No hay duda de que las celebridades venden: pueden vender canciones, relojes, perfumes y ropa. Y también pueden vender caridad y ayuda.

Basta ver las imágenes de Angelina Jolie en África rodeada de mujeres y niños con carencias o a George Clooney evadiendo cohetes en los Montes Nuba en Sudán.

Y ¿quién no ha visto a Bono presentando algún documental sobre las consecuencias de una sequía en África?

Jolie es embajadora especial de la Agencia de Refugiados de Naciones Unidas (ACNUR) y su campaña más reciente en África es concientizar al mundo sobre las víctimas de violaciones en conflictos armados.

Clooney hace campaña por la situación humanitaria de la población de los Montes Nuba.

Y Bono Bono es Bono, el padre de lo que ahora se llama la diplomacia de celebridades, una actividad que ahora cuenta con una larga lista de cientos de famosos.

Es tan importante que todas las grandes organizaciones internacionales de ayuda cuentan con un departamento especializado en manejar y cuidar su cartera de personalidades.

Rita Ann Wallace, encargada de comunicaciones de Unicef (Fondo de Naciones Unidas para la Infancia) en Nueva York, explica a BBC Mundo que las celebridades atraen atención y por lo tanto tienen la capacidad de centrar los ojos del mundo en las necesidades de los niños, tanto en sus propios países como en proyectos de campo y programas de emergencia en el extranjero.

También pueden entablar un contacto directo con quienes tienen el poder de llevar a cabo cambios, agrega Wallace.

¿ÚTILES? Sin duda llaman la atención. Gracias a la reciente visita de Jolie a África y el gran despliegue en los medios con su fotografía, ahora sabemos que 400 mil personas en Ruanda y 200 mil en Congo no sólo mujeres sino también hombres y niños han sido víctimas de violencia sexual durante los conflictos armados en esos países.

Pero más allá de los discursos y de las fotografías con los políticos locales, ¿es útil realmente que una celebridad patrocine una causa humanitaria?

Los organismos de ayuda, tanto gubernamentales como ONG, expresan un contundente sí.

A nuestros embajadores se les escucha en todo el mundo y su apoyo nos ayuda a dar voz a gente que de otra forma no sería escuchada dice Claire Lewis, coordinadora internacional de artistas en Oxfam.

Con su trabajo, los mensajes de las campañas de Oxfam pueden llegar a una audiencia mucho más amplia y tienen un enorme impacto en quienes toman las decisiones.

Sin embargo, hay quienes critican que hoy en día la opinión de un cantante o un actor sobre un complejo problema político, que muchas veces no entienden, pesa tanto o más como la de los profesionales que trabajan en el campo.

Cuando el video de Kony 2012 (una campaña contra el presunto criminal de guerra ugandés Joseph Kony a la que se adhirieron varias celebridades, incluidos Angelina Jolie y George Clooney) se volvió viral en Occidente, los africanistas reaccionaron airados por lo que decían era la excesiva simplificación de un complejo problema regional.

Andrew Meldrum, corresponsal en África de GlobalPost.com, defendió la campaña, que dijo no estaba dirigida a los expertos, sino a los millones de personas que viven al otro lado del mundo y que no saben nada de los problemas del continente.

(Estas campañas) no son para africanistas o académicos, hacedores de política o periodistas. Ni siquiera son para los ugandeses, afirma el periodista.

Son para el enorme número de jóvenes, principalmente blancos, principalmente cristianos, que ambicionan cambiar el mundo y que no tienen idea de quién es Joseph Kony, que no saben dónde está Uganda y que quizás tienen un conocimiento algo vago de si África es un país o un continente.

SUPERFICIALES Está muy bien llamar la atención, dicen otros. Pero ¿cambia esto algo a nivel local? ¿Tiene un impacto real en la raíz de los problemas?

Las estrellas son víctimas de su propia frivolidad: llevan consigo el peso de su fama, pero tienen poco peso y seriedad, escribe en el periódico británico The Guardian la periodista sudanesa Nesrine Malik, sobre el activismo de George Clooney en Sudán.

Ha sido insoportable escuchar las respuestas de concurso de belleza que da Clooney sobre lo que realmente está ocurriendo en Sudán. Pero es un actor, no es un experto político o académico. Desea salvar vidas. Y ¿qué impacto tiene esto en Estados Unidos o en el gobierno sudanés?

Muy poco agrega. Es admirable que quiera dedicar su tiempo, salud y recursos a un asunto por el que se siente comprometido. No dudo que sea sincero.

Lo que me preocupa no es que los extranjeros no deben interferir en los asuntos internos, sino que la visión que Clooney está presentando al mundo no es correcta. Y esto no se debe a que esté deliberadamente manipulando los hechos, sino a que su campaña está basada en una cultura política a la cual no le importan las sutilezas expresa la periodista.

Y Andrew Mwenda, periodista y fundador de la revista The Independent en Uganda, expresa que los problemas de África rara vez son expresados por la propia gente que está sufriendo una crisis.

Son individuos como Clooney o Madonna, dice, los que hablan a favor y en nombre de los pueblos que sufren en la región. Ese sufrimiento se ha convertido ahora en una oportunidad para que las celebridades que viven en opulencia muestren su lado humanitario.

Muchas intervenciones occidentales para salvar a África rara vez son sobre las supuestas víctimas. Son plataformas para que los occidentales exhiban su altruismo.

Cuando Larry King entrevista a Clooney (sobre Sudán) no tiene la intención de destacar el sufrimiento de la gente en Darfur, sus luchas diarias para superar la adversidad, sus aspiraciones o esperanzas. Lo que busca es promover la narrativa de Estados Unidos como salvador del mundo, afirma el periodista ugandés.

Pero no se puede descartar del todo la labor de estas celebridades.

Gracias a la reciente campaña de Angelina Jolie (y del canciller británico William Hague), el Reino Unido se comprometió con US$1,5 millones para ayudar en los esfuerzos de la ONU contra las violaciones en conflictos armados.

Lo que hay que preguntarse es ¿cómo se traslada ese dinero desde las altas cúpulas políticas hasta los campamentos y refugios? y ¿Cuál es el impacto de esos recursos para lograr justicia para las víctimas?

A juzgar por la historia pasada, todavía falta mucho por hacer: de los casi 50 mil casos de violaciones, principalmente de mujeres y niñas, que se documentaron en la guerra de Bosnia en 1995, sólo 8 personas han sido condenadas por crímenes vinculados a abusos sexuales.

En este caso, Angelina Jolie tiene un largo camino por recorrer.