Quien escribe es solo un ciudadano que resiente la decadencia del debate público. La validez de las preguntas que expondré a continuación se tendrá que valorar en otro foro, a lo mejor especializado, que pueda explicar aquello en lo que falla el sentido común. De ahí a que estemos obligados a retroceder hasta el grado cero de la política, que es simplemente notar, anotar y luego preguntar. Como por ejemplo ahora.
1. Vacancia por incapacidad moral. Hace más de dos décadas se forzó un gesto “digno” para rechazar la vergonzosa renuncia por fax de Alberto Fujimori. El resultado fue un forado en el equilibrio de poderes que convirtió algo tan sensible como el mandato presidencial en un vulgar conteo de votos parlamentarios. Desde entonces, y sin que el Tribunal Constitucional haya querido resolver la ambigüedad de esta figura, vivimos en una seudodemocracia parlamentaria donde la sobrevivencia del Ejecutivo depende de mantener alrededor de 40 congresistas adictos a Palacio. Cinco presidentes en cinco años convierten este despropósito en ridiculez, a pesar de que coyunturalmente convenga a tal o cual propósito. ¿Este es el sistema que nos llevará a la OCDE?
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2. Denegación fáctica de confianza. Se escindió la formalidad jurídica con la realidad política: la diferencia entre los hechos y el papel se hizo insalvable. Al legitimar esta ruptura –que muchos, en su momento, celebramos, si vale el mea culpa–, el Tribunal Constitucional volvió a desequilibrar la arquitectura del Estado, solo que esta vez a su favor, al ser el máximo intérprete que valida tal o cual camino. ¿La realidad está en los decretos o en los hechos? ¿En las actas o en los actos? ¿Es sostenible este quiebre? ¿Construye institucionalidad? ¿Existe algo así como una democracia no formal o informal?
3. Bicameralidad. Martín Vizcarra utilizó la democracia participativa con mala entraña y fines cortos, a tal punto que pidió a la ciudadanía que vote en contra de lo que era una reforma estructural con el propósito de hacer un ajuste de cuentas. Hoy el Congreso entreabre la posibilidad de tener un Senado de cara a un escenario de elecciones generales anticipadas por evidente conveniencia. ¿Tiene sentido preguntar a los peruanos si queremos bicameralidad luego de que, hace tan solo dos años, la población electoral dijo que no? Y si se aprueba, ¿qué valor tendrán los próximos referendos que se realicen?
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4. Retroceso en equidad. ¿Puede un presidente que hizo su tesis sobre el efecto positivo del enfoque de género en la educación rural desmontar las reformas estatales que aseguran esa educación igualitaria? ¿No hay en ese gesto, incluso sin tomar en cuenta las denuncias de plagio, una inmoralidad mayor? ¿Con qué sal de frutas se digiere ese bocado?
5. Sensibilidades arbitrarias. Desde el 2001 a la fecha, según varíe la fuente que se consulte, han fallecido entre 159 y 250 personas en protestas sociales. ¿Cuántos ministros de Toledo, García, Humala, PPK, Vizcarra, Merino, Sagasti y Castillo han sido procesados por ello? ¿Y cuántos sentenciados? ¿Tienen responsabilidad penal las personas que ocupan cargos políticos o no? ¿Y por qué cada una de esas muertes no nos indigna o moviliza por igual? //