Desde hace varias semanas, el ex ministro del Interior Fernando Rospigliosi viene denunciando que la Dirección Nacional de Inteligencia (DINI) estaría espiando a periodistas y políticos de oposición. El oficialismo ha reaccionado descartando estas acusaciones por todos los frentes. “Él miente []. Es un profesional de la desinformación”, fueron las duras palabras del ministro del Interior. Por su parte, el ministro de Defensa manifestó que “Rospigliosi es el conspicuo enemigo del Gobierno”. Asimismo, la congresista oficialista que preside la Comisión de Inteligencia mencionó que dichas acusaciones “carecen de todo fundamento”. El presidente del Parlamento, a su vez, señaló que la acusación es “antojadiza y tendenciosa”. Y el primer ministro sostuvo que “es una fantasía”.
No obstante –según un reportaje emitido por el programa “Cuarto poder”–, la “fantasía” a la que hacía referencia el señor Jiménez parece estar más cerca de la realidad de lo que él sostiene. El reportaje mostró cómo agentes de la Dirección de Inteligencia de la Policía Nacional (Dirin) habrían estado realizando operaciones de espionaje en el Parque del Amor, a pocos metros de la vivienda del ex ministro del Interior Gino Costa y de las oficinas del señor Rospigliosi y del ex viceministro del Interior Carlos Basombrío, todos ellos críticos del Gobierno.
La explicación oficial de este acontecimiento ha sido que se trató de una desafortunada coincidencia. Según el general de la PNP José Céspedes, los oficiales de inteligencia realmente se disponían a intervenir a miembros de una banda de narcotraficantes colombianos que se iban a reunir en el parque.
Hay, sin embargo, varias cosas que no cuadran en esta explicación, más allá de que todo suena a demasiada casualidad. Para empezar, es inverosímil que la PNP no tenga problemas en revelar abiertamente los detalles de una real operación de seguimiento al narcotráfico (no parece, por lo menos, una estrategia de inteligencia muy inteligente que digamos). Luego, la suboficial Toro Gonzales (la agente que fue descubierta) pertenece, según la base de datos de recursos humanos de la PNP, al Departamento de Organizaciones Políticas de la Dirin. Si es parte de dicha división, ¿qué hacía investigando a narcotraficantes? (La versión del general Céspedes es que la base de datos de la PNP actualizada a junio del 2013 estaría, realmente, desactualizada). Por otro lado, el seguimiento a narcotraficantes lo realiza la Dirandro y no la Dirin, lo que pone más en duda la versión oficial. Por último, es extraño que en el parte policial que consigna la denuncia del ciudadano que avisó que se estarían realizando las operaciones de espionaje se haya cambiado el nombre de la agente descubierta por el de una estudiante que nada tuvo que ver con todo este asunto.
Esta situación es más que preocupante cuando se tienen en cuenta otras revelaciones de los últimos meses. Para empezar, que el presupuesto de gastos reservados de la DINI ha aumentado sorprendentemente de casi US$9,5 millones en el último año del gobierno anterior a casi US$74 millones este año. Además que, junto con el actual, el único gobierno que en el pasado dispuso que dos tercios del presupuesto del servicio de inteligencia sean reservados fue el de Fujimori. A esto hay que sumar que, coincidentemente, este gobierno amplió las funciones de la DINI y la autorizó a formular y ejecutar “acciones políticas”. Y, encima, existe la denuncia de que, para realizar acciones de seguimiento, la DINI habría adquirido equipos de interceptación y reclutado en menos de un año a 150 policías en actividad y a 400 agentes de la PNP y de las Fuerzas Armadas en retiro, entre los que se encontrarían agentes que habrían trabajado en el SIN de Montesinos.
Los ministros Jiménez, Pedraza y Cateriano, sin embargo, siguen negándolo todo. Pero la verdad, como suele suceder, se terminará sabiendo. Ojalá que sea cierto que de estas aparentes operaciones de espionaje ellos no saben nada y que, en su fuero interno, también estén preocupados de que el servicio de inteligencia “busque narcos” frente a sus propias casas. Y es que de persecuciones políticas organizadas al más alto nivel del Gobierno ya tuvimos demasiado en este país.