Speakeasy no significa ‘hable fácil’, pero después de un buen negroni eso es lo que uno puede terminar haciendo. El término –popularizado y consolidado en muchas capitales gastronómicas del mundo– hace alusión a los bares a puertas cerradas del Estados Unidos de la ley seca. Precisamente, es en ese período (décadas del 20 y el 30) que la coctelería que venía forjándose desde finales del siglo XIX conoció su primer apogeo. Aquella fue la época de los clásicos: de los gin & tonics (primera muestra del retorno de la coctelería vieja escuela a las barras modernas), manhattans, martinis y screwdrivers. Todo vuelve, estimado lector. Recuerde eso.
Pablo Brovelli y Nicolás Castro son dos argentinos establecidos en Lima que saben algo de ir y volver. El primero, publicista de profesión; el segundo, uno de los bartenders más reconocidos de Buenos Aires. Ambos se conocieron en Ecuador trabajando cada uno en lo suyo. El destino y la buena fama de nuestra capital hizo que se establecieran por estos lares –en el distrito de San Isidro, en concreto– para abrir su propia versión de speakeasy. A Bitter Cocktail Club se entra por lo que parece ser una tienda de muebles. Una que no tiene cartel ni tiene muebles.
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Amores de barraEl menú base es solo el punto de partida. Aquí conviene dejarse llevar por la sugerencia en función a aquello que se desea probar. Por ejemplo, el negroni en su versión más purista (S/ 30) permite elegir el bitter. No es mala idea ir por uno con aromas a cereza. Versiones ‘hermanas’ del coctel de origen italiano como el Americano (Campari, Cinzano rosso, agua con gas, rodaja de limón; S/ 28) o el Negroni Sbagliato o “equivocado” (Campari, Cinzano rosso, espumante, S/ 35) han sido rescatadas por la dupla Brovelli-Castro para esta aventura con aires vintage. Clásicos reinventados en la forma de un John Snow Collins (bourbon Wild Turkey, limón, azúcar, soda, coco, bitter; S/ 32), un Other Side (grappa, Jaggermeister, Malamado, bitter de naranja; S/ 36) o un Planters Punch (ron Havana 3, piña, naranja, limón, frutos rojos, bitter; S/ 32) terminan de darle forma a una barra para conocer, primero, en secreto.
Sacudido, no revueltoCada semana la contraseña de entrada se comparte en las cuentas de Facebook e Instagram del local. Le dejamos una ayudita para este sábado: la actual es Casanova.Los cítricos juegan un rol especial en la preparación de los hielos: cáscaras de pomelo, naranja, limón o lima se incluyen en los cubos (tallados a mano) y se van usando según el coctel y el gusto del cliente.Si bien el pisco no es la especialidad de la casa, puede pedir cualquier bebida a base del destilado, como el pisco punch.
EL DATODirección: Avenida Conquistadores 556, San IsidroHorarios: Martes a jueves de 7 p.m. a 12 a.m. Viernes a sábado de 7 p.m. a 3 a.m. (Martes solo con reservas para grupos. Experiencias con cocteles personalizados) Contacto: 967121217