En medio de un idílico paisaje montañoso en el interior de Panamá crece en cautiverio un super salmón genéticamente modificado que pronto podría acabar en el plato de cualquier estadounidense.
Boquete, en la provincia de Chiriquí, a unos 1.200 metros sobre el nivel del mar, parece un escenario insólito para albergar el polémico proyecto con el que la compañía estadounidense Aquabounty Technologies viene experimentando desde hace casi dos décadas.
De cumplir los requisitos de la Agencia de Alimentos y Medicinas de Estados Unidos, (FDA por sus siglas en inglés) los salmones que crecen en sus tanques panameños podrían pasar a la historia como los primeros animales genéticamente modificados aprobados y comercializados para consumo humano.
Los peces, denominados AquAdvantage Salmon, son salmones del Atlántico modificados para crecer más rápido y alcanzar un tamaño mayor que sus pares silvestres, de ahí el apodo de super salmones.
Eso, gracias a los genes prestados del salmón Chinook del Pacífico y de la anguila marina.
Tras 17 años de investigaciones, los científicos de la empresa Aquabounty lograron que los especímenes alcanzaran el tamaño de mercado en apenas 18 meses, casi la mitad de tiempo que le toma a sus homólogos no modificados.
Y desde hace esos mismos años, paralelamente a la investigación científica Aquabounty busca la aprobación de la FDA, algo que parece estar cada vez más cerca.
DE LA PISCIFACTORÍA A LA MESA Desde hace varios meses la aplicación del AquAdvantage Salmon se encuentra en la fase final de valoración de la FDA, en la que se analiza el posible impacto ambiental de los animales genéticamente modificados y se valora si son seguros para el consumo humano.
El pasado mes de diciembre la FDA emitió un informe en el que declaraba que el salmón transgénico AquAdvantage no tiene un impacto significativo para el medio ambiente, algo que normalmente precede a una aprobación.
Una de las preocupaciones principales de la Agencia estadounidense es que los salmones genéticamente modificados puedan escapar y, debido a su tamaño superior, puedan acabar desbancando a la pobación natural de salmón Atlántico.
Pero el propio estudio de la FDA concluyó que incluso si estos pescados transgénicos llegaran a escaparse de sus tanques en tierra firme y llegaran a aguas silvestres, sería poco probable que llegaran muy lejos ya que el agua cercana de Panamá es demasiado cálida como para que sobrevivan.
Aún así, esas valoraciones recibieron muchas críticas, tanto de organizaciones interesadas en la industria, entre ellas grandes cadenas de supermercados, como de grupos de activistas y ecologistas. Muchos temen que el pez transgénico pueda llegar a los mares, reproducirse y afectar al ecosistema.
Entre tanta polémica, el pasado febrero la FDA decidió extender dos meses más el periodo abierto para presentar objecciones a su informe sobre el impacto ambiental del salmón AquAdvantage.
Ese plazo terminó el pasado 26 de abril.
Ahora, todos aguardan una decisión. Pero la agencia estadounidense le confirmó a BBC Mundo que no puede dar una fecha concreta sobre cuando emitirá un fallo.
ALERTAS EN CONTRA Entretanto, un nuevo estudio publicado en la edición más reciente de la revista especializada Proceedings of the Royal Society B, alerta sobre los riesgos potenciales de que un salmón modificado genéticamente se escape a aguas naturales.
En su hábitat natural el salmón del Atlántico se cruza ocasionalmente con una especie cercana, la trucha marrón.
El equipo de científicos canadienses reprodujo ese encuentro en el laboratorio.
Y descubrieron que el 40% de las crías híbridas portaban la distintiva capacidad del salmón transgénico de crecer muy rápido.
En condiciones de piscifactoría, los híbridos transgénicos crecieron más rápido que el salmón silvestre, que la trucha silvestre y que los híbridos silvestres. Los híbridos genéticamente modificados también crecieron más rápido que los salmones genéticamente modificados, le dijo a la BBC el doctor Darek Moreau, de la Memorial University de Newfoundland, en Canadá.
Según los investigadores, este estudio demuestra las posibles consecuencias ecológicas en caso de que un pescado genéticamente modificado se escape a un hábitat natural.
Los propios científicos admiten que el riesgo de que una escapada así suceda y de que además haya un apareamiento con una trucha marrón es bajo, sin embargo dicen que esta información debe ser tomada en cuenta por quienes tomen la decisión de la FDA.
Pero desde AquaBounty desestiman la alerta de este estudio.
Vale la pena mencionar que en 1995 Peter Galbreath y Gary Thorgaard, de la Universidad de Washington State, publicaron una investigación en la que dicen que el híbrido entre el salmón del Atlántico y la trucha marrón es estéril. Si esto es verdad, un híbrido así poca amenaza ecológica podría suponer, ya que no puede reproducirse, dijo Ron Stotish, director ejecutivo de AquaBounty Technologies.
Además, la compañía insiste en que los salmones modificados genéticamente son hembras infértiles y criadas en instalaciones aisladas físicamente, por lo que es poco probable que el pez se reproduzca en un hábitat natural.
De cualquier modo, muchos de los opositores a la solicitud del super salmón argumentan que el sistema de regulación estadounidense no está preparado para lidiar con los casos que generan las nuevas tecnologías, como los animales genéticamente modificados para consumo humano.
La FDA está regulando la petición de AquaBounty como un caso de medicamento animal.
Muchos críticos argumentan que se trata también de un caso de salud pública, y temen que la aprobación del salmón transgénico pueda abrir la puerta para el futuro consumo de todo tipo de animales genéticamente modificados.