Parecía una tarde cualquiera. José León (34) terminaba su patrullaje en El Carmen, ubicado en el centro poblado de Aguas Verdes, uno de los sectores más ‘bravos’ del Bosque de Protección Alto Mayo (182 mil hectáreas entre San Martín, Amazonas y Loreto): la deforestación es la principal amenaza y muchos allí no quieren cerca la presencia de un guardaparques. Acompañado de otros compañeros y la Policía de Medio Ambiente, intentó –sin éxito– concientizar sobre la importancia del cuidado del bosque. De regreso al campamento, notaron que se formaban diversos grupos, hasta de comunidades aledañas. “La Policía intentó poner orden, pero no pudimos hacer nada: éramos 16 contra 200 personas”. Los desalojaron en plena madrugada y los obligaron a caminar descalzos hasta la carretera. Tenía cinco años como guardaparques cuando vivió en 2016 ese terrible incidente. Pero eso no lo hizo retroceder.
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José quería ser maestro en su natal Santa Clara (Cajamarca), pero su hermano mayor, Florencio, lo animó a probar suerte en San Martín. Empezó como guardaparques voluntario y entendió la importancia de tremenda labor: el bosque protege 14 microcuencas y en él se forma la naciente del río Mayo, que provee de agua a más de 280 mil personas; alberga más de 300 especies de orquídeas y se han registrado –hasta el momento– alrededor de 500 especies de aves. Eso, más terapia psicológica y apoyo del equipo, permitió que continúe cuidando al bosque. De cierta forma, además, le permite practicar la docencia: enseñar a la población que ese ecosistema es, pues, suyo y que el beneficio es para todos.
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“Un guardaparques también ayuda al poblador. Nos han capacitado para primeros auxilios. Hacemos educación ambiental. Un guardaparques está preparado para todo”, enfatiza Elolbita Villalobos (38), la única guardaparques mujer del área natural. Pasó su niñez entre árboles, cielo despejado y agua cristalina del río. Era de esperar que, cuando unos amigos de la familia la llamaron para sumarse al bosque de protección, en 2010, aceptara sin dudarlo. A los dos meses, quemaron su puesto de control. Se desconoce quiénes fueron los responsables. “Fue mi bautizo”. Pasaron dos años y se fue a emprender unos proyectos personales. Regresó en 2012 y, desde entonces, mantiene contacto con el bosque. “Al inicio, los guardaparques no eran bien vistos. Ahora, en el 70% de los sectores nos reciben. Hemos ido ganando la confianza. Es un trabajo constante”, dice mientras se toma unos minutos para ver cómo la vegetación pareciera absorber la neblina. En las noches, su linterna y la luz de la luna son sus guías. Le pregunto si no le da miedo estar a solas. “Respeto el espíritu del bosque”, responde mientras acaricia a un perrito callejero. Ellos también son sus compañeros de recorridos.
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Crower Chumacero (36) siempre ha tenido una conexión con el bosque. Es el lugar que más le ha enseñado a escuchar. Mientras caminamos al interior del área, cierra los ojos en varias oportunidades: hay un ave cerca. Es imperceptible para los oídos citadinos, que solo reconocen el claxon, pero Crower sabe qué especie es. No en vano, en sus más de diez años como guardaparques, ha fotografiado a más de 100 especies. Se apoya en sus binoculares y libreta de registros. “El bosque es tan generoso que siempre aprendes algo”, dice. Esa reciprocidad se forjó –más– luego del incidente de 2016 en El Carmen, donde también estuvo presente. “A raíz de ese problema, se movilizaron las autoridades. Se llegó a más acuerdos (el más importante: más patrullaje policial) y, sobre todo, que las personas entiendan que el bosque les pertenece. Nosotros en algún momento nos iremos, esto queda para ellos”. Lo reconforta escuchar que, gracias a ellos, aún hay agua, hay animales, hay bosque. Pero el mejor halago viene de su pequeño de siete años: quiere ser guardaparques, como él. //
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CONSERVACIÓN
El Bosque de Protección Alto Mayo (BPAM) es administrado por el Servicio Nacional de Áreas Naturales Protegidas (Sernanp) y cogestionado por Conservación Internacional. El acuerdo ha permitido reducir la deforestación en 42% y ha evitado que más de 7,6 millones de toneladas CO2 contaminen el ambiente.
El café se cultiva bajo sistemas agroforestales para aprovechar los minerales del bosque. La Cooperativa de Servicios Múltiples Bosque de Alto Mayo (COOPBAM), exporta a mercados exclusivos de Europa y Norteamérica, llegando a vender en los parques temáticos de Disney.
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