Cuenta regresiva: El Comercio inaugura una serie de artículos especiales sobre el próximo estreno de “Spiderman: No Way Home” (”Spider-Man: Sin camino a casa”), la película de superhéroes más esperada del 2021, protagonizada por Tom Holland, Zendaya, Jacob Batalon, Benedict Cumberbatch; etc. Desde este lunes 6 de diciembre hasta el miércoles 15, publicaremos críticas de cada película que el arácnido haya protagonizado en el cine. En esta ocasión, toca ver la primera cinta dirigida por Sam Raimi, que presentó al emblemático Duende Verde de Willem Dafoe, que retomará al personaje tras 19 años.
Vi nuevamente “Spider-Man” (Sam Raimi, 2002) y, de inmediato, recordé todas esas cosas que me gustaron cuando era un adolescente en esa proyección pirata de barrio; cuya precariedad no disminuyó los golpes de efecto al ver a un hombre columpiarse por una ciudad y salvar el día en una cinta de impacto equivalente a “Superman” (1977) y “Batman” (1989).
Peter Parker (Tobey Maguire), un chico tímido, pero muy capaz en ciencias, es picado por una araña genéticamente modificada y obtiene súper poderes: lanza telaraña de las muñecas que le permite columpiarse, se adhiere a las paredes, su fuerza aumenta y adquiere cierta habilidad para predecir peligros inminentes (sentido arácnido). Él tiene que enfrentar al Duende Verde (Willem Dafoe), alter ego de Norman Osborn, empresario ambicioso y padre de su mejor amigo Harry (James Franco). Mientras tanto, Mary Jane Watson (Kirsten Dunst), el amor platónico de Peter, intenta triunfar lejos de una complicada familia.
Un héroe del siglo XXI
Desde el primer minuto empatizas con Peter Parker, este chico al que nada le sale bien, ni siquiera subirse al bus del colegio sin que le hagan bullying. Los no lectores del cómic estábamos difícilmente familiarizados con el humor que se esperaba del personaje en la adaptación. El Peter de Maguire no es hilarante como lo sería en la actualidad, es más un tipo normal, hasta soso; pero eso ayuda a que sea cercano con el espectador sin generar rechazo. Como este Spidey es más un vehículo para el espectador, el humor lo carga Norman Osborn (Willem Dafoe), quien además es villano y, por ende, una fuente de conflicto.
El otro elemento de conflicto es el mismo Peter Parker. Él es tan transparente, tan correctito, el héroe clásico que no le huye al peligro; que es imposible no encontrar conflicto alrededor suyo. Las personas no somos así: tenemos dobles agendas, otras intenciones, decimos una cosa cuando en realidad queremos decir otra. De ahí que la relación de Peter con Harry y Norman Osborn sea tan interesante. Harry ve en Peter alguien al que aspira a ser, Norman quiere que Harry sea como Peter. Allí se tejen celos y es posible interpretar que, cuando Harry sale con Mary Jane, es una manera de intentar ser como su amigo (que llevaba años enamorado de su compañera de clases).
El Norman Osborn de Dafoe está tan bien construido que no puedes sentir tanta cólera con él. Tiene humanidad, muy aparte del elemento del problema mental causado por los químicos de su experimento, que gatillan la aparición de esta doble personalidad que es el Duende Verde. Esta ambivalencia será comentada por los siguientes años. Al mismo tiempo, están las expectativas que tiene para su hijo, la dureza de la crianza y cómo Harry no es capaz de hacerle frente. El abrazo de Harry y Norman define en gran medida el futuro de esta trilogía. Por si esto fuera poco, el arco del Duende cierra bien: “Peter, no le digas a Harry”, es lo que dice el villano cuando es empalado por su propio planeador; preocupado por no manchar su legado. Con “No Way Home” (2021), el director Jon Watts tiene la valla muy alta si quiere, no superar, sino igualar la ya cerrada trama de este personaje.
Peter, como el héroe recto que es, cumple el último deseo de su enemigo y eso lo lleva a que Harry Osborn lo culpe de la muerte de su padre; que a su vez tiene un paralelo en la vida personal del Hombre Araña: Mary Jane descubre estar enamorada de Peter y se confiesa, pero él la rechaza. Y ese es un momento claramente en línea con Spiderman, con la historia de este personaje; donde él sacrifica su felicidad por la de los demás en un nudo que ata la historia: el chico que empieza como un perdedor y no puede evitar serlo pasa a ser el que tiene todas para ganar, pero elige perder.
En este nuevo visionado noto lo poco que aparecía J.J. Jameson (J.K. Simmons), pero lo crucial que es tanto para el humor como para reforzar que Spiderman es un rechazado social; víctima de las fake news. Y aun así, tiene más dimensiones como lo demostró al ser amenazado de muerte por el Duende Verde, que quiere saber quién es el fotógrafo del Hombre Araña. Jameson podrá ser molesto, pero pero no un traidor. En general, el humor de la cinta está muy equilibrado: los chistes físicos con los diálogos ingeniosos, tan distintos al formato que Marvel Studios usa dos décadas después; cargados de ironía y lampshading. Además, el apartado visual es muy logrado, sea por los encuadres y movimientos de cámara que refuerzan la sensación de vértigo (en una era sin cine 3D), así como las imágenes generadas por computadora que se solapan en escenas nocturnas para no hacerse evidentes. La única crítica que tengo es que Mary Jane, si bien tiene su propio arco de personaje, este se encuentra muy supeditado al de Peter Parker; una herencia de su origen solo como “interés amoroso” (que quita valor propio a un personaje para convertirlo en recurso narrativo); lo cual se subsana en la secuela.
De todas maneras, con “Spiderman” Sam Raimi regaló al mundo un manual sobre cómo se hace una película moderna de superhéroes sin el que este fenómeno taquillero no sería lo que es hoy. Y el mundo lo escuchó con mucha atención.
Calificación
4 estrellas de 5
Máquina del tiempo: la crítica de Luces a “Spiderman” , por Melvin Ledgard
“Humanizando historietas”, texto publicado originalmente el 26 de mayo del 2002
Luego de saber que puede trepar paredes, dar enormes saltos y segregar telarañas de su muñeca derecha, Peter Parker decide diseñarse un traje para presentarse a una pelea de catchascán por la que prometen tres mil dólares de permanecer tres minutos en el cuadrilátero. Armado de lápices y plumones, Peter dibuja y pinta el personaje concebido por Steve Ditko para las historias del legendario guionista de los Marvel Comics, Stan Lee.
Si había vislumbrado tan precisamente su atuendo ¿por qué una vez que se presenta a la pelea de lucha libre viste un traje ridículo? Inmediatamente muere un ser querido y Peter decide tomarse el ser superhéroe en serio -y aunque ignoramos a qué sastre fue- ahora sí aparece con el traje pegadito y lustroso que todos conocemos y él imaginó.
El atuendo del Duende Verde ostenta una máscara con un rictus de carcajada congelada, lo que es un absurdo si se cuenta detrás con el rostro naturalmente anguloso hasta lo expresionista de Willem Dafoe, sus ojos saltones en la pésima “Speed 2″ eran los de un villano de comics en busca de esta película: retocar digitalmente o maquillar esa cara hubiera estado perfectamente justificado por el hecho de que su personaje ha bebido una sustancia química y ha sido introducido en una máquina que han cambiado su metabolismo. Y eso es lo único que cabe pedir, pues, en ninguna película anterior sobre superhéroes resulta claro de qué sastrería sacan su peculiar ropa (la excepción es Robin, quien modificó su malla de trapecista de circo).
Importa más que ha reaparecido la particular sensibilidad visual del Sam Raimi de sus películas de los ochentas y la primera mitad de los noventas, que se cuentan entre lo más parecido a historietas que se ha hecho en cine.
Como suele suceder en megaproyectos semejantes, muchas manos han entrado a corregir este guion, lo que convierte en virtud la trama clarísima de la película: el surgimiento paralelo del Hombre Araña y el Duente Verde, siguiendo el camino del esquema de vidas paralelas héroe-villano del “Batman” de Burton, cruzándose en el camino de una historia de amor enmarcada en Queens, a partir de donde Peter Parker, y su idolatrada Mary Jane, hacen sus incursiones al mercado laboral de Manhattan una vez egresados del colegio.
Los contrastes atraviesan la película -el nerd frente a los abusivos de la clase, el modesto frente a su millonario mejor amigo, etc.- y Tobey Maguire sabe humanizarlos. Solo falta un Duende Verde que esté a la par, gesticulando a través de su monstruosidad física, su deformación moral, para que sea la perfecta adaptación de historieta a cine que está a punto de ser.
Datos
- Puedes ver “Spiderman” (2002) en Netflix.
- “Spiderman: No Way Home” llega a los cines de Latinoamérica el 15 de diciembre en preestreno, el 16 en estreno regular.
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