Papa Francisco cumplirá este jueves un año frente a la Iglesia

MELISSA GARCÍA MONTOYA

Bastó un “buenas noches” para meterse a medio mundo al bolsillo. Sotana blanca, cruz de hierro, sonrisa tímida. Un Jorge Mario Bergoglio sin artificios y alejado de protocolos se convertía en Francisco frente a una multitud de fieles que, en cientos de idiomas, parecían estar pensando lo mismo: ¿Será real tanta sencillez? Poco a poco, su discurso empezó hacer eco entre creyentes y no creyentes, convirtiendo aquella duda en afirmación. Los medios no tardaron en hacerlo suyo: el “súper Papa” de grafitis y canciones, de ‘selfies’ y portadas de revistas, era real. 

¿Por qué llama tanto la atención que un obispo reemplace la solemnidad y la doctrina por la sencillez y la práctica? La falta de costumbre, seguramente. Jorge Mario es el primer Papa en 182 años que pertenece a una congregación, es decir, un pastor por naturaleza. “En él resalta su carácter de misionero. Es un hombre formado para hablar con las personas, trasmitirles el Evangelio”, explica el provincial de los Jesuitas en el Perú, Miguel Cruzado. Bergoglio no fue un burócrata como varios de sus antecesores, tampoco un hombre de poder. Fue un pastor de esos que, como él dice, “huelen a oveja”. Y hoy quiere contagiar ‘su olor’ al Vaticano. 

GENIO Y FIGURA
“De la Compañía de Jesús me impresionaron tres cosas: su carácter misionero, la comunidad y la disciplina. Y eso es curioso, porque yo soy un indisciplinado nato, nato, nato”, confesó Francisco en una entrevista para la revista jesuita La Civiltá Cattolica en el 2013. Dicen los que han asistido a sus audiencias generales de los miércoles en la Plaza San Pedro que esto es evidente. Luego de cada discurso, el Papa baja, camina, saluda y bendice, sacando de quicio a los miembros de su seguridad. 

“Esto es lo que hemos extrañado, lo que anhelábamos ver algún día”, dice el sacerdote y teólogo marianista Eduardo Arens, refiriéndose a las canteras de Jorge Mario en el trabajo pastoral. “Solo después de escucharlo y verlo por un tiempo, actuando con la mayor naturalidad, te das cuenta de que no es que se haya despojado de todo, sino que nunca ha tenido nada”. 

¿Está la Iglesia construyendo una nueva imagen a través de él, o es él quien la empieza a pintar con otros colores? “Desde el punto de vista del márketing, Francisco es un ‘producto’ (que es distinto a una mercancía) de la Iglesia, y uno excelente, pues su historia lo avala”, explica el argentino Marcelo Ghio, especialista en ‘branding’ emocional (análisis de marcas y el vínculo emocional con las audiencias) y decano de la facultad de Diseño y Comunicación de la Universidad Isil. Para el experto, lo que él ya era como Jorge Bergoglio está siendo reposicionado hacia lo que hoy es como Papa. “En este mercado en el que mandan las emociones, su marca impacta muchísimo”, agrega. 

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