DIANA GONZALES OBANDO
En el 2014 Morella Petrozzi cumplirá 30 años de haber ingresado a la universidad que ahora la está premiando. Me siento muy contenta y orgullosa, pero de manera humilde porque yo creo que estos premios son reflejo del trabajo que he hecho y hago sin parar durante tanto tiempo ”, señala con una energía envidiable en cada gesto y palabra.
¿Fue una rebeldía ir a estudiar a Estados Unidos? Una rebeldía en toda su dimensión, como adolescente, como mujer joven que empieza a ver este mundo que no le gustó. Qué mejor que la danza contemporánea para representar esta incomprensión. No era el mundo del ballet clásico, de príncipes y princesas que no existen, sino un mundo injusto que me molestaba. Lo primero que hice fue cortarme el pelo porque el ballet clásico está asociado a los cabellos largos.
¿Qué lograste cambiar? Siempre he creído que con el arte, ya que apela a las emociones más profundas del ser humano, se pueden cambiar conciencias, descubrir nuevas formas de pensar. Con que una sola persona se haya conmovido, emocionado o incluso se haya hecho una sola pregunta que nunca se había hecho antes de haber visto uno de mis espectáculos de danza contemporánea, he cambiado el mundo. ¡Aunque sea un poquito!
¿Te cuidas de quienes te rodean? Solo porque creo que uno va depurando sus amistades. Es mejor tener poca gente que te guste a un montón de gente que no te aporta nada.
Con este reconocimiento, el próximo espectáculo 1MT2 en el Festival 100% Cuerpo y la importancia de tu voz en “El gran show”, ¿crees que es uno de los años más importantes de tu carrera? Creo que todos los años son los más importantes de mi carrera. Me encuentro en un momento importante y cuajado porque todo encajó. Si haces bien las cosas desde que eres una jovencita de 18 años y tus maestros ven en ti talento, dedicación, rigor y pasión, surge el efecto dominó. Me siento muy orgullosa por lo que hemos logrado en Danza Viva. Tenemos una escuela con 200 alumnos de ballet clásico y danza contemporánea. Todos los años tenemos una presentación enorme de mucho éxito. Yo vivo de mi danza.
Eres una de las pocas peruanas que puede afirmarlo… Efectivamente, casi como una rara avis de la danza. Yo no me quejo. No digo qué me da mi país, digo qué le doy a mi país y eso es muy importante. Por otro lado, el trabajo en El gran show me hace muy feliz también porque es muy distinto a la expresión artística que yo amo y me sale desde el cogote. Como se lo he dicho a Gisela, el programa ha hecho que el Perú baile. Todos los sábados hay un montón de familias que lo ven por el baile, no por los dimes y diretes. En el Perú solo se habla de comida, ¿solo comemos? Es importante destacar a la gente que danza.
¿Es sacrificado hacer danza en el Perú? Me siento muy mal con eso. Cuando regresé,mi mamá Ducelia Woll, que también es bailarina, tenía un espacio para la danza, y con arduo trabajo hemos salido adelante. Pero muchos jóvenes no tienen esa fortuna. Sé que la Municipalidad de Lima presta sus salas en el Teatro Municipal. Eso lo aplaudo. El ballet clásico y las danzas folclóricas siempre han tenido apoyo, pero la contemporánea mucha gente no la comprende.
¿Cómo gestionas la financiación de tus proyectos sin apoyo estatal? De mi generosidad. Yo puedo hacer un espectáculo con piedras y lo he hecho. No soy de las que piensa que necesita mucha plata para hacer un espectáculo de primera calidad. Nunca he buscado un auspicio, cuando me lo han dado ha sido por canje, no por dinero. Tampoco he trabajado con una productora, ni mánager. Siempre he sido yo y mi cuerpo, yo y mis ideas.
También eres poeta. ¿Cómo conjugas el silencio de la poesía con la vida agitada de la televisión? Tengo momentos para leer, mirar al cielo, oler una flor o conmoverme. Soy una persona silenciosa, solitaria. Lo que me hace visible en la prensa escrita o la televisión es el baile porque se tiene que presentar ante un público. Quiero que se sepa que la danza es un arte como el teatro, el cine o la literatura. La danza contemporánea merece respeto, tiene historia y representantes como Isadora Duncan, Mary Wigman, Ruth St. Denis, Ted Shawn, Merce Cunningham, Erick Hawkins, Martha Graham, Pina Bausch, Sidi Larbi Cherkaoui, Teresa Keersmaeker. Somos un montón de gente que conmueve al mundo a través del movimiento, a través de la poesía gestual.