Muchos han oído hablar de Nottingham, en el centro de Inglaterra, por la leyenda de Robin Hood, el arquero infalible que asaltaba a los ricos que pasaban por los bosques del norte de esta ciudad para darle el dinero robado a los pobres. O por D.H. Lawrence, cuya novela El amante de Lady Chatterley transcurre en esta zona.
Sin embargo, Nottingham es también una ciudad de renombre por otro motivo menos afortunado: según las cifras más recientes de la Oficina Nacional de Estadísticas, sus habitantes son los que menos dinero sobrante tienen después de pagar los gastos básicos mensuales, en comparación con el resto del Reino Unido.
El ingreso promedio por familia después de impuestos, incluyendo los beneficios sociales, es de US$24.358. En Nottingham es de US$16.457.
DESESPERACIÓN Por eso, no resulta sorprendente que el barrio de viviendas del Estado conocido como Meadows sea un territorio fértil para los usureros. En Meadows, estos prestamistas son los mejores amigos de los inquilinos. Sharon Mills, del Meadows Partenership Trust, una organización financiada por el gobierno que brinda ayuda a los residentes de la zona, explica por qué.
Si estás desesperado y los chicos no comen desde hace tres días, si alguien se acerca a tu puerta ofreciéndote un préstamo, lo ves como un Mesías, dice. Aunque ella los describe como una jauría de lobos, dispuestos a recurrir a la intimidación para recuperar su dinero.
Saben qué día te pagan. Así que vienen a tirar tu puerta abajo, literalmente, en algunos casos.
TRES DE LA TARDE Y EN PIJAMA A lo largo de los años Meadows se ha ganado una reputación por su ambiente violento y por la presencia de drogas y alcohol. Pero lo que parece ser una constante y lo más difícil de resolver es la falta de dinero que agobia a los residentes del barrio de Meadows.
Mira. Son las tres y media de la tarde y puedes ver gente todavía en pijama. Eso es depresión, dice Rachael Oldfield, una madre soltera de 35 años que trabaja a medio tiempo como administrativa. Rachael cuenta como algunos de sus momentos más negros tienen lugar el día que cobra.
Estoy esperando el momento, planeo celebrarlo cenando con amigos. Pero luego tengo que cancelar los planes porque ya me gasté toda la plata, dice.
SOÑANDO CON EL SOL Rachael recibe su sueldo a fin de mes. A principios del mes siguiente ya no le queda nada: su salario se ha ido en pagar el alquiler y las cuentas. Sobrevive hasta la próxima paga con US$213 que el gobierno le devuelve de sus impuestos y US$204 que recibe en concepto de beneficio social para sus hijos.
Debe US$3.800 de luz y gas, que está pagando de a poco. Aún así, Rachael no se considera pobre. Su hija va a una buena escuela y su hijo juega fútbol.
Dice sentirse afortunada en comparación con otros vecinos del barrio. Hay chicos en mi calle cuyos padres no tienen un auto, y que nunca van a ningún lado, explica.
Otro de los signos evidentes de pobreza es la escasez de todo tipo de lujos. Abdul Haq padece diabetes y artritis y sobrevive con los beneficios que el Estado le da por su discapacidad. Sueña como muchos otros con irse a otra parte.No salgo de vacaciones hace seis años. Me encantaría ir a un lugar cálido, pero no es posible.
ESPERANZA Sin embargo, no todo son malas noticias en Meadows. Recientemente se abrió un nuevo banco de comida que ayuda con las necesidades alimentarias básicas de los más necesitados y como resultado se redujeron los robos de pan y leche en los almacenes de comida.
Pero no todos son optimistas. David Gretton, del Meadows Advice Group, teme el impacto que puedan tener los recortes a los beneficios sociales que el gobierno hizo el mes pasado.
En tres o cuatro meses vamos a ver más alguaciles porque la gente dejó de pagar los impuestos, lamenta Gretton.
Sharon Milles cree que los recortes de este año harán que la vida para los residentes de Meadows sea aún más dura. Nunca vi algo tan malo, ni siquiera en los 80, dice.
No obstante el barrio trata de encontrar pequeños espacios de esperanza. En el centro comercial de la zona puede verse un cartel gigante que dice que Meadows es finalista en la competencia nacional de horticultura.
Si las plantas demuestran ser tan resistentes como los habitantes del barrio, seguro que Meadows se llevará el primer premio.