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Nada ha cambiado en la vida del Real Madrid, el rey de Europa. En Helsinki, capital de Finlandia, los merengues derrotaron 2-0 al Eintracht Frankfurt y alzaron su quinta Supercopa de Europa, igualando al Milan y Barcelona como los más ganadores. Además, se llevarán a Madrid el título oficial número 98 directo al museo que debe tener las dimensiones del mismísimo estadio Santiago Bernabéu para que entren tantos trofeos.
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David Alaba y Karim Benzema, que acaba de hacer justicia con sus propios pies al convertirse en el segundo máximo goleador en la historia del club, convirtieron para una victoria al estilo Real: sin demasiado brillo, haciendo lo justo para doblegar a su rival sin necesidad de aplastarlo futbolísticamente. El Madrid y su ejercicio de autoridad para seguir en el Olimpo del fútbol.
A los 37 minutos, Alaba aprovechó un error del portero Kevin Trapp, quien tras un córner se quedó a medio camino ante la viveza de Casemiro que dejó solo al alemán. Y a los 65′, de contragolpe, Benzema fue asistido por su ‘compinche’ Vinícius para sentenciar el partido y marcar su gol 324. Superó a Raúl y se quedó aún lejos de los 450 de Cristiano Ronaldo, el hombre por el que hizo el trabajo sucio cuando compartían camerino en el Bernabéu.
En la previa se especulaba mucho sobre el elenco de Carlo Ancelotti, sobre todo por la derrota en el clásico jugado en Estados Unidos ante el Barcelona en medio de la pretemporada. Pero las dudas se disiparon. El Real Madrid sigue siendo el mismo, el más ganador, el rey, el supercampeón de Europa.
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El enorme Courtois
Las luces se irán con Karim Benzema y Vinícius Júnior. Pero el Real Madrid no se sostiene solo en los goles del francés o las gambetas endemoniadas del brasileño. El monarca del Viejo Continente se sostiene en el gigante belga, Thibaut Courtois, el mejor portero del mundo en estos momentos.
Cuando el partido iba igualado y el Madrid no encontraba los espacios ante un buen planteamiento del Frankfurt, los alemanes tuvieron dos ocasiones claras para ponerse arriba en el marcador. El más claro fue a los 13 minutos, cuando el japonés Daichi Kamada recibió un excelente pase de Borré y quedó cara a cara ante Courtois. Definió cruzado y el balón chocó con la humanidad del arquero.
La estadística de Thibaut en las cuatro finales que disputó -y ganó- con el Real Madrid son demoledoras, a la altura de las mejores actuaciones en la historia: le remataron 19 veces a puerta y todas las atajó. No recibió un solo gol. Lo sufrió el Liverpool hace poco por la Champions; lo padeció el Frankfurt en las pocas ocasiones que tuvo.
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Paciencia e inteligencia
El Real Madrid es un equipo que no necesita dominar a su rival para hacer daño. De hecho, no le asusta estar incómodo en un partido. Amparado en la ese mediocampo con cinco Champions en sus espaldas que conforman Casemiro, Toni Kroos y Luka Modric; los blancos son inteligentes para jugar. Se adaptan como ningún equipo lo hace al momento del partido.
El Eintracht empezó el encuentro mejor, tapando los espacios y saliendo rápido de contra. Sin embargo, un pequeño error en un balón parado le costó el partido. Desde ese momento (37 minutos del primer tiempo) se acabó la final. Se podía jugar una hora más y los alemanes no hubieran anotado ningún gol. Es casi imposible cuando al frente está un equipo tan capacitado para adecuarse a lo que pide el momento.
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El arte del engaño
Con el 1-0 a favor, el Madrid no tuvo casi ningún otro sobresalto. Expertos en manejar los tiempos, la segunda parte fue ceremonial. El técnico del Frankfurt metió un delantero más en lugar de un mediocampista y a Mario Götze, un volante con corte ofensivo. Aún así no fue motivo de preocupación.
“La receta de siempre: atraer al rival, que Vinicius gane la espalda y conecte con Benzema. Simple. A lo Carletto Ancelotti”, sintetizó el segundo gol Juan Pablo Varsky en su cuenta de Twitter. El arte del engaño del Madrid siempre funciona, sobre todo si por un lado está el velocísimo Vinicius y por el otro trepa Federico Valverde.
Karim, de la suerte
La historia reciente del Real Madrid no se puede explicar sin mencionar a Karim Benzema. Goleador innato que llegó en 2009 y tuvo que acoplarse a trabajar para Cristiano Ronaldo durante nueve años. Sin CR7, él tomó el timón del ataque y hasta fue maestro del propio Vinícius.
“Sé que le he aportado. Tienes que hacerle la pregunta. Hoy, no es el mismo jugador. Está haciendo lo que debería hacer desde hace tiempo y no se le puede decir nada. Es un jugador joven, muy bueno. Sólo tienes que hablar con él. Sé que era capaz de producir mucho más. Así que en dos o tres frases en el campo, en dos o tres movimientos, le mostré cosas, sobre todo en los últimos veinte metros. Tiene que tomar la decisión él mismo, centrar para dar el pase decisivo, no para nada, o disparar para marcar. Levanta la cabeza, mira hacia adelante. Él ya empezó. ¡Hoy, ese es Vinicius Junior!”, contó en una entrevista a la revista “France Football”.
Lo dicho por Benzema se vio reflejado en su gol. El brasileño recibió un pase largo de Mendy por la banda izquierda, se perfiló para su diestra y en lugar de buscar el remate, alzó la cabeza y asistió a Karim. El galo disparó en primera y anotó en complicidad del portero.