Carla Bonifaz y su familia reconocen que la vida les ha cambiado con la epilepsia de Misha, que el gasto en medicina es fuerte, pero agradecen poder ayudar a su perrita de 4 años.
Carla Bonifaz y su familia reconocen que la vida les ha cambiado con la epilepsia de Misha, que el gasto en medicina es fuerte, pero agradecen poder ayudar a su perrita de 4 años.
Andrea Carrión

La primera vez fue traumática. Fue como si un ente extraño se hubiese apoderado del cuerpo de Misha. La joven Siberiana no paraba de temblar y lo que entonces fueron minutos, para Carla Bonifaz parecieron horas.

Si bien Carla y su familia, al principio quisieron creer que se había tratado de una convulsión pasajera, las noticias no fueron muy alentadoras. Luego de algunos exámenes y varias opiniones de médicos veterinarios, la conclusión fue una: su adorada Misha tenía epilepsia canina.

Hoy en día a Misha le dan convulsiones cada 6 meses gracias al medicamento que toma.
Hoy en día a Misha le dan convulsiones cada 6 meses gracias al medicamento que toma.

El status epilepticus o epilepsia, como se conoce comúnmente, es un desorden neurológico que causa que los perros tengan convulsiones súbitas, descontroladas y recurrentes. Estos ataques físicos pueden darse con pérdida de la consciencia o no.

Estas convulsiones pueden ser una consecuencia de algún evento traumático, como que el perro haya estado expuesto a ciertas toxinas, que tenga un tumor cerebral, anomalías genéticas, algún problema con sus órganos o su sangre, o debido a algún factor no identificable.

La epilepsia también puede ser consecuencia del distemper canino, una enfermedad altamente contagiosa causada por un virus que afecta los aparatos respiratorio, gastrointestinal, y a menudo, el sistema nervioso de los cachorritos y perros adultos.

Carla cuenta que recibió distintas opiniones y que, al final la solución fue medicar a su perrita.

“Al principio Misha convulsionaba hasta 5 minutos sin parar, luego pasaba y pocos minutos después volvía el ataque. Era horrible, yo solo me tiraba al piso a llorar junto a ella”, recuerda Carla.

A Misha la quieren tanto que le celebran sus cumpleaños con torta y paseos al parque.
A Misha la quieren tanto que le celebran sus cumpleaños con torta y paseos al parque.

Cuando el perro convulsiona, cae sobre un lado de su cuerpo, se pone rígido, saliva excesivamente, suele orinar o defecar descontroladamente y mueve sus patas como si quisiera salir corriendo. Claro que cada caso es distinto, Carla comenta que Misha no se orina, por ejemplo.

Un ataque de convulsiones normalmente dura entre 30 y 90 segundos, y una vez que cede, el perro queda confundido, desorientado, muestra comportamientos compulsivos, puede desarrollar ceguera temporal y puede sentir mucha hambre o mucha sed. La recuperación puede ser inmediata o puede tardar hasta 24 horas.

“He llegado a la conclusión de que ella me escucha. Yo le digo ‘ya mamita, ya va a pasar’, siento que eso la calma. También he leído que prefieren que no haya mucha luz pues sus pupilas suelen dilatarse”, explica Carla.

Misha de cachorrita en pleno 'ampay' en una de sus travesuras. .
Misha de cachorrita en pleno 'ampay' en una de sus travesuras. .

Omar Cavero es un médico veterinario que recibe muchos casos de perros con problemas neurológicos. Misha, de 4 años de edad, es una de sus pacientes.

Él explica que la mejor manera de lidiar con esta condición es medicando al perro con un medicamento llamado Fenobarbital, un barbitúrico que también se usa en humanos y que es el anticonvulsivo más usado en la actualidad y también el más antiguo.

“¿Qué pasa si no medicamos al paciente?, pregunta Cavero. “Los ataques empiezan a ser más seguidos y debido a que durante una convulsión hay demasiada sobre excitación, se puede llegar al punto en el que el corazón no aguanta tanta intensidad”.

Cavero explica que si las convulsiones se dan de manera espaciada, como cada 6 meses, no hay mayor problema. Pero si sucede cuatro o cinco veces al día, por ejemplo, ahí es cuando se debe de tomar medidas más severas, las que incluyen inducir al animal a un coma para evitar mayor daño.

“Tuve un caso de un Schnauzer gigante que tomaba hasta siete pastillas diarias y pese a ello convulsionaba 2 veces al día. Era demasiado”, señala Cavero.

El especialista explica que una vez que se medica al perro, es importante hacer chequeos constantes para revisar las funciones de sus órganos, especialmente del hígado.

Agrega que durante una convulsión, es importante que la persona que esté al lado, se proteja de mordeduras, no porque el perro esté agresivo, sino por estar fuera de control y asustado ya que siente como si su cuerpo se estuviera electrocutando.

“Muchas veces se coloca un trapo en la mandíbula para evitar mordeduras o para prevenir que el mismo perro se muerda su lengua, pero hay que tener cuidado porque ellos son muy fuertes, especialmente en una situación difícil de controlar como lo es una convulsión”, agrega Cavero.

Carla cuenta que esta situación no solo afecta a Misha, sino a toda la familia.

“Hay mucha carga emcoional y sí es un gasto fuerte, pero no vemos eso. Gracias aDios podemos ayudarla”, agrega.

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