Brasil se zambulló anticipadamente en la campaña para las presidenciales del 2014 con el lanzamiento de la candidatura a la reelección de Dilma Rousseff, aunque en el escenario económico más desfavorable desde que el Partido de los Trabajadores llegó al poder hace una década.

El anuncio fue hecho por el ex presidente Luiz Inácio Lula da Silva, el influyente titiritero de la política brasileña que escogió a Rousseff como su sucesora.

Si (la oposición) tiene dudas, vamos a responderle con la reelección de Dilma en el 2014, dijo Lula durante un acto para celebrar 10 años del PT al mando de la mayor economía de América Latina y una de las mayores potencias emergentes en el mundo.

Y un afiche conmemorativo con los rostros de Lula y Rousseff repartido durante el mitin en Sao Paulo dio pistas sobre el posible lema de la campaña: La década que cambió Brasil.

Lula presidió Brasil durante un período de agresivo crecimiento económico que ayudó a sacar de la pobreza a unos 30 millones de personas y facilitó la elección de Rousseff en el 2010.

LA ECONOMÍA, UNA DEUDA PENDIENTE DE DILMA Pero problemas estructurales y una pérdida del apetito internacional por las materias primas brasileñas están castigando a la economía, que habría crecido apenas un 1 por ciento en el 2012, muy por debajo de la media regional.

Rousseff, una economista de 65 años con fama de administradora eficiente, ha intentado de todo para reanimar la economía, desde amplias exenciones impositivas hasta un recorte histórico en las tasas de interés y en las tarifas eléctricas.

LULA, ENTRE BASTIDORES El lanzamiento de Rousseff al 2014 despejó las pocas dudas que aún quedaban sobre las ambiciones presidenciales de Lula, que es aún hoy uno de los políticos más populares de Brasil. Pero también confirmó el papel del carismático ex líder sindical de 67 años como articulador de la política brasileña, un hombre que escoge candidatos y teje las alianzas necesarias para colocarlos en posiciones de poder.

Lula podría jugar un papel crucial a la hora de tender puentes con la candidata ecologista Marina Silva, que en las elecciones del 2010 obtuvo casi un 20 por ciento de los votos y que podría ser una jugadora clave en un escenario de segunda vuelta el años próximo. Lula, al parecer recuperado tras un tratamiento contra un cáncer de garganta diagnosticado a fines del 2011, continúa además siendo un modelo para líderes de izquierda en América Latina y una especie de embajador de facto de Brasil.

Pero pese a las reverencias, en sus dos años en el poder Rousseff construyó su propio capital político y las últimas encuestas le dan un nivel de aprobación personal del 78%. Mantener el actual nivel de empleo casi pleno ayudaría a Rousseff a retener el sillón presidencial. Y su imagen de implacable con la corrupción le permitiría no ser salpicada por el ‘mensalao’, un escándalo de compra de votos ocurrido hace una década que podría llevar a la cárcel a varios ex colaboradores de Lula en medio de la campaña electoral.

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