“Flow” es una de las más sólidas nominadas en la categoría de mejor cinta animada de los Óscar
“Flow” es una de las más sólidas nominadas en la categoría de mejor cinta animada de los Óscar

Muy activo en sus redes sociales, donde comparte interesantísima información sobre su película, el director de “Flow”, Gints Zilbalodis, publicó hace unos días: “Consejo para los cineastas: eviten mostrar agua en sus películas. Es muy difícil”. La ironía, por supuesto, proviene de que en casi todos los 83 minutos de “Flow” el agua nos sumerge sin clemencia.

Esta es la historia de un grupo de animales –un gato, un perro, una capibara, un lémur y un ave– que desarrolla una inesperada complicidad para sobrevivir a una masiva inundación en el mundo.

Presentada sin diálogos, solo con sonidos de animales reales, esta es una cinta que, sin embargo, desborda expresividad: los gestos y movimientos, en especial del gato protagonista, son de una naturalidad asombrosa; la capacidad para transmitir emociones y empatía también responde a la particular sensibilidad de creador; y el despliegue visual de su animación –a pesar de ser una película de bajísimo presupuesto, hecha por un equipo reducido y en un software libre– brilla por su nivel técnico y artístico: en el flujo de sus movimientos, en sus texturas y colores, en la iluminación y los contrastes de los paisajes, en determinados planos de notable precisión y detalle.

Pese a su estructura lineal, de aventura salvaje o clásica odisea, “Flow” también se luce con su manejo del ritmo narrativo. Es una película que nunca se apresura de más: cuando debe recurrir al vértigo, luego lo compensa con momentos de contemplación y respiro. Su cadencia no se rige por los habituales términos que la industria de la animación –usual y equivocadamente asociada solo a lo infantil– impone a sus creadores, por ende malacostumbrando (y subestimando) a sus públicos.

Clara deudora del cine mudo (aunque no sea una película propiamente muda, pues resalta por su diversidad y riqueza sonora), así como de referentes del género como el japonés Hayao Miyazaki, “Flow” conmueve también por la sencillez de su historia, que sin demasiados aspavientos aborda cuestiones como la soledad, el miedo y la solidaridad. Como es lógico, también puede leerse como una crítica a la crisis climática mundial, sin necesidad de elaborar grandes discursos ni caer en obviedades.

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Junto a la australiana “Memoir of a Snail” –otra gran película que, desde el ‘stop motion’ y la tragicomedia, rompe varios moldes–, la letona “Flow” es una de las más sólidas nominadas en la categoría de mejor cinta animada de los Óscar. Una saludable alternativa a la hegemonía de estudios como Pixar, Disney o Dreamworks, que tendrán que comenzar a buscar fórmulas más innovadoras y arriesgadas para no palidecer frente a las mencionadas propuestas, surgidas de la creación independiente y de los márgenes.

Calificación: 4/5

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