El caparazón de las tortugas se desarrolló a partir del pecho de sus antepasados y no forma parte de una combinación de estructuras óseas internas y externas, afirman investigadores japoneses en un artículo publicado en la revista Nature Communications.

Para los científicos del Centro Riken de Biología Evolutiva de Kobe, su hallazgo supone otra prueba de que los antepasados de las tortugas eran parientes cercanos de los caimanes y aligátores.

En el caso de las tortugas el caparazón encierra los órganos importantes, una formación que no es habitual en los vertebrados. Hasta ahora no estaba claro el origen de esa peculiaridad.

En otros animales de concha, ésta procede de un esqueleto externo. Los científicos pensaban que también en el caso de las tortugas su caparazón se había desarrollado a partir de un esqueleto externo.

COMPARACIONES Para determinar si el caparazón de tortuga evolucionó del exoesqueleto de sus antepasados, los científicos compararon embriones de distintos animales.

Investigaron cómo se formaron los caparazones de las tortugas chinas de caparazón blando, las costillas de las gallinas y la piel de los caimanes. Además analizaron fósiles de la especie de tortuga extinguida Odontochelys, así como del reptil Sinosaurosphargis, también extinguido.

A partir de los análisis realizados, los científicos revelaron que el caparazón de tortuga ha evolucionado de forma independiente del esqueleto externo, descartando la hipótesis de una combinación ósea interna y externa.

La mayor parte de caparazón de tortuga está hecha de costillas hipertrofiados y vértebras, y por lo tanto se deriva únicamente a partir de tejido endoesquelético; es decir, evolucionó de partes del esqueleto interno.

Además, el estudio reafirma que las tortugas evolucionaron a partir de reptiles relacionados con aligátores y caimanes, asegura Hirasawa Tatsuya, uno de los científicos. Algunos investigadores consideraban que las tortugas procedían de reptiles primitivos.