Rafael Nadal logró un sufrido triunfo sobre el serbio Novak Djokovic en cuatro horas y trentaisiete minutos para avanzar a la final de Roland Garros-, donde el domingo luchará por su octavo título.

Nadal se impuso por 6-4, 3-6, 6-1, 6-7 (3-7) y 9-7 al número uno del mundo y se medirá en la final al ganador del encuentro que enfrenta al español David Ferrer y el francés Jo-Wilfried Tsonga.

La semifinal entre Nadal y Djokovic llegaba con dudas acerca de qué prevalecería: ¿la jerarquía de un siete veces campeón del torneo? ¿El predominio en los últimos tiempos de Djokovic sobre Nadal, con ocho victorias en 11 partidos?

El partido no dio respuesta, pero finalmente, y pese a una ventaja de 4-2 en el quinto set, dejó sin premio al serbio, que había preparado el año con la mira puesta en París, el único de los cuatro grandes torneos que no lo tuvo nunca como campeón.

UN SET DE INFARTO Quinto set, y todo era posible. Nadal falló una derecha en el primer punto y enseguida cometió una doble falta. Djokovic conectó una devolución paralela de derecha y momentos después quebraba el saque de su adversario.

Nadal no pudo aprovechar un break point a continuación y Djokovic se adelantó 2-0, y luego 4-2. El español enganchó groseramente una derecha, con break point sobre el serbio, pero entonces llegó un momento insólito: Djokovic acarició una pelota para rematar con suavidad, pero perdió el equilibrio, tocó la red y se apoyó con la raqueta del otro lado. El juez de silla le quitó el punto.

Nadal, que había apuntado su índice al serbio reclamando la sanción, no aprovechó tampoco esa oportunidad. No importó, porque el serbio se encargó de fallar un revés y darle el quiebre en el tercer break point.

Con dos sets para cada uno y 4-4 la tensión era física en el Philippe Chatrier. Ni hablar de con 5-5, 6-6 y 7-7, con las cinco horas y 53 minutos de la final de Australia 2012 en el recuerdo de muchos. Pero el tenis no incluye el empate como opción, y en el final, con un tiro largo de Djokovic, Nadal hizo, quizás como nunca, lo de siempre: caminar al título de Roland Garros.