Rusia recibe hoy a los líderes del G20 en una cumbre enrarecida por la amenaza de un ataque aliado contra Siria, una declaración de guerra que planeará sobre la reunión a pesar de no estar en la agenda.
Los acontecimientos en torno al país árabe se han desencadenado de tal modo en los últimos días, después de que el régimen de Bashar al Assad matara supuestamente en un ataque con armas químicas en las afueras de Damasco a cerca de millar y medio de personas, que los mandatarios difícilmente podrían dejarlo al margen.
COINCIDIRÁN LOS PROTAGONISTAS En la cita, los días 5 y 6, coincidirán algunos de los protagonistas de esta crisis en la arena internacional, empezando por el mayor promotor de un ataque de castigo contra Damasco, el presidente de Estados Unidos, Barack Obama, y su anfitrión en San Petersburgo, el ruso Vladimir Putin, principal aliado de al Assad y radicalmente contrario a la ofensiva.
También acudirá quien se ha convertido, junto con Obama, en el principal apoyo de EE. UU. a la hora de lanzar un ataque militar contra el régimen sirio, el presidente francés, Francois Hollande, quien está convencido de que Al Asad utilizó armas químicas el pasado 21 de agosto.
Junto a ellos estará el tradicional y ahora fallido aliado de Washington en tantas aventuras bélicas, el primer ministro británico, David Cameron, quien tuvo que cerrar la puerta a la participación de Londres en una intervención militar por el rechazo mayoritario en la Cámara de los Comunes.
Y la canciller alemana, Angela Merkel, que aboga por que el Consejo de Seguridad de la ONU estudie los informes de los inspectores de la ONU y que pidió hace unos días por teléfono a Putin que se sume a las presiones internacionales sobre Siria.
Tanto Obama como Hollande se han comprometido a esperar a la decisión sobre la ofensiva que dé el Congreso de Estados Unidos, lo que excluye que el ataque tenga lugar antes o durante la reunión de familia de los veinte grandes países industrializados y emergentes (G20).