La escuela musical, el gusto por el rock sudamericano y también por el rock clásico en inglés viene de su padre. Pero cuando Juan Carlos Iwasaki era un escolar –hace unos pocos años–, se tropezó con el freestyle en la calle y su vida cambió. “Fue como una explosión, una licuadora. Hubo una fusión de todo lo que había aprendido, con el rap”, dice el compositor y varias veces campeón de las famosas ‘batallas de gallos’, el show de la improvisación y la rima urbana.
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—Eres un freestyler, pero tu música no sigue el estilo reconocible, hasta violento, de otros raperos.
Yo escribo según mi realidad y mis sensaciones. No podría escribir sobre las drogas en la calle, porque ni las he vivido ni es mi onda. Yo escribo sobre cómo me siento, lo que me pasa. Mantengo mi esencia.
—¿Con qué te quedas, con la música o las batallas?
Mil por mil, la música. Yo separo mucho el freestyle de las batallas. En una batalla tienes que atacar a alguien, en un freestyle rapeas lo que tú quieras. En mis conciertos siempre voy a hacer freestyle. Va a haber un momento en que me voy a poner a improvisar y decir lo que siento, sin tener que atacar a nadie. Me parece mucho mejor, más puro.
—Vi una entrevista de hace dos años donde ya hablabas de tu disco. Se hizo realidad.
Mi sueño era tocar en vivo y ahora por fin tengo un show completo por mi disco con nueve canciones, más las cuatro que ya saqué. En el 2019 me invitaron a un festival y no pude ir porque solo tenia una canción. Me dijeron: paciencia. En el 2020 ya tenía más canciones y vino la pandemia, tuve que ser paciente, pero al fin tengo el futuro en mis manos.
EL DISCO
—¿Hay algún mecanismo que tengan los bravos del freestyle para improvisar con rapidez?
En mi caso, me sirve mucho escuchar música. Para rapear apago mi mente y solo me dejo llevar según lo que me salga. Me sale la palabra “planta”: “semana santa, me encanta”, y así voy jugando. En una batalla a veces eso cuesta factura porque no atacas mucho. Pero me parece la manera más bonita de hacer improvisación. Gracias a las batallas has conseguido fans en el extranjero.
—¿Dónde te quieren más?
De hecho, el país que más escucha mi música es México, más que Perú. México y Argentina más que Perú, y de ahí España, Chile, Guatemala, Costa Rica, Panamá, Uruguay, Paraguay, Venezuela, Colombia, toda Latinoamérica y es bonito. Pero Argentina fue el país que mejor me recibió cuando empecé.
—Si no fuera por el freestyle, ¿qué estarías haciendo?
Antes que freestyler, soy músico. Yo quería ser baterista pero preferí ser compositor. Hay una canción del disco que se llama Lunares, la hice cuando yo tenía 12 años.
—¿Cómo harás para no empezar a marearte o sentirte un diosecillo?
Tener estos trofeos acá no me gusta mucho, pero no hay dónde ponerlos. No es que me represente el trofeo en sí, sino la experiencia, los momentos. Me junto con los amigos de siempre, del colegio. Me siguen jodiendo igual. No siento mucho la diferencia, más allá de que me paren en la calle, pero después sigo siendo el mismo. //
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