¿Le interesa hoy el hombre a la mujer?, por Liuba Kogan
¿Le interesa hoy el hombre a la mujer?, por Liuba Kogan
Redacción EC

La pregunta que formulo resulta engañosa porque no queda claro qué entendemos por “interés” de la mujer hacia el hombre. Pongamos algunos ejemplos. En nuestra ciudad, durante los años 50 –cuando las mujeres de clase media o media alta difícilmente conseguían educación superior o era mal visto su desempeño en el mercado laboral– obviamente los hombres resultaban no solo interesantes sino necesarios para la sobrevivencia personal. Una mujer sola era mal vista, su reputación siempre puesta en duda como ‘quitamaridos’ y por ello expulsada de la vida social. Si no era dueña de una fortuna personal, le era por supuesto difícil sobrevivir dignamente. Curiosamente, el interés principal que tenían las mujeres sobre los hombres era el capital social y económico que ellos les podían proveer. 

Si por el contrario se trataba de una mujer trabajadora de clase baja, al hombre le interesaba –no solo por el dinero que podía complementar el ingreso familiar– sino, sobre todo, como forma de aumentar su honor. Una mujer sola, peor aun una madre soltera, era considerada indigna. Mientras tanto, se ensalzaba la figura de la madre luchadora y trabajadora que sacrificaba y soportaba todo por los hijos: incluso los golpes de un marido que no amaba.

No creo equivocarme si afirmo que las mujeres se interesaban relativamente poco por los hombres en términos sexuales, ya que lo concerniente a la sexualidad femenina era un tabú. Esto porque ellas mismas estaban desconectadas de su sexualidad debido a la educación religiosa y represiva que recibían y porque la expresión de deseo sexual las condenaba dramáticamente. 

El interés de las mujeres por los hombres y viceversa ha cambiado mucho en las últimas décadas. Pero por razones diferentes a las que propone , quien en una columna de este Diario señalaba que el hombre se interesa menos por las mujeres porque ya no habría dimorfismo sexual (aspectos anatómicos diferenciados) y por tanto una diferenciación psicológica, que atraiga a los opuestos. 

Hoy en día somos conscientes de la complejidad del sexo, del género y de la sexualidad: sabemos que existen orientaciones diversas que involucran a un porcentaje de la población mundial. Sin embargo, no creo que esa sea la causa de la supuesta disminución del interés de hombres y mujeres heterosexuales por el sexo opuesto. Sino que han cambiado los términos de esos intereses. 

Las mujeres jóvenes ya no necesitan ni esperan lo mismo de los hombres que sus abuelas o madres. Ellas estudian, trabajan en áreas antes consideradas masculinas y pueden mantenerse de forma autónoma. Pero, además, pueden desarrollar su vida social y sexual sin casarse, ser madres solteras si lo desean o decidir no tener hijos. Lo complicado hoy es que muchas mujeres esperan de un solo hombre compromiso emocional, capacidad de diálogo, gran desempeño sexual, involucramiento con los hijos, buen humor, belleza... y, claro, además éxito económico. No es fácil conseguir todo eso en una sola persona y, a pesar de ello, las mujeres nos interesamos por los hombres (tal vez, así en plural).