HORACIO ZIMMERMANN @Horacon Redacción Online

Sergio Markarián culminó su proceso como entrenador de la selección peruana. El técnico partirá rumbo a Montevideo el próximo 8 de noviembre sin haber cumplido el objetivo de ir al Mundial, el mismo que él se trazó luego de ser presentado en julio del 2010. Por ese entonces, el uruguayo explicó: “Para calificar al Mundial hay que hacer un buen equipo, lo demás es hojarasca”. No lo logró. Y él mismo lo ha reconocido: “Perdí”, dijo el viernes pasado a modo de autocrítica tras caer ante Argentina en Buenos Aires. Aquí, un análisis futbolístico de su proceso en Eliminatorias:

1. La regularidad fue jugar discreto. El entrenador no pudo consolidar un equipo de rendimiento sostenido. La regularidad de Perú fue jugar para cinco puntos y a veces hasta menos. Alcanzó el pico más alto de rendimiento ante Paraguay y Argentina en Lima y tocó fondo frente a los guaraníes en Asunción y Venezuela en Puerto La Cruz, por citar algunos ejemplos. Perú fue uno de local y otro de visita. En casa logró sostenerse con los importantes triunfos ante Venezuela, Chile y Ecuador (en estos dos últimos la figura fue el arquero Raúl Fernández), pero afuera sumó 1 punto de 24 posibles, y para clasificar se necesita ser fuerte en casa y robar unidades lejos del Nacional.

El equipo terminó siendo irregular, y eso no lo hizo competitivo (siempre estuvo por debajo del quinto lugar). En síntesis, la blanquirroja terminó en la posición que merece: antepenúltima de las Eliminatorias sudamericanas. Si hay algo que no miente, es la tabla de posiciones.

2. Predecible en ataque, débil en defensa. La selección tuvo momentos buenos, aunque la balanza tira más para el lado de los instantes malos. Markarián utilizó predominantemente el esquema 4-4-2 para asegurarle un lugar en el equipo titular a su cuarteto de ataque (Vargas, Farfán, Pizarro y Guerrero). Creyó demasiado en ellos y se hizo rehén de la idea de ponerlos siempre. Bajo este esquema el equipo se hizo predecible a la hora de crear: con dos puntas (Guerrero y Pizarro) de repetida función que se superponían; dos extremos (Vargas y Farfán), el primero de poca fluidez y el segundo con más peso dentro del área que fuera de ella; y dos interiores (Ramírez y Cruzado) preocupados en quitar antes que en asistir (igual que los laterales que pasaron poco al ataque), el equipo se limitó a generar algún desnivel a través de su poder individual, mas no por su capacidad para asociarse.

En defensa, la selección fue incapaz de reeditar el orden y cierta seguridad que mostró en la Copa América de Argentina, en la que logró el tercer lugar. Uno de los detonantes fue la utilización, nuevamente, del cuarteto en ataque. Markarián priorizó jerarquía antes que táctica. De haber sucedido lo contrario, como en el torneo mencionado, se hubiera podido disimular de alguna manera la carencia de futbolistas para tareas defensivas, sobre todo de visita, cuando nos mostramos más débiles. En síntesis, Perú fue un equipo inseguro atrás, sin oficio, por momentos descontrolado y ligerito. Un indicador: terminamos siendo la tercera selección (solo superó a Bolivia y Paraguay) que más goles encajó durante el torneo: 26.

3. Las conclusiones. Perú pesó poco en las áreas. Es allí donde se ganan los partidos, finalmente. Atrás fuimos ligeros, adelante predecibles. Se rompieron algunas rachas negativas como ganarle a Ecuador y Chile en Lima, mérito visible por ser dos selecciones que están muy por encima de nosotros en ránking, estructura y competencia. Eso sí, se perdieron los partidos decisivos en la recta final cuando aún teníamos vida: ante Uruguay en Lima y ante Venezuela en Puerto La Cruz. La realidad nos golpeó en la cara y, aunque se haya culpado al árbitro de la derrota ante los ‘charrúas’, lo cierto es que el equipo se vio superado por las circunstancias de ese partido en particular. Y, según Marcelo Bielsa, un DT de primerísimo nivel, esto no puede suceder: “el argumento nunca puede ser, en un jugador profesional, que fue superado por las circunstancias. Se prepara, justamente, para que las circunstancias no lo superen”.

La despedida fue penosa frente a Bolivia sin público en el Nacional por un castigo de la FIFA. La selección de Markarián dijo adiós a las Eliminatorias empatando 1-1, con 15 puntos en la tabla de posiciones, solo dos más que los logrados por Chemo del Solar en el anterior proceso. Que no hay jugadores, que Manuel Burga, que el sistema poco competitivo, que el árbitro; es cierto, todo influyó en la involución del fútbol peruano a lo largo de estos años (ojo, a Chemo y los demás también les tocó un torneo pobre con una organización podrida), pero a la larga todo esto continúa solo siendo la “hojarasca” de la que habló el propio Markarián.