"Cuando las empresas no tienen un propósito, colaborar con la sociedad es difícil porque no tienen claro su papel". (Foto: iStock)
"Cuando las empresas no tienen un propósito, colaborar con la sociedad es difícil porque no tienen claro su papel". (Foto: iStock)
Jimena  De La Quintana

El modelo económico no es el problema, el problema está en quienes piensan que el modelo es la solución a todo. Creo en el como el mejor sistema, aquel que ha permitido el progreso, pero creo también que tiene defectos. El papel del es fundamental. Creo en un Estado regulador. El problema aparece cuando tenemos uno fallido como el nuestro, lo que da espacio a propuestas radicales que buscan cambiar el modelo económico como si el problema estuviera en él. Por eso, pienso que, en sociedades donde el Estado no funciona y no cumple adecuadamente su papel, quienes creemos en el libre mercado debemos cumplir un rol distinto.

Me explico, no creo que decir “esto le corresponde a la empresa y esto al Estado” sea una verdad absoluta. Creo que hay matices y que cada país tiene una realidad distinta, lo que genera que la participación de cada uno de nosotros y de las en la sociedad varíe.

Pero ¿cómo define una empresa su rol en la sociedad? ¿Cómo define el impacto que busca causar en ella? La respuesta es definiendo cuál es su propósito. Cuando las empresas no tienen un propósito, colaborar con la sociedad es difícil porque no tienen claro su papel. Es decir, cómo quieren trascender. Un propósito es aquel que obliga a la empresa a ver más allá de ella misma, a conectarse a un valor superior que la lleva a contribuir con la sociedad y decidir cómo impactar en ella. El propósito no debe responder a la pregunta ¿qué hacemos?, sino ¿por qué lo hacemos? El propósito motiva e inspira a la empresa, la hace trascender, le da sostenibilidad y, del otro lado, encuentra que la gente conecte con ella, la conozca, confíe en ella. El propósito nada tiene que ver con la metas u objetivos del negocio.

Paul Polman, ex CEO mundial de Unilever, me dijo en una entrevista para este Diario años atrás: “Las organizaciones deben saber cuál es su propósito. El nuestro es la agenda humana de desarrollo inclusivo y sostenible”. Polman agregó: “Si trabajas en una empresa donde puedes hacer el bien, es un crimen no hacerlo”.

Ese es el nuevo capitalismo: responsable y sostenible. El propósito debe ser parte del enfoque del negocio en su conjunto. Una organización sin propósito y con un área de responsabilidad social no alcanza. Las expectativas sociales han evolucionado y han llevado a muchas empresas a cambiar su visión empresarial buscando un mayor impacto.

El propósito de una empresa en Suiza no será probablemente el mismo que el de una empresa en Perú porque las necesidades de cada una de estas sociedades son diferentes. Y a ello iba con lo que decía al principio: no hay verdades absolutas, lo que haga una empresa por su sociedad dependerá de su propósito, de cómo quiere impactar en ella, de cómo quiera sumar y colaborar. Construir un colegio y comprar libros para una escuela puede no ser algo que una empresa del primer mundo haga, pero sí una peruana alineada con su propósito. Ojo, no afirmo que no haya empresas responsables, que no paguen sus impuestos, que no apliquen la ; eso es distinto a lo que planteo en este artículo.

Necesitamos urgentemente un Estado más eficiente, que no deje a otros espacio para poner en duda el modelo, pero necesitamos también más colaboración de quienes creen en él. Debemos ver más allá, debemos exigir que el Estado funcione, pero tampoco podemos esperar a que lo haga.