Mario Gayoso Noguerol es lo que los ‘gringos’ denominan un maker. Esto en español se traduce como un hacedor. Es decir: una persona que, por pasión e iniciativa propia, emplea herramientas y conocimientos para concebir y fabricar todo tipo de objetos. Una artesano autodidacta de tiempos modernos que para ese fin se vale de la tecnología. Así, a este limeño se lo ha visto armando y desarmando cosas casi desde que nació en 1984.
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Un taller de robótica en el que fue inscrito a los 11 años por su padre fue clave para que él entendiera desde chico la fascinación que le generaba darle un soplido vital a varias partes de algo, de manera que estas se convirtieran en un todo. Imposible imaginar entonces que su habilidad desafiada por décadas en la cochera de su casa iba a terminar siendo requerida por la empresa de streaming de entretenimiento más grande del mundo: Netflix. “Me llamaron en medio de la pandemia para decirme que, entre millones de americanos, me querían en uno de sus más ambiciosos programas concurso. Como peruano desconfiado, al inicio, no les creí”, dice el hoy residente de la ciudad de Austin, en Texas.

El show para el que Mario estaba siendo convocado se llama Baking imposible, aunque en Latinoamérica se le conoce como Delicias de la ingeniería (puede ver el tráiler del programa, en el que aparece el protagonista de esta historia, líneas arriba). Este tiene como premisa central hacer competir a nueve dúos de participantes, cada uno conformado por un pastelero y un ingeniero. Los equipos deben superar una serie de pruebas que combinen la hechura de postres comestibles -nada de prototipos de mentira sin sabor- y los principios básicos de la ingeniería y la tecnología en un solo elemento o circuito. A él le tocó como compañero un pastelero italiano llamado Joe. El que gana el certamen se lleva nada menos que US$100 mil, lo suficiente para ir inventando por la vida sin preocuparse por más hasta la próxima pandemia.
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Lo que hace la historia de Mario más interesante es que él no se graduó como ingeniero. “Eso fue lo primero que le dije a la gente de Netflix. Yo estudié ingeniera electrónica hasta el cuarto año en la PUCP, pero luego me cambié a administración de empresas en la de Lima. He trabajado en áreas de marketing y manejo de negocios por décadas en empresas como Groupon, Telemundo y Univisión, digamos que así me he ganado la vida. Pero es cierto que nunca me he desvinculado de la creación, de inventar, ensamblar cosas. Eso me apasiona. De hecho hoy tengo una empresa de impresión en 3D que se llama Eme Creative Lab, donde desarrollamos prototipos para empresas. Así si alguien quiere sacar al mercado una línea de plumeros, nosotros diseñamos el modelo inicial y lo vamos perfeccionando para que luego se produzcan en serie”, detalla. De ahí que, por ejemplo, hoy tenga cumplido el sueño de tener una casa inteligente a la que él mismo ha programado. “Todo lo concebí y preparé gracias a los principios fundamentales de la inteligencia artificial. Si estoy en la sala parado y digo ‘movie time’, las luces automáticamente se atenúan y se prende el televisor”.
Los productores de Netflix vieron en el 2020 sus creaciones en Instagram, donde siempre ha publicados los divertidos y locos proyectos en los que anda involucrado. E identificó potencial. Todos se relacionaban a robótica, electrónica, impresión 3D y más. No vamos a ahondar sobre su participación en el concurso para no spoilear a quien desee verlo, pero diremos que dio mucho que hablar. El ingenio peruano, literalmente, puede ser visto a través de él en 137 países y en 10 idiomas. La primera temporada ya puede disfrutarse desde el 6 de octubre.
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“La experiencia en el programa ha sido maravillosa. He conocido y competido con ingenieros que diseñan trajes para la NASA o pasteleros de talla mundial, gente que hace obras en chocolatería extraordinaria. Además hoy me han buscado algunas empresas para hacerles auspicios. Pero lo que más me emociona de todo es recibir mensajes de muchos ingenieros y de tantos otros makers de Latinoamérica en los que me dicen que los he inspirado a poner manos a la obra. A retomar proyectos que tenían inconcluso en sus cocheras o inclusos más grandes como emprendimientos. Les ha conmovido, y a mí también, que sea un representante latino en ese espacio de talla mundial. Eso ha sido todo para mí”.
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