La memoria colectiva de Chosica tiene un doloroso punto de quiebre en su historia reciente. El 23 de marzo de 2015, a las 3:30 de la tarde, varias quebradas se activaron por fuertes lluvias y los huaicos arrastraron rocas y barro sobre el distrito ubicado en el extremo este de Lima Metropolitana. Esa tarde, nueve familias perdieron a un ser querido y otras 153, todo lo que tenían. Casas, comercios, autos y avenidas quedaron sumergidos en el lodo.
No fue la última vez que en Chosica llovió tan fuerte que provocó huaicos, pero sí la última en que murieron personas en un evento natural previsible. Al año siguiente se instalaron 22 barreras dinámicas de acero para contener el material sólido que se desprende de los cerros. Funcionó, pero aún queda un gran sector desprotegido.
Oswaldo Vargas, alcalde del distrito Lurigancho - Chosica, advierte que de las 16 quebradas de Chosica, solo nueve tienen la protección que fue puesta a prueba con el fenómeno de El Niño del año 2017. Aunque hubo deslizamientos, las mallas contuvieron las grandes rocas y solo agua con barro discurrió hacia la partes bajas.
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“Han pasado seis años del último huaico, lo que significa que hay gran acumulación de material en las partes altas de cada quebrada. Si en este mes o el otro aumentan las lluvias, todo eso va a caer sobre la población. Son más de 200 mil toneladas métricas de piedras y rocas”, dice a este Diario.
La gestión de Vargas ha solicitado a la Autoridad Nacional del Agua (ANA), del Ministerio de Desarrollo Agrario y Riego, la instalación de otras 25 barreras dinámicas en las siete quebradas vulnerables. Además, solicita la inspección de las existentes para garantizar que estén en buenas condiciones ante denuncias del robo de piezas de acero.
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No solo hay que proteger las nuevas quebradas, insiste, sino asegurar que las otras también podrán soportar nuevas cargas ante lluvias de mayor magnitud. Las predicciones de Senamhi indican que para este año, con La Niña Costera que mantuvo tres años con menos precipitaciones, se esperan una mayor probabilidad de excesos de lluvias en la selva y sierra (especialmente en la zona centro y sur). “En la quebrada San Antonio, que tiene 5 kilómetros de profundidad y una pendiente de 30°, y en la quebrada de Nicolás de Piérola, de 6.3 kilómetros de profundidad, solamente se encuentran instaladas seis mallas, pero se requiere por lo menos cinco más por cada una porque hay una cantidad enorme de material acumulado”, añadió.
Protección asegurada
El modelo aplicado en las nueve quebradas de Chosica ha sido un buen ejemplo de prevención que aún no se replica en otras zonas vulnerables. Según el Plan de Prevención y Reducción de Riesgo de Desastres 2019-2020, de la Municipalidad Metropolitana de Lima, en este distrito y también en Chaclacayo hay 98.063 personas expuestas a riesgo alto por vivir en las quebradas.
El ingeniero Augusto Alza, vocero de Grupo TDM, empresa que instaló las barreras dinámicas entre diciembre del 2015 y marzo del 2016, explica que el objetivo de este sistema es contener el material sólido y al mismo tiempo disipar la fuerza del huaico. El diseño depende de cada quebrada porque se toma en cuenta su extensión, morfología y ubicación. La estructura de la barrera incluye una malla con anillos de acero y unos anclajes de entre 5 y 9 metros que van enterrados centro del cerro para que incrementar su resistencia. A diferencia de los diques de concreto, su principal característica es su flexibilidad para contener distintos volúmenes de material sólido.
“Son barreras de acero especial de alta resistencia, protegidos de la corrosión con una aleación de zinc y aluminio. La idea es que, con cada huaico, la malla se vaya deformando como un arco de fútbol que recibe pelotas. Cuando la capacidad de deformación llega al límite entran a jugar unos frenos que disipan la energía. Todas las barreras están construidas para soportar volúmenes de unos 100.000 metros cúbicos”, explica.
La inversión total ascendió a S/22 millones de soles que fue cubierto por la ANA. El mantenimiento también depende de esta entidad. “Se necesita revisión exhaustiva de cada elemento. Es un sistema que funciona cuando todas las piezas están en buen estado. Si falta una, la barrera queda vulnerable”, añade Alza.
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