Retratos de mujeres que sugieren total dedicación al esposo y abnegado cuidado de los hijos. El hogar como restringido reino doméstico. Pero poco a poco, un nuevo siglo va abriendo espacios de libertad, sugeridos en imágenes de mujeres atletas, artistas circenses, telegrafistas, reinas del carnaval, son jóvenes que toman distancia del estricto ejemplo de madres y abuelas.
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Adelma Benavente y Peter Yenne son los curadores de la muestra “Ellas. La mujer y el género en la fotografía del sur andino 1895-1945″. Ambos dirigen hace 25 años el Photo Archive Project, institución que investiga, digitaliza y conserva archivos de fotógrafos procedentes de las ciudades de Arequipa, Cuzco y La Paz, en Bolivia. Al apreciar el centenar de imágenes que componen la exposición, está claro el propósito curatorial: mostrar la evolución que atraviesa la mirada de los fotógrafos pioneros, romantizada y masculina, a la de sus posteriores colegas, que a partir de los años veinte, abandonan estereotipos rígidos y se enfocan en nuevos roles e identidades que empiezan a evidenciarse en la sociedad andina.
—Un cambio de época—
“El rol de la mujer va cambiando gradualmente”, advierte Benavente. En efecto, para la curadora, a inicios de siglo XX la fotografía muestra, generalmente, a las mujeres aún en roles tradicionales, vinculada al ámbito doméstico. Con los años, sin embargo, empiezan a verse ejemplos de mayor libertad, especialmente en clases medias y populares, sea liderando negocios o como parte de la fuerza laboral. Las mujeres de alta sociedad, sin embargo, estaban mucho más controladas, tenían una actividad más limitada”, afirma.
Yenne, por su parte, aprecia un cambio en la mentalidad de los fotógrafos. “Al inicio, las ideas para retratar a las modelos proveían de las revistas francesas de moda. Las clientas hojeaban esas revistas y escogían la pose más a su gusto, o aceptaban la sugerencia del fotógrafo. Pero con el tiempo, esta práctica se va haciendo cada vez menos frecuente. Por primera vez, ellas pueden imponer su visión de sí mismas, dentro del estudio. Hay un proceso colaborativo entre fotógrafo y modelo, donde se advierte una confianza y complicidad mutua para el retrato”, dice el curador.
Un ejemplo de esta evolución lo constituye el trabajo de Avelino Ochoa, fotógrafo de Sicuani, en cuyas fotos se aprecia a mujeres en situaciones muy íntimas, incluso con parejas del mismo sexo. “El estudio fotográfico es entonces un espacio seguro para mostrarse como ellas mismas se ven “, explica el fotógrafo estadounidense.
—Sin lugar para fotógrafas—
Este centenar de imágenes, además de recordarnos el legado de maestros reconocidos como los arequipeños Max T. Vargas o los hermanos Carlos y Miguel Vargas, así como de sus colegas cusqueños Juan Manuel Figueroa Aznar o Emilio Díaz, también nos descubre la obra de otros fotógrafos de obra mucho menos divulgada, como son el mistiano Manuel Jesús Glave y los miembros de la llamada Escuela Cusqueña, a saber: Avelino Ochoa, Crisanto Cabrera, César Meza, Enrique Macías, Horacio Ochoa, José Gabriel González, Miguel Chani, Vidal González o Pablo Veramendi. En total, son dieciséis fotógrafos para revelar medio siglo en la historia de las mujeres. Se trata de tres generaciones de fotógrafos unidos por un denso tejido de relaciones: maestros y aprendices, amigos o competidores.
Vale preguntarse por qué no hay fotógrafas mujeres en el listado. Como advierte Benavente, si bien esta ausencia es cierta, muchas mujeres desempeñaron el papel de asistentas en el oficio. “En el caso de Avelino Ochoa, su asistente fue una mujer, Marina Toledo. Los hermanos Vargas contaban con el apoyo de su sobrina. José Gabriel González fue asistido por su hija Alicia. En el caso del mismo Martín Chambi, fue su hija Julia quien se encargó del archivo tras la muerte del fotógrafo. De cierto modo, vemos aquí que el machismo estaba presente. Ciertamente, había una limitación en el movimiento de las mujeres, no podían viajar solas para desarrollarse profesionalmente”, explica.
—Imágenes que dialogan—
¿Cómo acercarse a un universo de imágenes tan diverso? Para imaginar el guion de la muestra, Benavente y Yenne revisaron miles de fotografías escaneadas. Al inicio, fue un proceso intuitivo, buscando cierto encanto estético, la historia sugerida, una escena particularmente emblemática o impactante. Tras esa primera selección, con la mujer como tema, ambos empezaron a tejer conexiones entre las imágenes en base a semejanzas o contrastes, buscando con ello iluminar aspectos de la época y su sociedad retratada. “Nuestro reto es construir una secuencia (no estrictamente cronológica) que conjure el pasado y refleje la vida pública, privada y sentimental de la mujer, a partir de imágenes bellas, alegres, tiernas, trágicas, cómicas, insólitas, y misteriosas”, añade Yenne.
La muestra se inaugura el jueves 27 de marzo al mediodía, en la galería del C.C. Inca Garcilaso del Ministerio de Relaciones Exteriores. Estará abierta al público hasta el 25 de mayo, en Jr. Ucayali 391, Cercado de Lima. El ingreso es libre.
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