Cada día se utilizan más de 500 millones de cañitas en Estados Unidos. Eso representa unos 175 mil millones de tubitos de plástico que van a parar a los océanos y otras fuentes de agua cada año. Por ello, no es de sorprender que esta semana el estado de Washington D.C. ponga en ejercicio una norma que prohíbe su uso.
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Irónicamente, el punto de origen del sorbete que hoy conocemos es precisamente la capital estadounidense. Si bien hay registros que indican que los Sumerios –la primera gran civilización de Mezopotamia y del mundo– ya utilizaban tubos elaborados con metales preciosos para sorber diferentes bebidas hace 5 mil años, la patente de la cañita moderna tuvo un origen más modesto.
Marvin Chester Stone, natural de Ohio, era un veterano de la Guerra Civil Estadounidense (1861-1865) que se asentó en Washington tras resultar herido durante el conflicto y trabajó como corresponsal periodístico de los diarios Cleveland Leader y New Orleans Picayune, según The Washington Post.
En paralelo a su labor periodística, Stone inventó una máquina para elaborar tubos de papel para cigarrillos a fines de los 70. Poco tiempo más tarde, cansado de que las ramas de centeno o caña que eran utilizadas para sorber los líquidos le cambiara de sabor a la bebida, decidió envolver tiras de papel alrededor de un lápiz y pegarlas. Más adelante, perfeccionó esto utilizando parafina, lo que evitaba que la cañita de papel se disolviera con el líquido.
Así, el 3 de enero de 1888, Stone obtuvo la patente N° 375,962 que registraba a la cañita de papel como su creación. Dos años después, fundó la compañía Stone Straw y comenzó la producción en masa.
Para 1896 patentó las máquinas productoras de cañitas y tres años más tarde falleció, sin ver a sus máquinas operar.
40 años después, en 1937, Joseph Friedman se encargaría de modificar las cañitas y permitir que estas se doblen, inspirado en los esfuerzos de su hija por vaciar el vaso de milshake que bebía. Sin embargo, fue recién en la década del 60 que el invento de Stone pasó del papel al plástico.
La venta de la compañía fundada por Friedman (la Flex-Straw Company) a la Maryland Cup Corporation y posteriormente a la Fort Howard Corporation permitió una producción masiva del productos que fue acogido especialmente por restaurantes de comida rápida.
Para los 80 llegaron las nuevas formas, colores y tamaños. Comenzaron a acompañar los envases de jugos, las órdenes en los restaurantes y todo lo que se pudiera imaginar, pese a que su tiempo de uso no llega ni a una hora.
--Alerta medioambiental--
Para el 2017 había 8.300 millones de cañitas contaminando las diferentes playas del mundo, según un estudio de Science Advances difundido por National Geographic. Cada uno de ellos tardará 800 años en biodegradarse debido a los derivados del petróleo con los que fueron elaborados.
La conciencia sobre el cuidado medioambiental ha incidido mucho en la necesidad de que las cañitas y la mayoría de artículos de plástico de un solo uso desaparezcan. Esto debido a que, si bien solo representan el 0.025% de las 8 millones de toneladas de plástico que contaminan los océanos cada año, dejar de usar una cañita no alteraría en lo más mínimo nuestro estilo de vida.
Por ello, algunas ciudades y países han impulsado leyes que prohíben y penalizan el uso de cañitas descartables.
Malibú, Seattle, Miami Beach y Fort Myers son algunas de las ciudas que prohíben o limitan el uso de plásticos de un solo uso. Seattle, en el 2018, se convirtió en la primera gran ciudad de Estados Unidos. en prohibir su uso. Washington D.C. se suma esta semana. En Nueva York entrará en vigor una ley similar en marzo del 2020.
En Kenia, desde el 2017, quien use, produzca o venda artículos de plástico de un solo uso enfrenta una multa de 38 mil dólares o hasta 4 años de pena de cárcel. Es la legislatura más estricta sobre el tema en el mundo. El mismo año, Vanuatu prohibió el uso o importación de esos productos. Escocia hará lo propio desde este año.
Taiwán lo aplicará desde el 2030. Y así podemos encontrar ejemplos similares en 60 países del mundo, según la ONU.
En el Perú, el año pasado fue aprobada la norma que regula el plástico de un solo uso y plantea la prohibición progresiva de estos artículos hasta el 2021.
La iniciativa plantea que, de manera inmediata, "se prohíba la adquisición, uso, ingreso o comercialización de sorbetes y bolsas de plástico y envases de tecnopor en áreas naturales protegidas, áreas declaradas patrimonio cultural de la humanidad, museos, y organismos estatales", según detallamos en este Diario en aquella oportunidad.
Sin embargo, la reglamentación de la norma, programada para ser publicada el mes pasado, aún no ha sido presentada.