JORGE BARRAZA Columnista de Deporte Total
Las juntas directivas de los clubes no deben fichar jugadores, deben hacerlo los que saben de fútbol, dijo Johan Cruyff el pasado 28 de mayo. Luego amplió: Contratar un jugador no es crear un equipo. Sus palabras suenan hoy proféticas. Como un iluminado gurú parece haber anticipado lo que está ocurriendo con el Real Madrid, que nuevamente hizo ultramillonarias incorporaciones antes de acometer la presente temporada. Pero, al menos en juego, la llegada de las nuevas estrellas no se ha traducido en una mejora.
La lupa se ha posado en Carlo Ancelotti, el técnico al que costó dos meses de tironeos arrancárselo al París Saint Germain. El Madrid ya quedó a 5 puntos del Atlético de Madrid (que sí muestra ser un equipo en el cabal sentido de la palabra), y del Barcelona. La distancia no se vería problemática sino fuera por lo mal que juega el cuadro merengue.
Sin coordinación, sin ideas, con problemas para generar juego, para defender y atacar. El público blanco tiene en la mira a cuatro jugadores: Arbeloa, Khedira, Coentrao y Benzemá. Aparte, considera un grave error haberse desprendido de un talentoso como Ozil para llevar, por el doble de costo, a un potente como Bale. Y haber soltado a Higuaín (muy querido por el madridismo) para quedarse con Benzemá, a quien consideran apático.
Pero al margen del plantel (por muy lejos el más caro del mundo), la gente empieza a sospechar que Carletto es un hombre demasiado blando y permeable a los consejos del presidente Florentino Pérez. Ya atendía las sugerencias de Berlusconi en el Milan, cuentan. Ancelotti es un hombre rico, y su esposa es una multimillonaria, está amortizado, parece como que le da lo mismo todo, dicen en los palcos del Bernabéu. Al italiano, reconocido por su carácter sereno y afable, lo llevaron para apaciguar el vestuario, luego de los focos incendiarios dejados por José Mourinho. Cuando el portugués se marchó, el mundo Madrid respiró aliviado; ahora ciertos sectores comienzan a extrañarlo.
Para mejor, el presidente ha agregado al cuerpo técnico a Zinedine Zidane, extraordinario con la bola en los pies, pero un hombre introvertido, que se sienta junto a los suplentes y da menos indicaciones que el masajista. Santiago Segurola, prestigioso analista del diario Marca, afirma que Florentino es un pésimo director deportivo. Y no lo piensa él solo. Ocurre que el presidente es quien decide todo en materia futbolística. Pérez, comentan, es una excelente persona, un madridista de alma y un genio de los negocios que ha llevado al club a ser el más poderoso del planeta en cualquier deporte, con ingresos extraordinarios. Más que eso, a él el Madrid le cuesta.
Paga de su bolsillo tres palcos que representan 60 entradas para cada partido y las regala a amigos o conocidos, costea sus viajes y los de su familia para ver los juegos de visita, hasta si regala una camiseta del equipo la paga a la tienda del club con su tarjeta de crédito. Pero es que le gusta decidir quién llega y quién se va, a qué técnico confiar la Ferrari que es esa plantilla. Y de fútbol sabe menos que de negocios. De ahí que en diez años de presidencia ha ganado una sola Liga.
Cruyff deja planteado un tópico apasionante: ¿quién debe fichar? ¿El técnico, el secretario deportivo o los dirigentes? Yo consigo el dinero, no puedo dejarle esa decisión al entrenador, afirma un ex presidente de club. El presidente es un buen hombre, pero no entiende de fútbol, replica el DT.
¿QUIÉN TIENE LA RAZÓN? No lejos de quien escribe, hay un ejemplo parecido al del Madrid. Javier Cantero, titular de Independiente, ha reconocido que, de fútbol, no entiende mucho. También aparenta ser un hombre bueno y que ama a la institución. Y aún en un triste momento de su historia, el Rojo tiene 94.000 socios. Pero sucumbió a la debilidad de todo hincha, Cantero: se dedicó a contratar a los jugadores. Trajo un camión lleno de veteranos y pataduras en los que gastó fortunas. El resultado es tan conocido como cruel: Independiente se fue a la B.