasto– saben a qué atenerse si llegan tarde, golpean a un compañero o le faltan el respeto durante las dos horas de práctica.

“La ‘Vieja’ nos quiere mucho. Hasta los castigos son buenos. Es lo máximo”, dice Diego Villalobos Jamarillo, de 10 años.

Hace tres sábados sus chicos le mostraron cuánto la querían en el programa de televisión “Dilo cantando”.

La ‘Vieja’ es lambayecana. Nació en la hacienda Tumán, creció en Pomalca y fue al colegio en Chiclayo. Vino a Lima de muy joven, traída por una familia para que le cocinara. “La ruta a Lima era tierra”, evoca.

Luego de formar equipos de adultos en Chorrillos, Barranco y Miraflores, distritos en los que vivió antes de mudarse a este barrio, frente a lo que hoy es la Bombonera, la ‘Vieja’ adoptó a todo niño, adolescente o joven de Los Olivos que quisiera patear la pelota.

LOS ÍDOLOS Vive sola. Tiene alquilada la mayor parte de su casa y ocupa una especie de minidepartamento lleno de trofeos y fotos del ‘Puma’ Carranza, su ídolo.

“¿Por qué me gusta el fútbol? No sé exactamente. Es mi pasión. Si tengo que dejar de comer para venir a entrenar, dejo de comer. A veces hasta enferma he venido”, resalta la entrenadora que alguna vez inscribió al América Mimi en la Federación Peruana de Fútbol.

“Vi a Pelé en Lima con el Santos. También vi a Lolo Fernández. Soy hincha de la ‘U’. ¡Gallina vieja!”, manifiesta mientras sonríe coqueta. “Sé que Messi jugará en el Estadio Nacional con sus amigos el 2 de julio. Deseo mucho conocerlo, pero no tengo para la entrada”, añade.

Luego de soñar despierta, cerca de uno de los arcos, la directora técnica no puede evitar proyectarse. “Cuando muera –dice–, quiero que me velen acá, en la cancha. Es como mi casa”.