Poder llegar de un lugar a otro es crucial no sólo para los individuos sino para la sociedad entera, particularmente en los grandes centros urbanos.
Los encargados del tejido de transporte en todas partes del mundo viven con el espectro de un embotellamiento que paralice gran parte o toda una ciudad.
La certeza de que la necesidad de llevar hordas de personas a todas horas del día de aquí para allá no se esfumará hace que constantemente se discutan, implementen y proyecten soluciones y que se consideren conceptos revolucionarios para el futuro.
Audaces ideas intentan cambiar profundamente el transporte tal como lo conocemos, como ésta, en la que trabaja la firma china Shenzhen Hashi Future Parking Equipment Company.
El 3D Express Fast Bus o Bus expreso rápido 3D se desplazaría sobre el tráfico con unos rieles especiales, en una versión futurística del tranvía.
Los pasajeros se montarían al bus desde plataformas elevadas a la altura de la cabina y viajarían encima de los autos normales, pues el bus forma un túnel movedizo que le permite evitar cualquier problema de tráfico a nivel de calle.
El sistema además lidiaría con las demoras que provocan los mismos buses cuando paran a dejar y recoger pasajeros.
En Europa, entre tanto, se está trabajando una idea con nombre de filósofo: Sartre, acrónimo de Safe Road Trains for the Environment o trenes en autopistas seguros para el medioambiente.
Este es un tren de automóviles por autopista.
En otras palabras, la idea es aprovechar el hecho de que muchos de quienes viajan por las carreteras recorren el mismo camino durante largos trechos.
Así que, en vez de que todos los choferes se preocupen por las mismas cosas en el mismo sitio al mismo tiempo, lo que podrían hacer es sumarse a una fila de autos e ir detrás de un vehículo líder que se ocupa de conducir.
Al entrar en el tren, los autos empiezan a circular automáticamente a una velocidad máxima de 90km/hora y a una distancia no superior de los otros vehículos en la fila de seis metros.
Entre las ventajas se señalan el menor consumo de gasolina, mayor seguridad y la posibilidad de que los conductores se dediquen a otras cosas mientras viajan, como comer, leer o jugar.
Nada de eso podría hacer quien se transporte en el artilugio que está desarrollando la compañía neozelandesa Martin Aircraft, pero eso se compensa con realizar el sueño de volar.
En este caso, no es una solución para el transporte masivo pero este propulsor podría llegar a ser muy útil en misiones de búsqueda y rescate.
La autoridad de aviación civil de Nueva Zelanda le acaba de dar permiso a Martin Aircraft Co. para hacer pruebas con seres humanos, en vez de maniquíes, y la compañía planea que los primeros jetpack o, como le han llamado algunos, motos voladoras salgan al mercado en 2014 para ejércitos y en 2015 para el público en general.
El aparato en sí cuenta con dos ventiladores tipo turbina, que permiten viajar a casi 70 kilómetros por hora y elevarse del suelo más de un kilómetro, aunque por el momento está prohibido que suban más de seis metros.
Mucho más que eso se elevarían quienes viajen en el Clip-air desarrollado por la Escuela Politécnica Federal de Lausanne, Suiza.
El clip-air sería un aeroplano modular con unidades de carga desmontables que permitirían responder a cualquier demanda.
Para ilustrar, un ejemplo: viajar en avión implica generalmente un viaje al aeropuerto. Lo que propone clip-air es un tren de vagones con fuselaje autónomo, que pueden desprenderse de los rieles y encajarse en un par de alas a la hora de despegar.
Los pasajeros harían todo el proceso de seguridad y entrega de equipaje en su estación local de tren y no se tendrían que mover de su asiento hasta que llegaran a otra estación de tren en el centro de la ciudad de destino.
El módulo de al lado del vagón de pasajeros podría ser de carga comercial, de manera que un sólo vuelo satisfaría las necesidades que ahora requerirían de dos.
Y finalmente, un clásico que se creía archivado, tras varios accidentes en los años 30.
La firma estadounidense Aeros está manteniendo viva esa idea de volar en un aparato más ligero que el aire cuando está en el cielo.
Pensado para vuelos tanto civiles como militares, el Aeroscraft despegaría verticalmente y volaría con autonomía y estabilidad durante días.
El dirigible, cuya forma se mantiene gracias a una estructura interna rígida, similar a la de los Zepelines de antaño, no necesitaría de aeropuertos y surcaría el firmamento a la manera de los cruceros en el mar, permitiéndoles a los pasajeros disfrutar del paisaje.