Los días de semana los desayunos son un tema particular. El tiempo es apretado y parece que vuela mientras calentamos motores. Aparte, debemos estar listos muy temprano para empezar bien el día y de buen humor. Se entiende por estar 'listos’ para salir estar limpios, cambiados y con desayuno. Lograr todo esto en una hora récord es verdaderamente un reto. Sobre todo si no eres una persona organizada y decides todo a último minuto (qué tomaran de desayuno los chicos; qué ropa usaran; qué loncheras mandarás). Esto sin contar si eres dormilona o dormilón y vas posponiendo tu alarma.
No importa qué tipo de persona seas, organizada o no, igual tus hijos deben tomar desayuno y muchos no quieren hacerlo. Entonces, ¿encima de todo lo que hay que hacer en las mañanas tenemos que batallar para que tomen desayuno? Muchos podrán decir ‘no tengo hambre a esta hora’, ‘me da náuseas el desayuno tan temprano’ o ‘no te preocupes que en un ratito es hora de la primera lonchera’. En mi casa no es una opción saltarse el desayuno, pero tampoco creo en obligar a nadie a tomarlo. Por eso les daré mis recomendaciones como mamá de tres, que le interesa que las mañanas funcionen. Con desayuno incluido.
Lo primero: hay que despertarse con tiempo para bajar el nivel de estrés.
-Para sus hijos: Les recomiendo despertarlos 1 hora antes; 30 minutos para ir al baño y cambiarse + 30 minutos para desayunar y lavarse los dientes.
-Para las mamás y/o papás: Les recomiendo despertarse 1 hora y 15 minutos antes. Los 15 minutos extras nos dan tiempo para ocuparnos de nosotros primero, esto dará armonía a la familia y podremos atender a los chicos con tranquilidad.
Las mañanas son suficientemente intensas, no sumemos a esta intensidad ‘apúrate’, ‘levántate’, ‘cámbiate rápido', ‘no llegamos’ ‘te dije que te acostaras temprano’... Si algo no está funcionando, no repitamos los mismos errores día tras día. Les confieso que hasta ahora lo seguimos intentando en mi casa, es un trabajo diario. Un buen comienzo, realmente, hace la diferencia en tu día (y vida) y el de toda tu familia. Recordemos que nuestras vidas se construyen de la cotidianidad.
Mi rutina:
1. Suena mi alarma, la pospongo y sigo durmiendo (jaja); a la segunda o tercera me levanto (por eso la pongo más temprano). Nunca he podido despertarme a la primera alarma, por eso trato de ser consciente y no exigirle a mis hijas que se levanten a la ‘primera llamada’. Si te liberas de querer que tus hijos te hagan caso a todo lo que les pides a la primera o sin cuestionar, todo será más fácil. Sepamos que nuestros hijos no son robots que siguen indicaciones, ellos también tienen emociones y sensaciones.
2. Voy a pasarle la voz a mi hija mayor, (‘primera llamada’) para que se vaya despertando. Después voy al baño, me lavo la cara, los dientes y tomo agua.
3. Regreso al cuarto de mi hija y le vuelvo a pasar la voz ‘segunda llamada’ con un abrazo y beso. Muchas veces me acuesto unos minutos con ella para apapacharla y lograr despertarla feliz.
4. Le escojo su ropa y se la dejo en su cama mientras ella va al baño. Si no quiere ponerse algo de lo que le escogí lo puede cambiar, siempre y cuando siga los parámetros básicos (como ropa de invierno en invierno, y de verano en verano).
5. Preparo y sirvo el desayuno mientas ella se cambia.
6. Nos sentamos a tomar desayuno mientras conversamos tranquilas, ¡y con tiempo!
7. Vamos al baño, nos lavamos las manos, los dientes y salimos.
Ustedes se preguntarán porque les habló de todo esto, ¿acaso no estábamos hablando del desayuno? Es porque toda la rutina es importante y no se puede desligar y declarar al desayuno como un problema independiente. Como todo en la vida, es parte de un todo y mientras lo entendamos así tendremos éxito. Mientras haya tiempo y armonía los chicos estarán más dispuestos a desayunar.
La forma en que abordemos las diferentes situaciones en la vida es sumamente importante. Yo les puedo dar las mejores recetas para los desayunos y pueden no funcionar, si no las aplican correctamente. Tener reglas claras es fundamental, pero todos sabemos de qué pie cojeamos y de cuál nuestros hijos. Caminemos juntos en familia con humildad y amor, que no somos perfectos y nunca lo seremos. Pero, por favor, ¡tomemos desayuno!