En El Comercio continuamos con nuestra serie de entrevistas a personajes relevantes de la ciencia peruana. El extracto presentado a continuación forma parte de la nueva serie de podcast “Mentes Peruanas”, en donde buscaremos conocer lo que hay detrás de los científicos locales.
Mientras aguarda la publicación de su estudio sobre la importancia de los niveles de oxígeno en la sangre en pacientes con COVID-19, infectólogo Fernando Mejía hace un balance de la pandemia, desde la mirada de un médico tratante del hospital Cayetano Heredia.
—¿La reacción de la ciencia peruana a la pandemia fue la adecuada?
Tuvo una respuesta rápida. Se formaron varios grupos de investigación para tratar de buscar soluciones a los problemas que traía a diario la pandemia. Pero sí ha faltado apoyo del Gobierno. Pero todo eso parte de una falta de apoyo real en tiempos de crisis, de emergencia, a la ciencia. Eso se ve en las decisiones tomadas.
—Esta situación tomó a todos desprevenidos...
Cuando aparece una enfermedad nueva que afecta a la población parece que todo es importante. Ahí, la investigación te demuestra que hay cosas más importantes que otras. Eso nos ha faltado. Un ejemplo claro es el caso de los tratamientos. Si el Perú hubiera querido como Estado saber si un tratamiento era efectivo o no, desde el inicio se habría apoyado un estudio clínico, considerando la cantidad de pacientes que se tenía. Estoy seguro de que en un par de meses hubiéramos tenido las respuestas para las grandes discusiones que hoy estamos teniendo: tratamientos ambulatorios con drogas que en otros lados no se recomiendan, pero que aquí seguimos usando. Se habría ahorrado millones, sabríamos qué tratamientos funcionan y el Perú sería ejemplo de cómo afrontar una pandemia con pocos recursos disponibles.
—Aquí se ha puesto sobre el tapete la discusión de si las decisiones deben tomarse basadas en evidencias o no...
Estamos frente a una enfermedad nueva, de la que sabemos muy poco. No sabemos sobre las reinfecciones, sobre la duración de la inmunidad por contagio o por la vacuna, etc. Pero hay cosas que se han aprendido con las otras epidemias. La principal es que, en una enfermedad sin tratamientos conocidos, no se debe hacer daño. Por ejemplo, el 14 de marzo el hospital [Cayetano Heredia] se estaba preparando para recibir a los pacientes. Me encargaron revisar toda la documentación para ver si es que algo podía ser útil. Empezamos a usar los tratamientos ya conocidos y hasta se desarrolló una nota técnica, que entró en discusión ante las distintas sociedades. Incluso yo fui de los que sostenían que podrían servir. Pero después, vas viendo los casos y vas leyendo información que va saliendo todos los días, con mejor evidencia. Luego, ves cómo van tus pacientes. En el grupo interno de evidencias del hospital llegamos a la conclusión de que ese tratamiento no era efectivo. Modificamos las directivas según aparecía más evidencia y decidimos suspender el uso de hidroxicloroquina desde hace tiempo. La medicina basada en evidencias puede partir de experiencias, pero se va construyendo conforme uno va observando cómo se comportan los pacientes y cuáles son los efectos colaterales. La ciencia no es estática, no se escribe sobre piedra. Va cambiando según hay acceso a la nueva información y uno tiene que adaptarse. Es importante ser abiertos, reflexivos y revisar adecuadamente la información para tomar las mejores decisiones para el paciente.
“Hay cosas que se han aprendido con otras epidemias. La principal [...] es que no se debe hacer daño”.
—Así es como aparece su investigación sobre la necesidad de oxígeno…
Lo que me di cuenta es que el problema principal del país, en relación a cómo enfrentar la epidemia, no eran los tratamientos, no era medicalizar a toda la sociedad, ni la falta de camas UCI. En una entrevista con El Comercio hablé sobre cómo las camas UCI no iban a reducir la mortalidad, pues se invierte muchísimo dinero para una única cama para que pueda salvar a un paciente por mes. Mientras que si pones oxígeno en todos los niveles, camas con puntos de oxígeno, probablemente vamos a salvar más vidas que solo con camas UCI. Ese estudio que hice, lo envié en preprint, pero está en proceso de ser publicado. Dar oxígeno salvó muchas vidas en nuestro hospital. Pasamos a ser el hospital del Ministerio de Salud con más camas con puntos de oxígeno en el país y, con eso, nuestro nivel de mortalidad disminuyó.
— Con el avance de la pandemia, supimos que faltaban camas UCI, pero luego de que estas no vienen solas sino que se necesitan personal y maquinaria especial. Más tarde, descubrimos que faltaba oxígeno. Hacia afuera queda la impresión de que no había mucha previsión en las autoridades, que no sabían lo que se iba a necesitar durante el avance de la pandemia…
Eso tiene que ver con cómo lees los artículos. La realidad del primer mundo y los primeros países afectados es diferente. Inclusive, dentro de Latinoamérica es completamente diferente. Si uno lee la literatura de los chinos, al inicio, sorprende al ver que pese a la infraestructura hospitalaria que tenían, construyeron más hospitales en tiempo récord. La reacción natural era “¡Wow! ¡Los chinos son lo máximo!”, pero la pregunta era ¿por qué no hacemos eso? En una epidemia de neumonías, lo más importante es, primero, el oxígeno; y lo segundo, los chinos ya sabían que los grupos de riesgo eran los que se morían. Hospitalizaban más tempranamente, sin que tuvieran incluso necesidad de oxígeno. ¿Entonces por qué lo hacían? Porque querían monitorizar a los pacientes. Cuando uno lee los artículos, se enfoca en lo más llamativo: “tanto porcentaje de pacientes ingresaron a UCI”. Entonces, uno piensa: “somos el país de Latinoamérica con menos camas UCI y hay que implementarlas”. El esfuerzo va por ahí y va muy bien, pero a los chinos y a los europeos jamás le va a faltar oxígeno. No tienen regulaciones como las que tenemos nosotros. Ellos no conciben que ningún centro hospitalario, de cualquier nivel, no tenga punto de oxígeno continuo durante las 24 horas.
— ¿Qué se debería hacer para que la sociedad peruana no pierda el interés en los temas de la ciencia? ¿Y qué deberían hacer las autoridades para que se mejore el desarrollo de la ciencia peruana?
Cualquier cambio que se pueda hacer depende de quienes toman las decisiones. Entonces, es la responsabilidad de quienes hacemos investigación estar involucrados más activamente en las decisiones que se toman como país. Debería haber científicos peleando por leyes que favorezcan a la ciencia en el Perú. Así como entran artistas y deportistas para pelear por sus gremios, así se deberían pelear las personas de ciencias por leyes o por apoyo. De promover cosas desde el llano hasta que los decisores te escuchen hay un tramo muy grande. Eso lo viví en carne propia durante esta pandemia. Todo lo que hemos comentado sobre el oxígeno se comunicó desde temprano. Pero también es importante visibilizar lo que hace la ciencia. Los decisores ven a la ciencia como un gasto, no como una inversión. La historia nos dice que, en realidad, si uno fortalece la ciencia y la investigación, claramente a futuro va a traer beneficios. El problema es cuando se exige inmediatez. La inmediatez lleva a la corrupción a todo nivel.
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