La pelea de los debates electorales
Los debates políticos se han convertido en el último round del combate electoral, donde los votantes, o la mayoría de ellos, confirman o redefinen sus preferencias. Es una contienda verbal que exige un discurso filudo, con toques de sarcasmo y una buena dosis de ironía. También es necesaria mucha correa para soportar pullas, indirectas y directas, algunas aplicadas con la potencia que utilizaría la mismísima Kina Malpartida.
Un recuento de este mecanismo en tierras peruanas nos obliga a un breve salto temporal y geográfico hasta los años 60, en Estados Unidos, durante la disputa electoral entre el demócrata John F. Kennedy y el republicano Richard Nixon.
Se dice que el pulseo verbal, televisado en todo el país, definió la votación a favor del joven descendiente de irlandeses. Más que su verbo florido, fue su carisma y rostro telegénico el que aplastó al experimentado Nixon.
Bedoya-Grieve en los dorados años 60
Quizás el éxito de este mecanismo mediático-político azuzó a los militantes criollos de aquellos años a probar similar espectáculo (también lo es) en el tramo final de las elecciones municipales de 1966.
En una esquina estuvo el joven “Tucán”, Luis Bedoya Reyes, quien buscaba la reelección por la alianza Acción Popular-Democracia Cristiana (AP-DC). En la otra esquina don Jorge Grieve, representante de la coalición Apra-Unión Nacional Odriísta (PAP-UNO).
El escenario escogido fue la Sala Alzedo en el Centro de Lima, la organización correspondió a la Federación de Periodistas del Perú (FPP), y su presidente, el periodista deportivo Rodolfo Espinar, asumió la función de moderador, para el primer debate político transmitido por la televisión (canales 4 y 5 de ahora).
Bedoya empezó explayándose en el tema del transporte, explicó que el municipio había comprado 210 omnibuses. Asimismo, señaló que el Concejo había contratado a una comisión técnica sueca para estudiar la construcción del subterráneo de Lima -¡Vaya que el tema del metro es antiguo!-.
A su turno Grieve, al procurar evitar que su rival alzara vuelo, dijo “que no había planes”. Luego apuntó que “los omnibuses no eran adecuados pues había una deficiencia en las zapatas de los frenos”. La respuesta fue inmediata: “Él dice que no tenemos planes, sino planos. Pero él no trae ni siquiera planos”, “picoteó” el alcalde vigente.
Los registros periodísticos coinciden en que el match -que duró una hora y cuarto- fue parejo; de ida y vuelta, como dirían hoy los relatores de futbol, pero que el dominio de escenario y la facilidad de palabra de Bedoya opacaron “el rollo” técnico que expuso Grieve. Los comicios fueron ganados por el primero.
La dictadura militar nos privó de enfrentamientos similares, y recién con el advenimiento de la democracia se extrajo del baúl de los recuerdos la fórmula de los debates.
Los años 80 para la izquierda
En 1983 César Hildebrandt moderó el multidebate en el que cuatro candidatos expusieron sus planes de gobierno, pero sobre todo, sus dotes de polemistas: Alfredo Barnechea (APRA), Richard Amiel (PPC), Alfonso Grados Bertorini (Acción Popular) y Alfonso Barrantes Lingán (Izquierda Unida) se enfrentaron en un “todo contra todos”.
El tono pausado y el humor provinciano del candidato Barrantes hicieron “clic” con los televidentes de aquellas épocas. Finalmente, el candidato de Izquierda Unida se llevó el triunfo.
En 1985 Alan García Pérez asumió el poder y un año después su carta para las municipales fue Jorge del Castillo. En el encuentro organizado en la Universidad del Pacífico, en 1986, el candidato oficialista intercambió propuestas con dos rivales de polendas: Alfonso Barrantes Lingán y Luis Bedoya Reyes. Pero el debate no fue, esta vez, un elemento desequilibrante.
Lo fue, en cambio, el mitin del presidente Alan García, quien así aplicó un urgente empujón político a su delfín Del Castillo, endosándole la simpatía y el favor popular que todavía disfrutaba y que “Jorgito” no tenía. El candidato aprista ocupó el sillón municipal.
Andrade contra el poder en los años ‘90
Alberto Fujimori había sido reelegido, y gozaba todavía de un considerable apoyo, lo que le hizo pensar que las municipales serían “pan comido”. Con ese propósito lanzó a su “pupilo” Jaime Yoshiyama (Cambio 90-Nueva Mayoría), quien a pesar de contar “Con todo el apoyo”, tal como decía su eslogan, se dio de bruces con un contendor en ascenso, carismático y emprendedor, que había hecho una labor importante en el distrito de Miraflores: Alberto Andrade Carmona (Somos Lima).
La paridad en las encuestas llevó inevitablemente al duelo verbal de los debates, esta vez en el foro de la Universidad Peruana de Ciencias Aplicadas. El 25 de octubre de 1995 Andrade, con más “calle” y locuacidad, superó a un Yoshiyama correcto, pero demasiado formal. Probablemente contar “Con todo el apoyo” fue más un lastre que una ventaja. El desaparecido Andrade ganó la alcaldía de Lima con las preferencias del electorado capitalino.
Manchay se cubrió de ataques y contraataques
El 10 de noviembre del 2002 la contienda fue en medio de los arenales de Manchay, entre el alcalde Alberto Andrade Carmona de Somos Perú y Luis Castañeda Lossio de Unidad Nacional, y estuvo condimentada de múltiples ataques y contraataques.
“Quiero recordarle a Alberto Andrade que fue él quien declaró ciudadano grato a Alberto Fujimori”, dijo Castañeda abriendo fuegos. “Tú trabajaste con Fujimori durante seis años”, replicó Andrade Carmona. Los pobladores observaban el choque de trenes en vivo o aglomerados en los techos de sus viviendas.
“El 35% de los delitos que ocurre en el Centro de Lima son en el Cercado, que es responsabilidad directa tuya”, le reprochó el candidato de Unidad Nacional. Más adelante, el alcalde de Lima descargó con sarcasmo: “Antes de fin de año inauguraré una posta médica en Manchay, la cual se llamará Luis Castañeda, porque a él le gusta colocar su nombre en cada obra que hace”. Manchay fue el Waterloo de Andrade y Castañeda ganó los comicios de aquel año.
Falta poco para un debate colectivo de los principales candidatos en estas elecciones municipales del 2010, pero también existe la posibilidad de un ajedrez verbal entre Lourdes Flores y Susana Villarán (mencionadas en estricto orden alfabético), que sería el primero entre dos mujeres candidatas al sillón municipal. ¿Estos debates definirán los resultados?
(Miguel García Medina)
Fotos: Archivo Histórico El Comercio/ Agencia AP