Es gracioso cómo reniega en su texto el redactor de El Comercio asignado el 9 de octubre de 1941 a cubrir el paso de Walt Disney por Lima. Para cuando el fundador del imperio del entretenimiento arribó aquí ya era bastante famoso y, claro, aquella comisión debió haber sido un caos. En la nota publicada ese mismo día, aunque en la edición vespertina del Decano, aquel relata el sinnúmero de contratiempos que padeció para entrevistar al padre de Mickey Mouse en una recepción en el centro a la que acudieron periodistas, animadores locales, autoridades y curiosos. “El cocktail de La Cabaña es una definitiva interrupción de nuestra charla. Hay aplausos, autógrafos y, naturalmente gatos, perros y ratones por aquí y por allá, en álbumes, en menús, en servilletas, etc. [...] Walt habla ahora ante el micrófono. Saluda y lamenta no poder quedarse más tiempo en esta ‘interesting city of Lima...’”. Tres días antes, el mismo diario publicaba un aviso de la RKO Radio Pictures del Perú, la distribuidora de las piezas animadas de Disney que ya se exhibían en las salas capitalinas desde 1930. En este se daba la bienvenida al visitante y se anunciaba, a modo de festejo, la proyección de funciones de películas y cortos como “Pinocho” o “Ferdinand, el toro”. Lo curioso es que, tras un enorme salto en el tiempo, en octubre de 2023, otro festival en los cines limeños seguirá celebrando a la compañía. El motivo ahora: los 100 años de la fundación de los estudios. Antiguos y nuevos clásicos como “La cenicienta” o “Toy Story” y “Moana” podrán ser vistos en pantalla grande tan solo reservando butacas desde los smartphones. Todo esto revela que las décadas pueden transcurrir, pero el fanatismo por la máquina creadora de ficciones continúa incólume. ¿Libre de controversias? Quizá no. Pero vaya que más animada que nunca.

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