MARÍA JOSÉ FERMI @Majofermi Enviada Especial de El Comercio a Tailandia

1. LAS PROMESAS DE NATALIA Todo comenzó con un comentario muy al estilo de Natalia Málaga en el partido contra Turquía. Los constantes altibajos anímicos y la poca capacidad de reacción de las chicas para volver a concentrarse en el partido, llevó a Natalia al límite. Pidió tiempo y les dijo: “¿Con qué se animan? ¿Les enseño mi poto? ¡Mírense las caras!”. Luego, la entrenadora prometió quedarse en sostén si ganábamos la siguiente fase. Días después lo tuvo que hacer en plena cancha- del Mundial. Luego vino un baile de festejo- tras los cuartos de final y para la fase de medallas también prometió otra sorpresa.

2. EL BUS DE LA PERUANIDAD No existió autobús en el campeonato más nacionalista que el nuestro. Mientras las de Japón escuchaban pop a todo volumen y en otros reinaba el silencio, en el nuestro el pase de admisión lo tenían la música criolla y afroperuana. Un popurrí interminable de Eva Ayllon, Pepe Vásquez, el ‘Zambo’ Cavero, Lucía de la Cruz, entre otros. De ida, las chicas sentadas cantaban sus letras y aplaudían como quien termina de inspirarse antes de una gran hazaña. De regreso, la cosa se ponía más movida: bailaban sentadas, paradas en el sitio y hasta en el pasillo. Una gran jarana sobre ruedas.

3. BARRA DESCONTROLADA El ‘Tío Matraca’, la ‘Tía Duracel’, ‘Zlatan’, el ‘Chorri’, la ‘Tía Pandereta’. Ninguno de los que llegó hasta Nakhon Ratchasima para alentar a las chicas se salvó de ser bautizado. Con tanto escándalo, se robaron el show y se volvieron tema de conversación en Perú, Tailandia y todo el mundo. Hasta la televisión japonesa que cubría el torneo le dedicó un reportaje entero a la barra peruana. Armados con matracas, bombos, platillos, cornetas y campanas, cuando Perú llegaba al coliseo se armaba la fiesta blanquirroja. La presión de la hinchada nacional fue tan grande que equipos como Serbia y China se consiguieron una portátil para buscar contrarrestar nuestra bulla. ¡Y no pasó nada!

4. UN SOLO CORAZÓN En un grupo deportivo no todos son amigos. Es más, hay muchos que ni se llevan bien. Pero en este equipo se rompe la regla. Jugando entre ellas desde hace más de 5 años, las chicas han crecido juntas y tienen una dinámica propia muy particular y divertida. Son amigas, se ríen, se ‘cochinean’, pero también se llaman la atención cuando es necesario. El espíritu del equipo es notorio dentro de la cancha: si una se cae, la otra empieza a levantarla con cariño y con látigo. Son pura garra. Y con Natalia es igual. A pesar de los estatequietos que les manda, se quieren de un lado para el otro.

5. LA ESCUELITA Las chicas no solo entrenaban y jugaban en Tailandia; también estudiaban, pero a sus rivales. Natalia y su equipo técnico instauraron una especie de escuelita estadística para analizar y desmenuzar el juego del oponente. Reunidos en una sala del hotel y viendo videos del equipo contra el que jugarían, las chicas escribían en un papel las rotaciones, tendencias en ataque y defensa, jugadores resaltantes y más. Juan Diego García, segundo asistente técnico, se convertía en ese profesor de matemáticas que tanto odiabas en el colegio para hacerles a las menores las preguntas de rigor. “Urrutia, ¿para dónde pega mejor la número 13 de Eslovenia?”; “Del Valle, ¿si la armadora está en posición 4, quiénes están en la zona de ataque?”. Nadie se salvaba del examen y pobre de la que no llevara la tarea hecha. La chamba dio resultados y, planteando bien los partidos, neutralizamos equipos que en el papel eran superiores a nosotros, pero que gracias a la ‘escuelita’ pudimos conocerlas mejor.

6. PARTIDO APARTE Las eslovenas quisieron jugarnos la psicológica y les salió el tiro por la culata. Desde que decidieron acomodar su pase a octavos de final para jugar con nosotros y no con Italia, se metieron con el corazón equivocado. En vez de bajonearlas, esto a nuestras chicas las levantó. Cada ironía que las eslovenas tenían en el hotel para con ellas, cada declaración del entrenador que decía que iban a ganarnos, aumentaba sus ganas de vencer a las europeas. Las peruanas se picaron y salieron a demostrar que nadie las menosprecia y, menos aún, les pasa por encima sin una pelea. “¿Qué decían, que nos iban a ganar? ¿Que éramos el equipo más débil? Les demostramos que no es así en la cancha”, aseguró orgullosa Ángela Leyva. Ganamos 3-0- y las eslovenas supieron más de esta tierra llamada Perú, y seguro no lo olvidarán.