Aunque el presidente Pedro Castillo dijo ayer, en Ica, que el Gobierno observará la reciente ley aprobada por el Congreso, que afecta la autonomía de la Sunedu, el escenario futuro es complicado, según Ricardo Cuenca, especialista en materia educativa.
— El Congreso hostigaba a la Sunedu hacía años. ¿La aprobación de las recientes normas es el peor golpe que pudo haber sufrido esta entidad?
Es como la tormenta perfecta. Hasta ahora los asedios tenían un contrapeso con un Ejecutivo que contribuía a que el equilibrio se dé. Y por eso, desde el 2014 hasta ahora, los proyectos de ley a lo más se discutían en las comisiones de Educación, de hecho ninguno de ellos se aprobaba. Ahora, no sé si anuencia, pero por lo menos con la postura tan poco activa del Ejecutivo, el Congreso ha crecido en este despropósito.
— ¿Cuál es la consecuencia más grave, y quiénes serán los perjudicados?
Los tres temas que plantea nueva ley modificatoria son graves, pero creo que el más grave de todos, y que ha sido el menos expuesto en la opinión pública, es el retiro de la rectoría del Minedu en materia de políticas universitarias. El Minedu ha podido financiar directamente algunas cosas a las universidades públicas, incluyendo becas. Todo esto se borra de un plumazo y eso creo que es muy grave porque allí es donde más acompañamiento necesitan los estudiantes, los profesores. Conseguir financiamiento para ellos va a ser un proceso mucho más largo, duro y engorroso.
— Meses atrás usted declaró que estos golpes a la Sunedu “tienen intereses económicos, políticos, partidarios y personales”. Concretamente, ¿qué busca el Congreso?
La Sunedu afecta a intereses particulares que tienen que ver con universidades que se han cerrado. Son 48 universidades privadas a las que se les ha denegado la licencia de funcionamiento. Muchas de estas, sobre todo las grandes, tienen vínculos directos con la política. En los debates durísimos que hubo entre el 2013 y el 2014, a la hora de construir la Ley Universitaria, adicionalmente había un debate ideológico con gente con un pensamiento mucho más liberal que cree que el Estado no debe regular el mercado educativo, y las discusiones iban por ahí también. Ahora es puro y duro interés. O sea, cuando la gente dice: ‘Se han juntado los extremos, la derecha y la izquierda’. Eso no es ninguna aproximación ideológica, programática, sino una aproximación mercantilista concentrada en intereses particulares. La discusión de la Reforma Universitaria y sus amenazas es un ejemplo de la precariedad política de este país.
— Una de las consecuencias a mediano plazo, si esto no es detenido a tiempo, es que habrá una sobreoferta de educación chatarra.
Algunos jóvenes que participaron en un estudio que dirigí hace un tiempo con dos universidades de bajo costo sabían que iban a ser estafados, pero buscaban un título aún cuando no lo necesitan, porque probablemente no van a conseguir un empleo formal acorde al título que han conseguido. Así terminan alimentando este círculo por la cuestión aspiracional y, entonces, lo que tenemos es nuevamente el riesgo de un crecimiento del subempleo profesional, que hasta el 2014 era casi un 40%. Lo más probable es que vuelva a haber una flexibilización en la regulación, esta sobreoferta va a crecer de manera desordenada y a bajo costo. El bajo costo casi siempre viene asociado con baja calidad.
— Esos bajos estándares nos llevan a hablar del supuesto plagio en la tesis del presidente Castillo. ¿Por qué es tan grave?
Es alarmante en términos políticos, porque el mensaje que se está dando es que es posible ser el personaje más importante de la nación con trampa. En plano académico, hay un problema de calidad muy fuerte, empujado también por las propias universidades, por el propio proceso de investigación que tienen. Yo he visto a colegas míos, profesores universitarios, que enseñan cursos de metodología o que asesoran tesis y que no han hecho ninguna investigación en su vida. Lo que pasa con la tesis del presidente es lo que pasa con cientos de tesis en este país.
— El Congreso también aprobó una ley que afecta el enfoque de género y educación sexual en colegios. ¿Esto adónde llevaría?
Que el currículo y los materiales educativos se vuelvan un campo de batalla, y los únicos perjudicados serán los estudiantes. En esta ley, la letra chiquita no dice que los padres van a participar, sino que algunas organizaciones registradas bajo algunos requisitos van a participar, y muchas están ligadas a movimientos conservadores religiosos, como Con Mis Hijos no te Metas. Estamos viviendo un momento conservador, muy tenso, muy fuerte.
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