ÓSCAR CASTILLA Unidad de Investigación
Para llegar al poblado de Cachicoto, en el corazón del valle del Monzón, hay que recorrer un laberíntico trayecto de suelo afirmado, que empieza en una garita de control policial al aire libre en Tingo María y cuyos confines se pierden en los límites con el departamento de Áncash. Esta cuenca de Huamalíes (Huánuco), que solo empalidece frente a la fama del valle de los ríos Apurímac y Ene (VRAE), se erige en la actualidad como el distrito de mayor producción de coca del país, con más de 10.000 hectáreas que representan el 80% de la superficie cocalera del Huallaga.
Desde el 2003, cuando en este valle de 18 mil habitantes se ejecutó una operación policial a gran escala, nadie erradica en el Monzón. Hasta este gran emporio del narcotráfico, donde las sábanas verdes de la coca se distinguen por doquier, arribó ayer en la madrugada un equipo especial de la Dirección Antidrogas de la Policía (Dirandro) con el objetivo de capturar al prófugo ex dirigente cocalero Eduardo Ticerán Salazar, de 45 años y procesado en la Sala Penal Nacional por colaboración con el terrorismo a raíz de sus nexos con la facción de Sendero Luminoso de ‘Artemio’ en el Huallaga (a la que pagaban cupos y de la que recibían directivas contra la erradicación de hoja de coca).
La misión no era fácil: la última unidad de inteligencia enviada a esta zona, en junio pasado, fue detectada por la población local cuando ya había intervenido al ex dirigente del Monzón. La violenta movilización logró liberar a Ticerán, quien luego ordenó incendiar el vehículo policial. El también ex dirigente de la Central Nacional Agropecuaria Cocalera del Perú (Cenacop) –creada como contrapeso a la Confederación Nacional de Productores Agropecuarios de Cuencas Cocaleras del Perú (Conpaccp)– estaba en la clandestinidad desde el 26 de noviembre del 2010, cuando la Dirandro ejecutó Eclipse, una ambiciosa operación de inteligencia contra los productores cocaleros y otros aliados de Sendero Luminoso.
Esto acabó ayer a las 2:45 a.m., cuando los agentes antidrogas arrestaron a Ticerán mientras dormía en un predio de tres pisos en Cachicoto. Tres horas después fue sacado de la zona por dos helicópteros que lo trasladaron a Tingo María y luego a Lima.
Durante su recorrido rumbo a los calabozos de la Dirandro, en San Isidro, el ex dirigente cocalero fue abordado por la prensa. Allí, además de negar sus nexos con la subversión y con ‘Artemio’, lanzó la siguiente proclama: “Ricardo Soberón [el jefe de Devida] es mi amigo. Él va a ser nuestra defensa. Es el único que va a combatir al narcotráfico”.
De esta forma, Ticerán ratificó los comentarios que brindó a Panorama, de Canal 5, el pasado 21 de agosto, mientras se encontraba en la clandestinidad. Aquella vez dijo: “Sí, [Soberón] es mi amigo de muchos años. Tengo una relación muy cordial. Y como él mismo me dijo: ‘Eduardo, tú eres uno de los dirigentes [más] francos y sinceros que hay y contigo se puede conversar’. Yo creo que el gobierno ha acertado nombrándolo jefe de Devida. Él fue asesor del Monzón junto con Hugo Cabieses [hoy viceministro del Ambiente], según me dijo Iburcio [Morales, su coprocesado ex alcalde cocalero del Monzón]. Después fue asesor de la Conpaccp. En esas circunstancias, yo conozco a Soberón en el VI Congreso [cocalero] realizado en el Cusco en el 2004”.
Con ello se evidencia que Soberón no solo asesoró a las ex parlamentarias Nancy Obregón y Elsa Malpartida o a los diferentes secretarios generales de la Conpaccp en los últimos años, sino que también hizo lo propio con el gremio cocalero del Monzón, cuya producción de coca va directamente al narcotráfico.
Las aseveraciones de Ticerán serán materia de investigación y preguntas cuando este rinda su manifestación judicial en la Sala Penal Nacional, ante los representantes de la fiscalía supranacional y la Procuraduría Antidrogas.
Todo este cúmulo de evidencias corrobora la información que fuentes de excepción contaron ayer a El Comercio sobre la hasta ahora desconocida intervención del abogado Soberón durante las 42 detenciones de la operación Eclipse. Aquel 26 de noviembre del 2010, mientras la policía interrogaba a los intervenidos por narcotráfico, lavado de dinero y terrorismo, el hoy jefe de Devida apareció en el Ministerio del Interior para abogar por los detenidos con el argumento de que aquella investigación policial y fiscal contra los cocaleros (algunos de los cuales habían sido filmados recibiendo órdenes de ‘Artemio’) era un “exceso, una cacería de brujas”.
Hoy el discurso de Soberón ha cambiado: ahora ya ni conoce a sus ex patrocinados.
EL DATO El jefe de Devida, Ricardo Soberón Garrido, hasta ahora se niega a dar una entrevista a El Comercio.