De todo lo bueno que mi hermana me ha dado en esta vida, lo más valioso, preciado e inagotable son sus hijos. No solo tengo un sobrino, sino cuatro; tres niños maravillosos y una niña excepcional. Nuevamente estamos conviviendo juntos, gracias a una de las decisiones más inteligentes que hayamos tomado a nivel familiar.
La idea era poder mudarnos lejos del caos y el miedo generalizado, a un espacio donde podamos respirar con mayor libertad y donde la naturaleza, con su sola presencia, nos ayudara a preservar la cordura.
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Así nos mudamos mi familia y la familia de mi hermana a convivir este verano alejados de Lima y ha sido esta convivencia la que me ha permitido conocerlos todavía aún más de lo que yo creía; descubrir sus superpoderes, compartir infinitas risas y contemplar su magia, individual y única.
Pensé, ante mi absoluta veneración a ellos, que debía rendirles un homenaje y contarles a todos lo especial que resultan para mi vida.
Tomás, Adrián, Mariano y Siena.
Tomás es mi ahijado y el primogénito, también a su corta edad una de las personas más perseverantes que existe; transforma cualquier ‘no puedo’ en motor y motivo y, en vez de dejarse llevar y darse por vencido, se sirve de una persistencia única para conseguir derribar cualquier barrera que su mente o las opiniones ajenas puedan crear.
No solo eso: es curioso por naturaleza y a pesar de tener once años sabe más de ciencia, física e historia que lo que yo pude haber aprendido. Su memoria es realmente poderosa y su terquedad es su mejor oportunidad de convertirse en aquello a donde sus sueños lo lleven, que estoy segura será muy, muy lejos.
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Adrián es el segundo de mis sobrinos y su sensibilidad absoluta le permite interpretar las cosas siempre fuera de la caja, desde otro ángulo, desde otra perspectiva. Su creatividad es tan sorprendente que a su edad ya ha escrito un libro, él solito, donde reflexiona sobre pensamientos, emociones y sentimientos, e inventa nuevos conceptos. Cuando lo leía no podía creerlo: es un genio, por donde se le mire. Arma y desarma cubos rubik, campeona en torneos de ajedrez y es un talentoso jugador de Pictionary, el terror del equipo contrario.
Mariano, el menor de los hombres, tiene una belleza que brilla a la luz del dorado de sus rulos, una sonrisa gigante –a pesar de haber perdido los dientes frontales– y una picardía que supera a la de cualquiera. Tiene más valor que el Chapulín Colorado y acaba de descubrir que las olas grandes no son para temerlas, sino para correrlas y disfrutarlas. No hay límite que su edad le imponga: él puede con todo y, si no, pregúntenles a sus pies descalzos sobre la arena hirviendo. Ni se inmuta, como un X-Men.
Siena llegó para maravillarnos la vida con sus ocurrencias, léxico de bibliotecaria y lectora empedernida y su incuestionable belleza. No tengo idea de dónde y cómo, a sus dos años y medio, incorpora en sus frases palabras como “extraordinario” o “fantástico”, y elabora preguntas cómo: “tío, ¿en qué estás pensando?”. Y frases como “no entiendo lo que me dices” o “tú te la pierdes”.
Me imagino que nacer después de tres hombres, como sus hermanos, le ha permitido aprender cosas que de otra forma no sería posible.
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La verdad es que la mezcla de mi hermana con mi cuñado, Ian, con quien está felizmente casada desde hace quince años y quien resultó ser un hermano para mí, gracias a la vida, trae frutos deliciosos, adorables, incomparables, que les están dando a mis días felicidad, sorpresa, chispas y amor de sobrinos.
No puedo estarles más agradecida. //