Amarillo y azul. La bandera es un símbolo del hermoso cielo ucraniano y del dorado trigo que crece en sus interminables campos, que tienen la fama de ser el granero de Europa. De hecho, el precio del cereal se disparó a cotizaciones nunca antes vistas con la reciente invasión decretada por Putin.
Desde Lima, Helena Braguina, 28 años viviendo en el Perú, no piensa aún en la hambruna que la paralización de las cosechas pueda acarrear. Ni en el golpe económico a su país, pues también se ha bloqueado el suministro del insumo del pan a países compradores.
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Desde que empezó la invasión a Ucrania, la profesora de gastronomía y antes casada con peruano, viste de azulino y ese amarillo radiante que simbolizan a un país que, a pesar de no estar entre los más ricos de Europa, tenía recursos de sobra para seguir avanzando hacia el bienestar.
“No sé si hay palabras para descifrar el sentimiento que tenemos todos, de preocupación, de miedo, de dolor, de no poder hacer nada para ayudar a nuestras familias”, me dice con el rostro pálido y los ojos llenos de las huellas del sufrimiento.
Helena nació en Rusia por una eventualidad: Ucrania y Rusia eran un solo país y hasta hoy comparten historia y cultura. Pero su familia, su sangre y su corazón siempre fueron ucranianos. “Mi país es más hermoso, su comida es muy rica, incluso la sopa llamada borsch, muy famosa en Rusia, es de origen ucraniano”, señala quien ha vivido tanto tiempo en el Perú que incluso también es profesora de gastronomía peruana, una cocina que le encantó desde el inicio.
Pero sus ojos vuelven a teñirse de tristeza cuando la realidad la acecha. Una y otra vez busca las noticias por el celular. “Yo visitaba Ucrania cada dos años y veía cómo todo iba mejorando”. Ahora el ‘hermano mayor’ destruyó esa poca prosperidad. “Nosotros tenemos problemas, como cualquier país; puede haber corrupción, problemas internos, pero es lo que eligió nuestro pueblo. Nunca hemos amenazado a ninguna otra nación”. A Helena le molesta que cierta prensa tergiverse la información. “Estoy muy preocupada por mis sobrinos, están ya varios días en los sótanos y no tienen ninguna comodidad. En estos momentos su ciudad está siendo bombardeada. Los alimentos se están acabando y están muy asustados”.
Alexander Kobzar tiene 28 años y desde que llegó a Lima, en el 2015, tuvo la idea de crear un emprendimiento de comida de su país. Es también instructor de box. Pero ahora ha dejado todo para asistir cada tarde ante la embajada rusa de la avenida Salaverry y levantar su voz de protesta. “Nunca me he sentido tan triste por lo que está pasando en mi país. Matan a los niños, a nuestra gente. Putin quiere usar armas nucleares contra Europa y, si las usa, morirán muchas personas. Hoy es Ucrania, mañana puede ser Europa. Putin es un segundo Hitler que puede comenzar la tercera guerra mundial”.
Su padre y su madre siguen allá. Sus amigos están luchando. No sabe nada de ellos. “Siento el apoyo de los peruanos, y estoy muy agradecido”. De los taxis y autos de cualquier tipo salen manos en alto en señal de solidaridad. “Mi mañana no empieza con buena vibra, cada día debo llamar a mi familia para saber cómo está. Así vivimos los ucranianos”. Dice que, apenas pueda, viajará a Ucrania para proteger su tierra.
Rostyslav Skulbeda es un joven modelo y actor que nació cerca de la frontera de Ucrania con Bielorrusia. “La principal diferencia entre un ruso y un ucraniano es que algunos de ellos se creen los dueños del mundo. Nosotros somos más abiertos en la política. Obviamente, la mayoría es gente buena, pero la que está en el gobierno es zombie”.
Su familia, me dice, está en un pueblo. Y hasta allá no llegan las tropas, pero ayer vieron pasar proyectiles. “Yo confío en que más rusos nos apoyen y salgan a protestar para poner fin a esta guerra”. //
La devastación de la guerra
En los primeros siete días desde el ataque de Rusia fallecieron 2 mil civiles ucranianos, reportó el Servicio Estatal de Emergencia de Ucrania.
Cientos de ciudadanos ucranianos varones de entre 18 y 60 años se registran en oficinas militares para apoyar en contraataques.
Autoridades ucranianas denunciaron que Rusia ha lanzado bombas termobáricas o bombas de vacío, que explotan provocando altas temperaturas.
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