El costo de los pasajes por bus de la ruta Lima-Huaral-Lima. Ese fue el pago que tuvo que asumir Global TV para poder transmitir en directo el partido Universitario-Unión Huaral, en 1991. Hoy que el fútbol nacional agoniza entre medidas cautelares, comunicados incendiarios y una recatafila de golpes bajos en una disputa que involucra decenas de millones de dólares, suena gracioso que el partido fundacional de las transmisiones por televisión haya costado apenas unos soles o, mejor dicho, algunos fajos de intis.
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Antes de ese encuentro, nuestro balompié solo tenía espacio en algunos programas de fin de semana (“Exclusivas deportivas”, “Gigante deportivo”, “Afición deportiva”) y los minúsculos segmentos deportivos de los noticieros en los que, créalo, ni siquiera pasaban los goles. Los pocos partidos que se transmitían a veces ni siquiera se anunciaban. “Los dirigentes pensaban que les restaban asistentes a los estadios”, recuerda Luis Ángel Pinasco, uno de los pioneros en la televisión.
En la década del 60, Pinasco y el publicista Óscar Dufour formaron una productora -DUPI- con la cual llevaron a las pantallas los partidos de Universitario y Alianza Lima. “Para narrar trajimos de la radio a Eduardo San Román. Transmitíamos para los canales 4 y 9 de esa época”, cuenta.
Pero el fútbol no tenía un espacio regular. Por eso es que las imágenes de ciertos clásicos como el 3-2 ganado por Universitario en 1986 o el 8-7 en Matute del año anterior, solo sobreviven registros de videocámaras caseras. Los noticieros, cuenta el periodista Alberto Beingolea, solían enviar a los partidos a un camarógrafo con un caset de escasa duración. Si tenía suerte, grababa un gol o una buena jugada. Para enterarnos de lo que ocurría, los hinchas debíamos escuchar a Pocho Rospigliosi, Óscar Artacho o esperar a lo que escribieran en los diarios Guillermo Alcántara, Manuel Doria o el ‘Tigre’ Mario Fernández.
"Pero el fútbol no tenía un espacio regular. Por eso es que las imágenes de ciertos clásicos como el 3-2 ganado por Universitario en 1986 o el 8-7 en Matute del año anterior, solo sobreviven registros de videocámaras caseras"
Los días de partido eran angustiosos. Quienes no alcanzábamos una entrada a los estadios debíamos esperar frente al televisor hasta minutos antes del encuentro rogando que se escuchara la fanfarria de los programas deportivos. Si eso ocurría, sabíamos que a continuación escucharíamos a Humberto Martínez Morosini, acompañado por Javier Rojas o su hijo Roberto, o a Pinasco, a quien lo secundaba Roberto Salinas y Diana García en la voz comercial.
El éxito de Global de esos tempranos noventas derivó en el ingreso de otros actores. Ya no se pagaban pasajes o estadías en hoteles a cambio de los partidos, sino miles de dólares. En 1993, compraron los derechos de Universitario, Boys, Melgar, León de Huánuco, Alianza Atlético, Cienciano y Municipal; en tanto que América Televisión se asoció con Alianza, Cristal, Mannucci, UTC y Unión Minas. Dos años después, entraría Panamericana con Micky Rospigliosi a la cabeza. La consolidación del cable trajo la aparición de Cable Mágico Deportes y progresivamente el fútbol fue dejando la señal abierta.
Desde ese entonces, los aficionados al fútbol hemos visto semana a semana nuestro querido (y por algunos odiado) campeonato local sin interrupciones. Lamentablemente, una disputa absurda -y mezquina-, además de envolvernos en la vergüenza internacional, nos ha hecho retroceder de un porrazo más de 30 años. Qué injusticia.
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