Hoy en día es muy fácil sufrir de estrés. El trabajo, los compromisos sociales, las relaciones familiares, amicales y personales son algunos factores que pueden aumentar ese estrés. Las consecuencias que este tiene tanto físico como mental son bastante fuertes. Por ello, junto al insomnio, dolores de cabeza o problemas de piel, el estrés prolongado puede ser el responsable de que los niveles de colesterol malo se eleven, aumentando con ello el riesgo de sufrir accidentes cardiovasculares.
“Utilizando términos sencillos, el estrés es una situación que se puede definir como una respuesta de alerta y defensa del organismo inapropiada en el tiempo y en su intensidad. Es normal tener una respuesta de alerta y defensa puntual ante una situación complicada, pero debe tener una intensidad y una duración adecuada. Eso es lo que no ocurre con el estrés”, define el doctor Leopoldo Pérez de Isla, cardiólogo del Hospital Clínico San Carlos.
No hay un nivel de colesterol único
No es fácil descubrir la causa del aumento del colesterol. Se trata de un problema con un origen multifactorial, donde intervienen elementos de todo tipo, externos e internos. En este sentido, según el doctor Pérez, “sin lugar a duda, la causa más frecuente es la predisposición genética. Son los genes los que marcan en la mayor medida el nivel de colesterol LDL”.
“Existen otros factores que lo pueden modificar, tanto al alza como a la baja, pero, salvo excepciones, esas modificaciones son pequeñas. Todos los sistemas neuroendocrinos del organismo están interrelacionados, y por eso, también hay que tenerlos en cuenta. Pero nunca debemos olvidar la base genética de los niveles del colesterol”, agrega.
Además, no existe un valor que sea válido para todo el mundo, ya que depende de que estén presentes otros factores como haber sufrido un infarto o un ictus, ser hipertenso, fumar, ser obeso, ser diabético, etc.
¿Cómo puedo bajar mi colesterol?
La consecuencia de tener alto el colesterol malo se llama aterosclerosis, un término médico que hace referencia a la acumulación de este tipo de colesterol en las paredes de las arterias. “Cuanto más alto lo tengamos, más aterosclerosis y, con ella, más riesgo de sufrir anginas de pecho, infartos, ictus, enfermedad de las arterias de las piernas”, advierte Pérez.
No obstante, son muchas las herramientas que tenemos a nuestro alcance para controlar esta peligrosa situación, a pesar de que no sea fácil.
En lo que se refiere al estrés crónico, es fundamental aprender a controlarlo. El problema es que, según el especialista, esto no es algo que muchas personas consiguen. “Una pregunta que debemos hacernos siempre es: ¿voy a ser capaz de controlar mi nivel de estrés? Mi experiencia es que, aunque les recomiende esto a muchos pacientes, realmente pocos pueden cambiar significativamente su estilo de vida, salvo en momentos cruciales, como puede ser la jubilación”, asegura.
Por ello, si es que no somos capaces de reconocer nuestro estrés para así controlarlo, es sumamente importante acudir a terapia para que esa persona capacitada pueda ayudarnos con ese tema.
Además del manejo del estrés, el experto enumera algunas de las medidas más sencillas y eficaces para impedir la acumulación excesiva de colesterol malo en nuestro cuerpo:
- Come sano, con alimentos lo más naturales posibles.
- No fumes y evita las bebidas alcohólicas.
- Mantén tu peso adecuado y haz ejercicio físico conforme a tu edad y condición.
- Pide consejos acerca de cuál debe ser tu nivel ideal de colesterol y sigue las recomendaciones de los profesionales.
- Si tienes el colesterol alto, díselo a tus familiares cercanos: es posible que ellos también lo tengan elevado.
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