Luis Miguel Sánchez

Uno de los mayores desafíos que enfrentamos en la industria publicitaria es contraponernos a los momentos de crisis. Acompañar a nuestros clientes a centrarse en las oportunidades no es una tarea fácil.

En el Perú particularmente afrontamos como reto la percepción de vivir en una constante crisis: desde los conflictos socio-políticos hasta fluctuaciones económicas, han construido una cadena de razones que empuja a los peruanos a creer que estamos en un panorama desalentador.

Hace unos días tuve una reveladora conversación con Nataliya Morozova, CEO de Havas Ucrania. Hablar con Nataliya es enfrentar el tema inevitable de la guerra, repasar el momento en que los estallidos y el dolor pasaron a ser insumos diarios de un centro de planificación de medios y creatividad que ahora tenía en la mira mucho más que estrategias publicitarias.

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¿Existe panorama más desolador que una guerra? Y en medio de ella, ¿es posible aún hablar de marcas y estrategias? En palabras de Morozova, el “propósito de marca” toma cada vez mayor relevancia. Su testimonio arrojó luz sobre cómo la creatividad puede florecer incluso en los momentos más oscuros. En medio del conflicto ha visto un resurgimiento de la unidad y la creatividad en la comunicación, desde proyectos de responsabilidad social hasta campañas de recaudación de fondos. Las marcas se han adaptado a las circunstancias, transmitiendo un mensaje de solidaridad y esperanza.

Su tono positivo me obligó a regresar la mirada a nuestra realidad. A esos desafíos que el Perú enfrenta y que fácilmente amenazan con convertirse en una suerte de pretexto para evadir la responsabilidad de ser parte de la edificación de un país aún más grande.

Ciertamente, el Perú no está en guerra. Nuestra realidad no solo es ajena, sino totalmente contraria a la ucraniana. Si bien las crisis políticas han sido una constante en los últimos años, también lo han sido los niveles de crecimiento económico.

Pese a una contracción de más del 10% en el 2020 por la pandemia, el país logró una recuperación notable con números superiores también al 10% en el 2021, estabilizándose en un sólido 2,7% en el 2022.

Con un promedio anual de crecimiento del 1,1% en los últimos cinco años (pese a la pandemia) el Perú ha demostrado una notable resiliencia en su crecimiento económico y muestra un futuro prometedor. ¿Qué panorama desalentador puede presentarnos recibir una inversión extranjera directa de US$12,5 mil millones, o ser uno de los países más emprendedores del mundo?

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Este rápido repaso no hace más que mostrarnos con lejanía aquel “panorama gris” y, por el contrario, ver con mayor claridad el rostro positivo que tenemos al frente. Regreso a las palabras de Nataliya y me pregunto, ¿tiene también ella un rostro positivo en medio de la crisis que afronta? Su respuesta fue tan cierta como contundente: la unión como respuesta a la influencia destructiva de la guerra, la consolidación de un solo bloque de lucha como único camino para vencer.

¿Qué necesita entonces el Perú para trasladar esta experiencia a la propia? Como reza el célebre verso de César Vallejo, “hay hermanos, muchísimo que hacer.” El Perú está en movimiento, hagamos historia, juntos.

Luis Miguel Sánchez, CEO de Havas Perú y Bolivia