“Llegué a Tumbes por carretera. Cuando bajé del autobús, habían personas que estaban ayudando a otros que estaban llegando de la frontera. Entregaban comida en tapers y otros alimentos esenciales”. recuerda Astrid, sobre su primer contacto con el Perú. “Me pareció demasiado lindo que las personas tuvieran ese afecto con nosotros porque no cualquiera lo hace. Me sentí agradecida y en confianza con ellos, a pesar de que mi mayor preocupación era cómo nos iban a tratar más adelante”. El 18 de diciembre de todos los años se conmemora el Día del Migrante. Según la Organización Internacional para las Migraciones (OIM), para el 2020 y a nivel global, al menos una de cada 30 personas es migrante. En 2019, Perú se convirtió en el segundo país de destino de nuevos solicitantes de la condición de refugiado a nivel mundial, como consecuencia del desplazamiento forzado de más de cinco millones de personas venezolanas, según un estudio de la Defensoría del Pueblo.
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En el contexto de la pandemia, la situación de vulnerabilidad y precariedad a los que se veían expuestos la mayoría de migrantes ha ido en aumento. Esto, compete aún a niños, niñas y adolescentes, pues carecen de documentación formal y se encuentran más expuestos a la exclusión y discriminación, negándoles la oportunidad de acceder -incluso- a servicios básicos esenciales. “Hay personas que, lamentablemente, no toman bien la integración de culturas. Eso hace que muchos niños y niñas se sientan discriminados, ofendidos, porque perciben que no encajan en la sociedad. Otra problemática es la documentación para su futuro. Hay muchos colegios que necesitan los documentos para la matrícula, y muchos carecemos de ello. La educación es punto clave para nuestro futuro”, recalca Astrid.
Antes de la pandemia, ya se calculaba que cerca del 50% de la niñez venezolana migrante, solicitante de asilo o refugiada en los países de acogida no estaba matriculada en la escuela. A raíz de la crisis, se calcula que este porcentaje solo ha ido en picada. Otra dificultad que enfrentan las niñas y familias venezolanas desplazadas, es el acceso a una vivienda segura. El 31% de los venezolanos en Perú han sido desalojados según el último reporte de Plan International.
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Con 15 años, Astrid ya destaca como promotora adolescente en el Cusco, junto a la organización Plan International. ¿Qué es un promotor adolescente? Se trata de un joven venezolano o peruano que se capacita para actuar en la sociedad, promoviendo la educación y prevención en temas como la violencia, salud y participación activa. Con ello, aporta a configurar entornos seguros para más niños y adolescentes, sobretodo para aquellos que se encuentran en situación vulnerable, como las niñas, migrantes y refugiados.
“Para ser promotora, me capacité durante 9 meses sobre violencia basada en género, derechos humanos, derechos sexuales y reproductivos, trata de personas, acoso, y comunicación asertiva, pasiva y agresiva. Con mi labor, busco promover la igualdad de género y en consecuencia prevenir la violencia basada en ello. La igualdad de género está desequilibrada, el hombre aún es muy machista, y la comunidad LGTBQ+ no está bien vista. Hace falta promover que todos los géneros son igual de importantes”, defiende la joven activista.
-Ser niña y migrante venezolana-
Según Plan International, la crisis venezolana afecta particularmente a niñas, adolescentes y mujeres, desde que salen del país hasta que llegan a su destino. Las diferentes formas de violencia sexual y de género, así como la trata con fines de explotación sexual, son algunos de los mayores riesgos a los que ellas se exponen, especialmente en tránsito. Esta violación de sus derechos, se ve agravada por la xenofobia y la pérdida de acceso a medios de vida y trabajos formales, como consecuencia de la COVID-19.
En su informe, “El impacto de la crisis venezolana en las niñas”, lanzado en noviembre de este año, se señala que muchas niñas, niños y adolescentes venezolanas/os corren el riesgo de que sus derechos sean violados, pues ciertas condiciones los hacen especialmente vulnerables. La separación familiar es una de ellas y afecta a uno de cada cuatro niñas/os que viajan solas/os o separadas/os.
“La discriminación, en vez de que construir la sociedad, hace que esta se destruya aún más”
Al respecto, Astrid insta a las Instituciones Educativas, autoridades y entidades de salud mental a sumarse por el cambio. “Es muy importante que las escuelas den conferencias y charlas sobre el tema. Los niños, niñas y adolescentes deben estar informados y educarse, de tal manera que se pueda conseguir efectivamente lo que se quiere hacer aprender. A su vez, las autoridades deberían luchar por garantizar una mayor seguridad para niñas y niños en las calles, y no quedarse de brazos cruzados cuando ocurren casos de violencia física o verbal. Es necesaria también la ayuda psicológica temprana para la persona que sufre estos casos (xenofobia, violencia en cualquiera de sus tipos, bullying, etc) La discriminación, en vez de que construir la sociedad, hace que se destruya aún más”.
-Cambios para garantizar un mejor presente-
A partir del reporte de Plan Perú, se puede concluir que algunos de los cambios tempranos para asegurar un entorno seguro para niños, niñas y adolescentes migrantes son los siguientes: integrar niñas, niños y adolescentes venezolanas/os en comunidades receptoras garantizando su acceso a una educación de calidad, servicios de salud sexual y salud reproductiva, e informando oportunamente sobre canales de protección y denuncia de violencia. Trabajar arduo para poner fin a todas las formas de discriminación que incitan la xenofobia contra las y los migrantes.
Asimismo, fomentar y permitir la participación activa de niñas y adolescentes venezolanas, para escuchar sus recomendaciones en la toma de medidas como parte de la respuesta a la crisis migratoria e implementar sus recomendaciones. “A los niños, niñas y adolescentes migrantes, como yo, les diría que no dejen que algo se les interponga en sus sueños. Puede ser difícil, pero traten de hablar con sus padres para que les ayuden en todo lo que puedan. Si les hacen bullying, ya sea por su apariencia física o su nacionalidad, no se sientan mal. Traten de alejarse de ellos, porque no les hace bien a su salud mental. No teman buscar ayuda, hay muchos niños, niñas y adolescentes que han pasado por lo mismo y han sido asesorados. Mantengan la positividad, ante todo”.
“Mi mamá siempre me ha dicho que vuele alto. Quiero que esté orgullosa de mí”
En unos años, Astrid sueña con convertirse en ginecóloga. Su principal móvil es continuar trabajando para salvaguardar la integridad de cientos de niñas y mujeres como ella, esta vez, a través de la salud. “Mi mamá siempre me ha dicho que vuele alto. Obviamente quiero que esté orgullosa de mí. Mi meta es estudiar en Luxemburgo y vivir ahí. Quiero estudiar medicina, y ser especialista en ginecología para ayudar a todas las mujeres que tengan alguna enfermedad. Quiero ayudar a mejorar y garantizar la salud femenina”.
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