RAÚL FAIN BINDA BBC Mundo

Luis Suárez es un enigma para los comentaristas ingleses, que reconocen su calidad futbolística pero no saben cómo interpretar sus impulsos, sus arrebatos, que pueden resultar en una jugada magistral (lo más habitual) o en una actitud imperdonable, como él mismo ha calificado su agresión al defensor serbio Branislav Ivanovic.

La estrella del Liverpool FC puede recibir una severa sanción por parte de la Asociación Inglesa de Fútbol por morder en el brazo a Ivanovic durante el partido Liverpool 2-2 Chelsea, disputado el domingo en Anfield.

El árbitro no vio la agresión y no tomó medidas tras escuchar la protesta de Ivanovic. Suárez no solo siguió jugando sino que en el minuto 96 de juego marcó el gol del empate definitivo, demostrando una vez más su importancia decisiva para el juego y las aspiraciones de su club.

A diferencia de episodios anteriores, como su disputa con Patrice Evra por el adjetivo negro, o el puñetazo a Gonzalo Jara en el Chile 2-0 Uruguay del mes pasado, las imágenes del mordisco no permiten una interpretación alternativa y Suárez ha admitido plenamente su responsabilidad.

Cabe suponer que esta disposición se debe en parte a la enérgica intervención de su entrenador, Brendan Rodgers, quien le recordó que ningún jugador es irremplazable, y también del director general del club, Ian Ayre, quien suspendió un viaje promocional al Lejano Oriente para coordinar la reacción del club, cuyo primer paso fue una sanción económica cuyo monto no ha trascendido.

Los escépticos dicen que en el campo de juego Suárez dio la impresión de negar veracidad a las protestas de Ivanovic, aunque esto es lo habitual en la mayoría de las jugadas controvertidas.

Sea como fuere, Suárez confirmó en su cuenta de twitter que se había comunicado telefónicamente con Ivanovic y que éste había aceptado sus disculpas. Se sabe, además, que Ivanovic dijo a la policía que no quería presentar una queja contra el uruguayo; de haberlo hecho, el caso podría resultar en una acción en el fuero criminal, ya que la policía había recibido denuncias por parte del público.

ENTRE DIFERENCIAS Y PICARDÍA Los defensores del uruguayo han hablado de diferencias culturales para explicar el caso Suárez-Evra. Eso era discutible entonces, pero en lo que respecta a la personalidad del jugador es evidente que esas diferencias culturales existen y que los comentaristas ingleses no saben a qué atenerse.

En un extenso artículo del periódico dominical Sunday Times, obviamente escrito antes del partido, el periodista Jonathan Northcroft trata de explicar el significado de la palabra picardía en el vocabulario rioplatense, que tiene significados bastante peculiares, como nosotros explicamos en un artículo de octubre del año pasado, titulado precisamente La picardía de Luis Suarez.

Ha pasado todo este tiempo para que los ingleses se pregunten sobre los alcances de la picardía rioplatense o latinoamericana en el mundo del fútbol. Los italianos, ya se sabe, tienen su propia categoría de maldad inocente, conocida como cattiveria.

En las crónicas del fútbol italiano, un jugador cattivo es un jugador con un elemento positivo adicional.

Básicamente, para algunos (invariablemente las víctimas) una picardía es una acción ruin, vil, malvada, mientras que para otros (los beneficiarios) no pasa de ser una… picardía, vamos, un ardid, una argucia, una maniobra que deja en posición desairada a los ingenuos, a los perdedores.

O sea que en el mundo donde Suárez se formó futbolísticamente, una picardía puede ser un elemento positivo y deseable del juego, algo que no ocurre en el mundo donde ahora desarrolla su profesión.

Y esto fue tema en la conversación entre Suárez y Northcroft porque es inminente una doble decisión sobre el mejor jugador de la Premier League. Una de ellas corre por cuenta de los propios jugadores, reunidos en la Asociación de Futbolistas Profesionales, y la otra es de los escribas y comentaristas profesionales.

Los periodistas pueden votar hasta la primera semana de mayo (el premio se anunciará el 9), pero los futbolistas ya lo han hecho y su decisión será anunciada el próximo domingo, de modo que es posible que sea el elegido. Bueno, es posible aunque poco probable, pero no por este escándalo, sino porque el uruguayo no es popular entre sus colegas, como él mismo reconoce.

El favorito es Gareth Bale, del Tottenham Hotspur. Los otros candidatos son Robin van Persie, del Manchester United; Juan Mata y Eden Hazard, del Chelsea; y Michael Carrick, del Man United.

NO ES EL PRIMER MORDISCO Decíamos, entonces, que la picardía era o podía ser un arma positiva en la panoplia de un futbolista, pero esta defensa no se extiende a los actos de agresión en el campo de juego.

El caso del domingo se hace particularmente grave porque no es la primera vez que Suárez muerde a un adversario. En noviembre de 2010, cuando jugaba en el Ajax, mordió en un hombro a Otman Bakkal, del PSV Eindhoven. La asociación holandesa de fútbol le aplicó una suspensión de siete partidos.

Llama la atención que el gesto espontáneo de morder, que obviamente no tiene la intención de disminuir al adversario, sea juzgado con más severidad que el de patear en forma premeditada al rival, algo que se ve con bastante frecuencia en los campos de juego.

Suárez no lastimó a Bakkal y tampoco a Ivanovic. Tuvo el impulso de morderlos, algo que tal vez un psicólogo pueda atribuir a algún episodio de la niñez. O a un impulso atávico, como diría un antropólogo. Lo cierto es que Luis Suárez es ahora prisionero de su propia fama.

Resulta irónico, pero si hubiera lesionado a Ivanovic de una patada, bueno, eso resultaría aceptable, porque son cosas que pasan en los campos de juego. Pero lo mordió y entonces le cae encima todo el peso del oprobio, la deshonra que el público suele atribuir cuando el transgresor juega para otro equipo.

Para los aficionados del Liverpool, Suárez es oro en polvo. No solo es su mejor jugador, sino el único capaz de rescatar al equipo de una mediocridad que ofende a una de las aficiones más orgullosas del mundo.

Ian Ayre, el dirigente viajero del Liverpool, puede recorrer de rodillas todo el Oriente de Marco Polo y no reunirá la milésima parte del respaldo que Luis Suárez puede conseguir con un par de jugadas.

El problema, claro, es que esta criatura elemental, esta fuerza de la naturaleza que es el uruguayo, también puede causar daño. La Asociación Inglesa de Fútbol, que solo contempla cosas concretas, lo suspenderá por una buena temporada.

Suárez te da y te quita, ese es el trato que propone uno de los mejores jugadores de esta época. Y todo parece indicar que el Liverpool aceptará el trato, porque tiene mucho más para ganar que para perder.