“¿Cuánto tiempo lleva Hans-Dieter Flick entrenando al Bayern Múnich?”, me preguntan luego del 2-0 ante Lyon en las semifinales de la Champions League. Uno ve a este equipo bávaro en el torneo de clubes más importante del mundo y cree que el exfutbolista dirige hace mucho ahí. La verdad es que no tiene ni una temporada. Reemplazó a Niko Kovac en noviembre del año pasado y en nueve meses está cerca de darle al conjunto alemán su sexta ‘Orejona’. Solo le queda el PSG de Neymar y Mbappé por delante.
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El teutón de 55 años logró lo que parecía lejano: darle dinámica, fútbol y contundencia a una escuadra, que hoy es una máquina, pero que hace unos meses no daba espectáculo, era previsible y sufría goleadas -Kovac dejó el cargo luego del sonrojante 5-1 en el campo del Frankfurt-. Hans-Dieter Flick le cambió la cara a este Bayern con ideas claras, teniendo una hoja de ruta definida, la misma que necesitan Lionel Messi y el Barcelona.
Después del histórico 8-2 que recibió el Barza, se pidió la cabeza del presidente Josep María Bartomeu, de gestión nefasta, y de algunos ‘pesos pesados’, siendo excluido el crack argentino. Incluso, más de un comentario apuntaba a que Messi no merecía tal humillación. Sin embargo, Leo fue tan cómplice de este momento como los demás señalados.
Previo al derbi frente al Espanyol, cuando el Barcelona se jugaba la liga con Real Madrid, Gerard Piqué llegó al Camp Nou en bicicleta, manejando a toda velocidad. Unos días después, el central apareció en redes sociales haciendo wakesurf, con el campeonato español y la Liga de Campeones en el horizonte. Messi como capitán se hizo de la vista gorda.
Con LaLiga en manos del Madrid, el astro azulgrana y Luis Suárez volaron a Ibiza para recargar energías con miras a la Champions. Leo se fue a tomar sol con el uruguayo, a pesar de que su amigo cojeaba en cada paso que daba e iba a ser el ‘9′ contra el Bayern, equipo del que futbolísticamente dudaban mas no de su poderío físico. En ningún caso, el atacante se ajustó la cinta de capitán y dio el paso hacia adelante. Y eso que en febrero de este año entendía que volver a reinar en Europa era bastante complicado. “Hoy por hoy no nos alcanza como estamos”, confesó al diario Mundo Deportivo.
En medio de la crisis, toca sentarse a conversar con Ronald Koeman. Messi deberá escuchar el proyecto de su nuevo entrenador y poner sobre la mesa lo que quiere. Con 33 años y la necesidad de volver a ganar, el rosarino no tiene margen de error. Con poco tiempo y dinero para gastar, el Barcelona tendrá que hilar muy fino para acertar en sus próximos fichajes. Ahí, Leo será clave también: o se queda para armar un plantel que lo ayude en la medida que él espera, o decide irse para probar suerte por primera vez lejos de Cataluña. Dudo que el camino más adecuado para el argentino sea la segunda opción.
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