El error más común que cometemos con nuestra mascota es pensar que seguirá nuestras órdenes porque creemos que entiende lo que le decimos. Falso. Toda indicación que queremos que aplique -incluso llamarlos para que se acerquen- debemos enseñárselas nosotros.
Mientras más joven sea tu perro, más fácil será enseñarle. El aprendizaje es siempre un proceso gradual que debe iniciarse desde que la mascota llega a casa y que demandará toda tu paciencia y constancia. Pero nunca es tarde para incentivar nuevas lecciones.
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Los perros aprenden al asociar palabras con órdenes y señales. Sus primeras lecciones deben ser en un lugar sin distracciones para mantener su atención. Cuando empiece a aprender, puedes hacer que la situación sea un poco más “complicada”. Por ejemplo, que entre alguien a la habitación, cambiar de espacio o hacer un ruido distinto.
Una vez que has conseguido que el perro te obedezca, empieza a practicar en un parque con tranquilidad. Luego realiza el ejercicio con gente, con otros perros y en situaciones reales. Ten en cuenta que todo proceso de aprendizaje demanda paciencia. Es importante que tu perro se divierta mientras aprende. Piensa qué puedes hacer para que tu mascota te vea como un buen compañero de juegos. Tu engreído te hará caso si asocia la indicación a algo divertido o a un premio.
Repite el ejercicio varias veces durante el día en cortos periodos de tiempo y después déjalo libre para que no se estrese. Si no te hace caso, corrígelo en el momento. Recuerda asociar el llamado con algo positivo. Nunca lo llames para castigarlo.
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Las recompensas son muy importantes. Puedes usar algo que le guste comer, darle caricias o una felicitación verbal efusiva. Cada perro tiene sus propias preferencias, así que debes descubrir qué lo motiva. Las gratificaciones deben ser constantes: así ya haya aprendido, sigue felicitándolo. Los premios deben reducirse gradualmente y de vez en cuando volverse a usar para reforzar la conducta.
Si notas que le cuesta hacerte caso es posible que le estés exigiendo demasiado. Empieza nuevamente con ejercicios más fáciles y, sobre todo, nunca pierdas la paciencia y la constancia.
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