La primera vez que Ainoha Siucho entregó las frazadas elaboradas por su ONG Ayudando Abrigando, se dio cuenta de que una sola cosa podía cambiar y mejorar significativamente la vida de las personas. “Ese día me marcó por completo. Yo no tenía idea de cómo procesar la felicidad que sentí. Era un sentimiento nuevo y yo, con 14 años, no podía creer lo que estaba pasando”, señala.
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Ese tres de diciembre del 2016, Ainoha fue al Instituto Nacional de Enfermedades Neoplásicas (INEN) y conoció a Elda y Leslie, dos pacientes que recibieron los cobertores hechos a base de botellas de plástico y que las abrigaron durante el tiempo de su permanencia en el centro. De ahí en adelante, Ayudando Abrigando ha logrado reciclar más de 700 toneladas de plástico que equivalen a más de 35 millones de botellas.
Esta organización nació de un proyecto escolar y el equipo fundador, además de Ainoha, está conformado por Miguel Uccelli, Francesco Mufarech y Marcelo Makhlouf, quienes han construido la base de Ayudando Abrigando con un enfoque social y de cuidado del medio ambiente. “Empezamos a investigar y descubrimos que en China ya se realizaba este proceso de convertir el plástico en frazadas y nosotros buscamos la forma de replicar esto en Perú. Afortunadamente, encontramos una empresa que hasta el día de hoy nos apoya para el proceso”, explica la joven que hace poco cumplió los 18 años.
Ainoha recuerda que comenzaron acumulando botellas en sus casas y luego pasaron la voz a amigos y familiares, hasta que pudieron realizar alianzas estratégicas con restaurantes y centros comerciales, lo que garantizó que se puedan hacer más frazadas para abrigar a población vulnerable de Lima y de provincias en donde las temperaturas descienden considerablemente.
“Con el tiempo nos dimos cuenta de que podíamos hacer más cosas y usar el 100% de lo que producíamos y empezamos a hacer ponchos y medias con los retazos de tela que nos sobraban. Así nada se pierde”, acota Siucho.
Generalmente, para hacer una frazada se necesitan entre 350 a 400 botellas de 1.5lt., mientras que para la elaboración de un poncho son 250 y 200 para un par de medias.
Para estos jóvenes, que ya han enfrentado otros retos como el de ayudar a los afectados durante el fenómeno de El Niño Costero, la pandemia del coronavirus ha sido algo que los ha ayudado a transformarse y adaptarse, pero sin perder la esencia. “Teníamos dos opciones: parar las operaciones hasta que todo vuelva a la normalidad o seguir adelante y concentrarnos en ayudar a las personas que lo necesitan. Nosotros optamos por lo segundo y seguimos trabajando”, señala Ainoha.
Este año, a pesar de que las dinámicas de entrega han cambiado por el distanciamiento social y las restricciones de movilidad, los chicos han logrado llevar 3.842 frazadas, 3.356 ponchos y 804 ponchos a diversas zonas de Lima, como la Casa de Todos de Acho, Ciudad de Gozen en Villa María del Triunfo, Pamplona Alta en San Juan de Miraflores, la zona de San Gabriel en Collique, Comas, y en Chanca en Cusco.
“Lo que nos impulsa a seguir adelante son las sonrisas y muestras de cariño que recibimos cuando entregamos las donaciones. No importa qué tan lejos esté en la comunidad, si está en la Lima o provincia, si es a nivel del mar o a más de 4000 m.s.n.m. No importa”, acota la joven.
La organización estima que desde el 2016 ha llevado cobijo a cerca de 30 mil peruanos y peruanas que viven en zonas vulnerables. Para conocer más sobre la labor de Ayudando Abrigando puedes buscarlos en Facebook e Instagram como @ayudandoabrigando.