La presidenta brasileña, Dilma Rousseff, recibió hoy con honores militares a su homólogo venezolano, Nicolás Maduro, quien concluye en Brasilia la gira que comenzó en Uruguay y continuó luego en Argentina.

Aunque esta visita es considerada en términos protocolarios como de trabajo, Rousseff tuvo una deferencia especial y le dio a Maduro una recepción que incluyó la presencia de una banda militar y otros honores propios de una visita de Estado.

El nuevo líder bolivariano subió por una rampa que conduce al primer piso del Palacio presidencial de Planalto, donde se fundió en un caluroso abrazo con Rousseff, quien le esperaba junto al ministro de Relaciones Exteriores, Antonio Patriota. Los mandatarios escucharon los himnos de ambos países y luego se dirigieron al despacho de Rousseff para una reunión privada.

MANIFESTACIONES A FAVOR Y EN CONTRA Frente al Palacio de Planalto se congregó un pequeño grupo de venezolanos residentes en Brasilia, que extendieron carteles de protesta en los que se leían frases como Maduro, la legitimidad no se compra e Ilegítimo.

Aludían así a supuestos fraudes que ha denunciado el candidato Henrique Capriles en las elecciones del pasado 14 de abril, cuyos resultados aún no han sido reconocidos por la oposición.

Junto a ellos, otro pequeño grupo, pero de simpatizantes del chavismo, entonaban cánticos en memoria del fallecido Hugo Chávez y de apoyo a Maduro.

Una vez que concluya la entrevista, Rousseff y Maduro harán una declaración conjunta ante la prensa, tras la cual el presidente de Venezuela se dirigirá a la sede de la Universidad de Brasilia (UnB) para participar en un acto con estudiantes y miembros de movimientos sociales.

Maduro llegó a Brasilia por la mañana procedente de Buenos Aires y, antes de ser recibido por Rousseff, tuvo una entrevista privada con el expresidente brasileño Luiz Inácio Lula da Silva, quien fue uno de los líderes internacionales que le apoyó durante la campaña para las elecciones del pasado 14 de abril.

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