Enrique Planas

Pocos saben de la pasión de por el coleccionismo de Historietas. De vez en cuando, se anima a subastar alguno en Internet. Un ejemplar del Action Cómic #1, la primera aparición de Superman, en abril de 1938, o el codiciado “Detective Comics” #27, publicado en mayo del año siguiente, que marcó el debut de Batman columpiándose de los edificios. Los que le interesan especialmente son los de la llamada “Golden Age”, la época dorada, que va desde 1938 hasta 1956, los primeros cómics que definieron el arquetipo del superhéroe. “Coleccionar esa línea de publicaciones me llevaba a otro lugar, a buscar cosas que eran prácticamente imposibles de encontrar”, dice Rubén Blades, conectado al zoom desde su casa en Nueva York para esta entrevista.

¿Los cómics han formado parte también de su proceso creativo?

Lo más importante, más allá del personaje, es la manera de contar la historia. Y lo que tienen los cómics es que son como ‘storyboards’, esa secuencia de escenas dibujadas que van ayudando al director a desarrollar la idea. Los cómics hacen eso. Y a mí me interesa, como escritor, poder decir lo más posible con la menor cantidad de palabras. Lo interesante del cómic es que es imagen y texto a la vez. Me presenta muchos ángulos, muchas perspectivas. Me da una impresión rápida del tema, de los personajes. Enseña a desarrollar la narración lo más rápido posible. Por eso siempre tuve interés en el cómic. Al inicio, lo vi como una cuestión que me ayudaba a escribir mejor. Después adquirí una especie de interés “arqueológico”.

Hay videos donde usted muestra su primera edición de “Superman” y lo define como un migrante. Y a la Mujer Maravilla la presenta como su madre y su abuela. ¿Esos superhéroes deben simbolizar algo para usted para ser sumados a su colección?

Primero, eran personajes que defendían la libertad y la justicia. Se oponían a las tiranías, a los dictadores. Considero que eso era muy importante para ayudar a niños y niñas que empiezan a formarse. Iban recibiendo el fundamento para oponerse a la maldad, que tenían un héroe o la heroína para ayudar con ello a crear un mejor mundo. Más allá de que estos personajes fueran casi todos blancos. ¡No había superhéroes latinos o negros! Ese panteón de héroes parecía algo superfluo, pero yo siempre les di mucha importancia.

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¿Qué opina de la crítica de Alan Moore, el autor de “Watchmen”, que consideraba a los superhéroes un producto del fascismo estadounidense?

Yo no creo. Eso se lo dieron también a Carl Barks, que creó al pato Donald y al Rico Mc Pato. Decían que su personaje era un frío capitalista. Creo que si nos ponemos a analizar todo desde un punto de vista crítico, sin entender contextos y sin ampliar los ejemplos, estaremos utilizando solo ideologías. Claro, puedes ver a un superhéroe como Superman por encima de todo, que puede hacer lo que le dé la gana. Pero aún pudiendo, Superman no se convierte en el emperador del mundo. ¡Y tendría el poder para hacerlo! Yo veo a Superman como un emigrante que llega a un mundo que no es el suyo y decide utilizar sus poderes para el bien. Y eso no define a un fascista, me parece.

A propósito, ¿cómo le fue en su última subasta de cómics?

Fue un poquito decepcionante para mí. Porque habían demasiadas subastas a la vez. Y era raro, porque muchos de los libros que estaban siendo subastados eran difíciles de encontrar. No puedo decir que nos fue mal, pero nos hubiera podido ir mejor. Así son las subastas, el asunto me tiene completamente sorprendido. Yo estoy vendiendo mis cómics porque ocupan demasiado espacio. Uno tiene que estarlos cuidando. He llegado a la edad en que uno comienza a ponerse la misma ropa, ya no estás comprando cosas nuevas, vas saliendo de lo que ya tienes, se lo vas dando a otros.

¿Su interés por trabajar en filmes y series como “Fear the Walking Dead” tiene que ver con esos vínculos personales con la cultura pop?

Programas como “Fear the Walking Dead” hacen preguntas muy válidas. ¿Qué ocurre cuando se desploma lo que consideramos civilización? ¿cuando se cae el gobierno, la iglesia, el dinero? ¿Qué ocurre cuando todo desaparece? ¿Cuál es nuestra reacción? ¿El ser humano se convierte en un animal, privado de empatía, de solidaridad? “Cuando la civilización desaparece, desaparece rápido, dice uno de los personajes en el primer episodio de la primera temporada. Y eso es así. Si pasara algo con los satélites que están ahora mismo controlando esta comunicación que tenemos nosotros, además de los teléfonos, la televisión, los aerolíneas, los hospitales, el mundo se convierte en un escándalo. ¡Aquí en Nueva York se fue la luz por 24 horas y la gente no sabía qué hacer! Las preguntas que planteaba la serie me parecieron sumamente importantes y por eso acepté trabajar en ella. En cuanto a la cultura pop, tiene una cosa que ayuda mucho: es muy amplia y puedes comunicarte con mucha gente que, de otra forma, no habrías podido acceder. Por ejemplo, mucha gente en “Fear the Walking Dead” no sabía que yo era cantante ni compositor. De pronto, haber estado en una serie de ocho temporadas, vista en 130 países, te da una idea del impacto. En un mundo cada vez más polarizado, la cultura pop permite a dos personas, antagónicas por temas de política, de pronto coincidir en el gusto por Supermán, por “Fear of the Walking Dead” o por la música. Hoy más que nunca necesitamos esos puntos de convergencia, porque la cosa va mal.

Blades participó de las ocho temporadas de la serie “Fear the Walking Dead”, serie sobre un apocalipsis zombi en Los Ángeles | Foto: AMC
Blades participó de las ocho temporadas de la serie “Fear the Walking Dead”, serie sobre un apocalipsis zombi en Los Ángeles | Foto: AMC

La cosa va mal. ¿Son los zombis la metáfora de la política estadounidense actual?

Lo que está pasando ahora mismo, básicamente, es el producto de una evolución que de la cual no nos dimos cuenta. Solo nos concentramos en nuestra burbuja, en los amigos que piensan como nosotros, escuchando noticias del medio que nos representa. Sin conocer cómo piensan otras personas, los que piensan diferente a nosotros. Especialmente personas que, como yo, viven en sitios como Nueva York. Vivir aquí te da la impresión de que razas de todo el mundo pueden vivir en perfecta armonía. Pero hay otras partes de Estados Unidos, como Mississippi, Dakota del Norte o Texas que todavía viven en el tiempo de la Guerra Civil. Cuando se eligió a Barack Obama como presidente, muchos pensamos que el país había vencido la imagen de país racista y clasista, que no permitía el acceso a las minorías a puntos importantes de administración. Su triunfo fue tremendo. Y lo escogieron dos veces. Pero no nos dimos cuenta que, a la vez, también se estaban desarrollando otras ideas en otras direcciones. Solo faltaba la aparición de un demagogo, un narcisista, un sociópata sin escrúpulos que convoca a una enorme cantidad de personas con mucho odio y prejuicios, que estaban esperando por un líder. En ese momento estamos ahora. 77 millones de personas votaron por Trump. 72 millones votaron contra él y mucha gente no votó. Esto nos lleva indefectiblemente a la lucha entre el bien y el mal.

Panamá ha sido el centro de atención mundial desde antes que Trump entrara la Casa Blanca. ¿Qué piensa de sus bravatas? ¿Es posible una intervención de Estados Unidos en el canal? ¿La denuncia de Trump sobre una intervención china en el canal es real?

Mire, todo lo que se afirma o se niega siempre tiene algo de cierto. Decir que China controla el canal es completamente falso. Toda la labor administrativa la realiza Panamá. No lo digo yo: resulta que Washington Ports, dos empresas de Hong Kong, que tienen el 30% del control en dos puertos, están allí desde hace más de 25 años. Ningún presidente de Estados Unidos había dicho que China controla el canal durante todo este tiempo. El canal es un punto importantísimo en términos geopolíticos para Estados Unidos, le importa a republicanos y a demócratas. Le importa a los intereses militares de Estados Unidos. Creer que recién ahora se dieron cuenta que los chinos controlan el canal es absurdo. Ahora, hay que recordar que cuando se firma el contrato de estas empresas con el canal, Hong Kong era una posesión inglesa y no tenían interferencia de la China comunista. Eso cambió. Y ahora en Hong Kong, a pesar de que se mantiene cierta ilusión de autonomía, en realidad manda China, un país tan imperialista como Estados Unidos. Cuando China adquiere jurisdicción sobre el área de Hong Kong, todas las empresas pasan a su control, aunque no se manifieste de forma evidente. Lo que dice Estados Unidos es un invento, pero hay un pequeño aspecto difícil de negar: la intromisión china en las empresas.

Si se tiene dos empresas chinas, una al principio del canal y otra al final, el argumento de Trump es que ambas empresas pueden detener el flujo marítimo.

Es completamente imposible. Allí no hay militares chinos. De pronto, puede haber una labor de sabotaje. ¡No sé qué se imagina este señor! Porque ha llegado incluso a decir que hay espías chinos en Panamá. Que por todo el canal hay letreros chinos. Son esa clase de mentiras que resultan suficientes para las personas, por lo general no muy bien informadas, que siguen a Trump. Creo que son cosas que él utiliza para distraer. Como cambiarle el nombre al Golfo de México, decir que Groenlandia será suya, que Canadá será un nuevo estado asociado. Cosas que alagan o calman a los que piensan como él. Pero eso no refleja la realidad.

Luego de su concierto en Lima, en mayo saldrá de gira por Estados Unidos para presentar su nuevo disco, “Fotografías”, con temas urgentes como “migrantes” ¿En momentos en que se criminaliza al inmigrante, su gira es una manera de retomar la militancia política?

Mucho del material que he escrito a través de los años ha sido crítico. Yo lo veo como una oportunidad para presentar propuestas, ideas, reafirmar cosas que creo importante reafirmar. Pero todo sin un contenido ideológico. Hablamos básicamente de una cuestión humana. Yo soy un emigrante. Muchos de los que estamos aquí son emigrantes, y mucha de la gente que nos va a ir a ver lo son. Hay tener cuidado con creer que no hay simpatías en Estados Unidos hacia los inmigrantes. Lo que pasa en que están diciendo, una y otra vez en las noticias, que solo deportan a los criminales. Que son asesinos o miembros del Tren de Aragua. En realidad, el miedo que hay ahora mismo es que deporten a cualquiera, incluyéndome a mí. Yo no tengo ningún temor. Yo creo en la ley. Pero el señor que trabaja en una panadería en Utah y a quien nadie conoce, de pronto lo oyen en la calle hablando español y se lo llevan. Y cuando está adentro, puede pasar cualquier cosa.

¿Qué puede hacer desde su posición?

Estamos en un sitio donde hay mucha gente con miedo. Y el miedo hace que la gente no hable. Y cuando la gente no habla, se pierde el argumento. Lo que debemos hacer es defender la razón. No debemos olvidar la razón. No lo digo para ofender, lo que digo tiene sustento, humano y legal. A algunos no les gustará, pero eso no es nuevo para mí. ¡A mí me sacaron de la radio por 15 años en Estados Unidos porque decían que era comunista! He criticado el comunismo en la Nicaragua de Ortega, en Cuba, en Venezuela. Ellos no son izquierdistas ni socialistas. Son “ambidiestros”, charlatanes, un fracaso. Un izquierdista que respeto es Pepe Mujica. Ejemplo de un tipo consistente, honesto, decente.

Hablemos de sus lecturas y vínculos literarios. El año pasado, en el foro “Centroamérica cuenta”, dialogó largamente con el escritor cubano Leonardo Padura, que lo presentó como “el hombre que introdujo la literatura en la salsa”. En ese diálogo deslizó que usted tiene historias que próximamente publicará. ¿Podría confirmar ese dato?

Padura es un buen amigo. Escribimos un guion con su esposa, así que ya hemos tenido una relación de trabajo. Ahora mismo estoy revisando el manuscrito de un libro. Creí que sería más fácil de lo que en realidad fue. Usted no tiene idea de lo difícil que ha sido.

Imagen donde se aprecia a Rubén Blades junto a Willie Colón
Imagen donde se aprecia a Rubén Blades junto a Willie Colón

¿Habla de su esperada autobiografía?

Así es. Comencé a escribirla hace cinco años. Es una memoria que no va a satisfacer a nadie, pero que me da la oportunidad de expresar ciertas cosas que creo importantes. No se trata de tirar nombrecitos al aire. Cuando aún no había escrito “Vivir para contarla”, el Gabo me preguntó un día si pensaba escribir mi biografía. No, ¿para qué?, le dije. Escríbelo ahora para que otro no la escriba por ti, me respondió. “Hay ciertos puntos que tienes que aclarar. Acláralos ahora que puedes”. Eso me decidió. Sé que es una tarea inútil, pues siempre se queda gente y eventos por fuera. El libro tenía 500 y pico de páginas. Ahora mismo lo reduje a 300, no sé. Lo que estoy haciendo ahora es establecer las conexiones entre las canciones que he escrito, para ir desarrollando algo como lo que hizo Balzac en “La comedia humana”, donde coinciden los personajes que aparecían en sus otras novelas. Eso a mí me parece muy interesante. Estoy identificando cuáles son los puntos de conexión entre mis canciones. Es un descubrimiento interesantísimo. Tengo personajes que no tenía idea de que estaban conectados. También tengo cuentos cortos, pero nunca los he puesto todos juntos. Es muy posible que eso sea una de las cosas que haga más adelante. No sé cuánto tiempo más tendré cantando. Francamente, con 76 años, se me hace difícil mantener el trajín de las giras. Quizás ahora sea el momento de dirigirme más a la escritura. Y en vez de hacer un concierto, participar de conversaciones en universidades o en teatros.

Hablando de García Márquez, ¿leyó “En agosto nos vemos”, su libro póstumo?

No lo he leído todavía, no estoy seguro si lo quiero leer.

¿Qué piensa de los libros de un autor publicados después de su muerte?

Depende de quién sea. Recuerdo que Julio Verne escribió un libro sobre París en el siglo XXI y que al editor le pareció malísimo. Lo metió en una caja fuerte y se quedó allí por más de 100 años. Cuando se publicó, lo leí y, en realidad, el editor tenía razón. No me gustó mucho. Pero no estoy seguro. Sí tengo curiosidad. Ojalá pudiéramos saber qué pensaba Gabo. Entiendo a sus hijos. Aún si su autor no estuviera en su 100%, si estuviera en un 80%, sigue siendo Gabo. Casualmente hablaba con amigos en Panamá sobre leerlo o no. Posiblemente terminaré leyéndolo. No sé.

En sus memorias, el cineasta Luis Llosa cuenta que la entrevista de Vargas Llosa con usted para el programa “La Torre de Babel”, en los años 80, resultó muy incómoda. ¿Siendo amigo de García Márquez, su relación con Vargas Llosa fue tirante?

Fíjese que no tengo ninguna memoria negativa. Es más, sé que él estuvo en el programa del gran Luis Delgado Aparicio, que en paz descanse, y habló muy bien de mí y de mi trabajo. Vargas Llosa se sorprendió cuando supo que yo había leído libros y tenía ciertas influencias. Creo que eso lo sorprendió. No es muy común encontrar cantantes de cualquier género que, de pronto, hayan leído a Camus.

Sobre aquella línea maravillosa de Pedro Navaja, “como en una novela de Kafka el ladrón dobló por el callejón”, miles de personas han buscado la referencia exacta. Algunos dicen que se trata de “América”, novela sobre un joven inmigrante a Nueva York. ¿Es verdad?

No. Lo que yo traté de indicar en esa línea es que en los libros de Kafka hay una constante interrogación. Todo es sospechoso. Tú no sabes si estás en la realidad o en un sueño. “Como en una novela de Kafka”, quiere decir: absurdamente. Para mí, la lectura de Kafka siempre se sustenta en el absurdo que, sin embargo, nos resulta muy familiar. Así que el borracho que dobla el callejón, quiere decir que continúa en su proceso hacia un fin absurdo. No me fijé específicamente en ninguna historia de Kafka en particular.

La última pregunta tiene que ver con un hallazgo muy reciente: su vínculo biológico con Ricardo Miró, el gran poeta panameño, que sería su abuelo biológico, según el programa “Finding your Roots” de la cadena PBS.

Fue una sorpresa tremenda. Bueno, usted vio mi cara, vio mi reacción en el programa. No había absolutamente nada que pudiera indicar una posibilidad semejante. Fue algo completamente inesperado. Lo que voy a hacer es escribir una pequeña nota para explicar qué es lo que creo del asunto. Lo que no voy a hacer es hablar de esto constantemente. Daría la impresión de que estoy autopublicitándome, y eso a mí no me interesa. Es una situación que nunca imaginé que iba a ocurrir. Pensé que en el programa iba a salir información de mi abuelo Rubén Blades, a quien no conocí, y de repente sale Ricardo Miró. Así que, con mis notas que publicaré le pondré fin al tema. Pero le digo: que fue sorpresa, fue sorpresa. Y reafirma el coro ese del borracho, ¿no?: “La vida te da sorpresas”. Y es verdad. Y te las sigue dando.

Un programa periodístico descubrió recientemente, apelando a pruebas de
ADN, que Ricardo Miró, uno de los mayores poetas panameños, es abuelo
biológico del cantautor
Un programa periodístico descubrió recientemente, apelando a pruebas de ADN, que Ricardo Miró, uno de los mayores poetas panameños, es abuelo biológico del cantautor

Es de celebrar el pudor con que ha manejado el tema.

Imagínese: todos los que podrían ofrecer luces sobre lo que ocurrió, ya están en el otro barrio. ¡Estas cosas pasaron hace 100 años! Yo no tengo idea. Estoy sorprendido y estaré sorprendido hasta el resto de mi vida.

Ficha del disco

“Fotografías”

  • Autor: Rubén Blades / Roberto Delgado & orquesta
  • Sello: Ruben Blades Productions
  • Año: 2025
  • Género: Música tropical, pop
  • Temas: “Fotografías”, “Emigrantes”, “La Barricada” “Hoy por ti (Mañana por mí)”, “Eso es amar” “Señor Botánico”, “La Belleza del Son”, “El Panquelero”.

El dato

El 27 de febrero de 2025 en el Estadio Nacional. Tres leyendas del género, Víctor Manuelle, Marc Anthony y Rubén Blades, compartirán escenario por primera vez. Los acompañará la intérprete peruana Daniela Darcourt.

SOBRE EL AUTOR

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